Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Marzo de 2020

El Alto: el nuevo espíritu de la nación
Pablo Mamani Ramirez


Foto:Freddy Barragán / Página Siete



ANIVERSARIO


Esta nueva corriente se va presentando de distintos modos y formas. ¿Cómo comprender y explicar este nuevo hecho?



Pablo Mamani Ramirez 


El Alto acaba de cumplir 35 años sustentado en sus eternas luchas. Es una ciudad nacida junto con el viento y la inmensa planicie que, si bien no la constituye su manera de ser, influye para que entonces éste sea un pueblo con una intensa manera de vivir la vida, sentir la ciudad y el mundo. El Huayna Potosí, o simplemente Huayna, que en aymara quiere decir joven, parece representar a ese espíritu vigilante, altivo y escolta eterna de su ser y estar. 


Hoy es imposible no exaltar a esta ciudad porque es la antítesis de otras formas de pensar y hacer ciudad. Espero que algunos no se sientan afectados por lo que aquí expondré para plantear el nacimiento de un nuevo fenómeno social que, si bien no es tan exacto, pero es una manera de decir el nuevo mundo de duras luchas políticas y jornadas laborales. Aquí la política y la vida social literalmente son uno. Y el hecho de haber calificado a  sus  habitantes como  “hordas”, “salvajes”, o “ciudad de los indios”, y festejado sus muertos, los vuelve aún más rebeldes. 


El Alto, o en El Alto, está naciendo el nuevo espíritu de la nación boliviana. Este nuevo espíritu está dándose de distintos modos y formas. ¿Cómo comprender y explicar este nuevo hecho? Primero habría que entender qué es el espíritu de una nación. Y para ello seguramente habríamos de leer algunos libros sobre la nación y su espíritu.


 Rápidamente habría que decir sin embargo que se trata de  la nueva fuerza social y económica, una nueva voluntad, nuevas energías telúricas, y nuevas formas de pensar y hacer, lo que  hace de El Alto una ciudad pujante y políticamente bien definida. ¿En qué se funda todo ello?


 35 años de luchas eternas. Primero, para hacerse ciudad, es decir adquirir derechos políticos y económicos; luego para constituirse en una geografía urbana densa y compleja para de este modo cultivar dentro de sí nuevas energías de voluntad y una nueva realidad. 


Tercero, la lucha para construir su identidad y dignidad. La migración en primera y segunda generación ha hecho un colosal mundo de mundos y los que han nacido en ella ahora la reconstruyen para ser el sí mismo y a la vez ser el lugar del mundo global. Dentro de ese interior lo aymara es el espíritu rebelde, luchador, que “no tiene miedo a nada” y puede morir para dar vida a la nueva sociedad. Octubre 2003 y noviembre de 2019 son ejemplos de ello.  


Sus habitantes poseen una energía inagotable para hacer economía pese a sus condiciones de pobreza en muchos aspectos y es aquí también donde ha nacido una nueva élite aymara, o qamiri, quienes hacen riqueza material y económica. Claro, no es sólo un producto autónomo de sí mismo, sino  parte de una red de élites andinas que ya tienen su propio impacto en Santa Cruz, Pando, y en la red de redes de qamiris de Cochabamba y Potosí. Por eso esta ciudad se convierte en el faro de la nueva Bolivia. 


Su condición de poseer un gran espacio geográfico le permite  seguir creciendo al norte, que pronto se juntará con Pucarani, al oeste ya es uno con Viacha, al sur con Achocalla y Achica Arriba y sigue hacia Patacamaya. También está creciendo para arriba. 


Se observan muchas construcciones hasta de ocho pisos, chalets con motivos tiwanakotas, edificios minimalistas de características funcionales que se yerguen como nuevos faros. De aquí a 25 años El Alto se convertirá con mucha seguridad en la primera ciudad de Bolivia en términos de población y de espacio. 


Solo El Alto está creciendo más que toda Bolivia, demográficamente. En los hechos, la ciudad tiene aproximadamente un  millón 200 mil habitantes. Solo 500 mil de diferencia en relación a la ciudad de Santa Cruz. Esta proyección es real porque en el Censo de 2012 una gran cantidad de sus habitantes habían viajado a sus pueblos rurales para allí “aportar” a los POA municipales. El INE sólo proyecta una población de 943.600 habitantes para 2020, que no es tan real. 


Asimismo, si se visita  sus barrios y a sus organizaciones sociales y económicas, podríamos darnos cuenta de cómo el alteño piensa y hace las cosas. Sin duda no todo es maravilla. Sin embargo, en los 14 Distritos, la mayoría urbanos y algunos rurales, existe esta dinámica social y económica que los ha convertido en el nuevo polo económico y político de Bolivia. Aquí la gente no vive de la burocracia estatal, sino de su propio trabajo, de su propia creatividad y de su inversión, plasmada  en esfuerzos colectivos e individuales; dada en una red de redes. Esto es el otro poder. 


Además, El Alto no es sólo un espacio geográfico como se podría pensar, es expansión poblacional a todo el país,  dado que aquí viven los cocaleros yungueños, los de Alto Beni, Oruro, Potosí, paceños, cochabambinos, algunos cruceños, incluso benianos, y los pandinos. Es una población que vive aquí y allá. Tienen estrategias multilocales (tripe residencia), todo ello fundado en la multiactividad según periodos estacionales. 


La gente hace negocio de productos locales e internacionales, según cada temporada. Son expertos en una y otra actividad. Y   también sus intelectuales y profesionales juegan con esa misma lógica. Medio día pueden ser grandes comerciantes y el otro medio día pueden ser abogados, políticos, estudiantes universitarios, etcétera. La vida no para, porque el mundo es exigente. Estas energías los llevan de aquí a allá. 


En el oriente, las fiestas en las nuevas ciudades se hacen con YaritaLizeth, banda Poopó, Pagador o Andina. En cada una de ellas, al igual que en todo el altiplano, gastan fácilmente por noche 30 mil dólares. Contratan varios grupos musicales y comida. 


En síntesis, este es el espíritu de la nueva nación como fuerza interior hacia sí misma y su mirada y conexión con el mundo global. El alteño, aunque muere por balas estatales, es una gran fuerza social y política que no se puede ignorar porque su gente es capaz de enfrentar los mayores peligros y morir en su lucha.




domingo, 15 de marzo de 2020




Pablo Mamani Ramirez Sociólogo


Docente Universitario de UPEA 


pwillkaa@gmail.com 




https://www.paginasiete.bo/ideas/2020/3/15/el-alto-el-nuevo-espiritu-de-la-nacion-249522.html



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