Diciembre de 2019
Facultad de Filosofía y Letras – UBA
Diciembre 2019
Desde el 2016 muchas jurisdicciones de nuestro país, Argentina, han adoptado la educación emocional, la neurociencia y el pensamiento computacional como rectores de sus políticas educativas. Entre ellas la Provincia de Buenos Aires, con las 2000 escuelas dentro de la denominada Red de Escuelas de Aprendizaje, para ampliarlas al resto del sistema educativo. Y considerando que en muchas jurisdicciones dicha política educativa se perfila continuada aún en el próximo gobierno, independientemente de los lineamientos nacionales y en virtud de las autonomías provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, valgan las siguientes consideraciones.
Si entendemos los procesos interculturales como la posibilidad de enriquecimiento mutuo entre diferentes culturas que, modificándose mutuamente, mantienen su propia identidad ampliándola en el encuentro, ya no como un mero “in-contra” sino como un “entre”, cabría preguntarse si en la actualidad se dan sus condiciones de posibilidad, condiciones de posibilidad de una interculturalidad liberadora que no resulte mera declaración, mas bien una praxis histórica fructífera. De ahí, el título de la presente ponencia, bajo el planteo de “un deseo frustrado”.
Algunos interrogantes para pintar el problema pueden ser los siguientes:
Las emociones son una cualidad humana. Desde cierto encuadre de las Neurociencias y de la Inteligencia Emocional, se las fragmenta, favoreciendo el entendimiento, que siempre segmenta, aunque no el pensar que tiende desde la praxis a lo global.
Si las emociones anteceden al pensar, mientras dichas emociones tienen una base neuronal, por un lado se imposibilita desde el vamos un diálogo intercultural, por el otro se apela a una especie de “primer motor inmóvil” a lo neuronal que desde las investigaciones empíricas de laboratorio deciden el destino de lo humano.
En este último sentido aparece la exclamación: “el cerebro piensa”. En realidad, es el humano contextualizado quien en la multiplicidad de sus interrelaciones piensa. El pensamiento no es consecuencia de una simple determinación neuronal. Si así lo fuese, desde el laboratorio de investigación empírica podrían establecerse todas las condiciones del deseo. Es obvio que el sentido último de las investigaciones empíricas se encuentra establecido por quienes las financian.
Veamos algunos ejemplos práxicos de la cuestión:
Ciertamente, si comprendemos lo que interculturalidad significa desde el punto de vista sociológico/cultural como plexo complejo entre acuerdos, negociaciones y conflictos, según el predominio de lo uno o de lo otro hasta puede definirse la destrucción de la humanidad, la destrucción de la reproducción y producción de la vida en tanto todo se resuelva a favor del conflicto.
Solamente desde la profusión de movimientos sociales, dialogando en sí mismos y entre sí, y su organización no espuria, puede entreverse la posibilidad de un mundo intercultural más justo