Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Diciembre de 2019

América Latina en 2019-2020: Un continente en rebelión continua
David Walker


¿Puede estar a la vista la revolución permanente?

Chile, Ecuador, Argentina, Bolivia… nuestro continente está siendo sacudido. Podemos añadir a Venezuela, Nicaragua, Colombia, Brasil, México y Honduras. Tampoco podemos olvidar al Caribe: Haití. Mientras escribimos esto, las revueltas continúan, las protestas están en marcha. ¿Cuál es su significado? ¿Hacia dónde van?

Introducción

Nuestro continente en rebelión continua

Es importante saber que se trata de revueltas: no una, sino una multiplicidad de sacudimientos en países particulares con, a veces, diferentes causas y particularidades (Hablaremos de algunas de éstas más abajo). Sin embargo, hay al mismo tiempo ciertos elementos y causas unificadoras:

En primer lugar, las revueltas están contra el capitalismo: en su forma neoliberal salvaje, como en Chile, Ecuador y Argentina, pero también contra el capitalismo en su forma estatal represiva —capitalismo de Estado—, a menudo en “colaboración” con el neoliberalismo. Mírese aquí a Bolivia y Nicaragua (véase nuestro editorial sobre Bolivia). El colapso económico de Venezuela habla de su total dependencia a los ingresos petroleros, la principal mercancía del capitalismo, así como de su forma capitalista de Estado.

En segundo lugar, la mayoría de estas revueltas son desde abajo, surgiendo espontáneamente sin la dirección de partidos políticos o grupos “vanguardistas”. Esto no quiere decir que no se desarrolle un liderazgo; éste surge, pero no en ninguna “forma clásica”.Más bien, el liderazgo surge del interior de la rebelión misma.

Tercero, los sujetos de las revueltas, la subjetividad revolucionaria de las masas es multidimensional, incluyendo a indígenas, mujeres y jóvenes. Esto no significa que los trabajadores y la lucha de clases no sean importantes; también juegan un papel relevante. El capitalismo del siglo XXI se ha expandido, su explotación/dominación/autoritarismo se han vuelto tan amplios que millones de seres humanos en América Latina y a nivel global están diciendo cada vez más “¡Ya basta!” Están luchando por convertirse en agentes en autodesarrollo de su propia humanidad.

En cuarto lugar, el capitalismo —tanto aquél que es “hecho en casa” en varios países, como más decisivamente, el que es impuesto por el imperialismo, especialmente el de Estados Unidos— está determinado a subvertir, desviar o abiertamente aplastar por todo tipo de medios estas revueltas en marcha desde abajo. Observaremos esto más concretamente después al examinar los movimientos en varios países.

¿Puede la rebelión continua ser transformada en revolución en permanencia?

Al mismo tiempo que examinamos estas revueltas desde abajo, necesitamos no dejar de lado la pregunta planteada en nuestro título: “¿Puede estar a la vista la revolución permanente en América Latina?” ¿Qué queremos decir con “revolución permanente”? ¿Cómo está conectada con la construcción de sociedades basadas en nuevos comienzos humanos? ¿A qué se refirió Marx cuando planteó la cuestión de no detenerse en la emancipación política sino de continuar con la revolución en permanencia hacia la plena emancipación humana? ¿Cuál es su relevancia para la realidad concreta a la que nos enfrentamos en América Latina hoy? Examinaremos estas cuestiones en la parte II: ¿Puede estar a la vista la revolución permanente en América Latina?

I. Las revueltas continuas:

Ecuador, Chile, Haití, Colombia

A. ¿Pueden las protestas indígenas transformar a Ecuador?

Nuestros hermanos y hermanas han muerto. Esto significa que nuestro presidente ha enviado hombres con armas a matarlos, mientras nosotros venimos como un movimiento no violento. Hemos dejado a nuestros hijos en la selva [para venir a Quito] sin saber si están comiendo bien. En cambio, hemos pasado 12 días en las calles, señor presidente […] Nuestras hermanas han sufrido al ser pisoteadas y golpeadas por la policía y el ejército […] Esto es lo que he venido a decirle como mujer amazónica, señor presidente.

—Miriam Cisneros, presidenta de la comunidad sarayaku en el Amazonas

Durante diez días, del 3 al 13 de octubre, las masas de Ecuador en decenas de miles, encabezadas por los indígenas —organizados principalmente por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE)— se volcaron hacia Quito desde el campo, tomando sus calles, sus edificios de gobierno y plazas públicas, sacudiendo al gobierno del presidente autoritario Lenín Moreno. La creatividad y la fuerza de las protestas creció día tras día, forzando finalmente a Moreno a abandonar los mandatos de austeridad del Fondo Monetario Internacional (FMI) —la remoción de subsidios a la gasolina, lo cual resultó en la casi duplicación de su precio; el que los contratos temporales fueran renovados con 20% de reducción en salarios, y el que a los empleados públicos no se les dieran ya 30 sino 15 días de vacaciones— como condición para recibir un préstamo de 4.2 billones de dólares del FMI.



Manifestación en Ecuador

Las protestas habían comenzado con los sindicatos del transporte —taxis, camiones de carga y autobuses—, quienes fueron los primeros en organizar una huelga nacional el jueves 3 de octubre, la cual paralizó al país. Durante la siguiente semana hubo protestas en las ciudades; los estudiantes, sindicatos de trabajadores y grupos de derechos de las mujeres organizaron marchas a pesar del gas lacrimógeno y el espray de pimienta.

En el campo, indígenas y comunidades rurales bloquearon también carreteras a lo largo del país, incluyendo la Carretera Panamericana, que conecta al norte y al sur del país pasando por Quito. Al construir barricadas con neumáticos ardientes, ramas y otros escombros, las comunidades bloquearon caminos desde la costa hasta el Amazonas. Los manifestantes tomaron también seis distintos pozos petroleros, parando así las operaciones. La acción de masas más profunda tuvo lugar con miles y miles de indígenas, mujeres, hombres y familias enteras que acudieron en tropel hacia Quito desde el campo. He aquí algunas de las voces de las protestas:

Ya no queremos más impuestos, ya no queremos que el Estado siga garantizando el derecho, ya no queremos que se sigan implementando más leyes que nos perjudiquen.

No ha habido condiciones, nunca ha habido condiciones, hemos resistido 530 años y no hemos tenido ningunas condiciones de mejora. Nosotros hemos subsistido por nuestro propio trabajo. Con el sudor de la frente se vive, no robando del pueblo.

*
¿Queremos saber por qué es importante estar en esta marcha? Es importante porque todos los ecuatorianos debemos sumar a esta marcha, porque nos cuesta la vida, la vida de los seres humanos, principiando por los mineros, por los petroleros. Nosotros [no] solamente vamos a luchar los pueblos indígenas por transporte, sino [que] nos afecta a todo, al Estado ecuatoriano, a toda la sociedad, y por eso estamos aquí, porque es alto el costo de la vida; al subir el combustible, la gasolina, se sube la canasta familiar para todos los ecuatorianos. No solamente nos afecta a los pueblos indígenas, sino le afecta a toda la sociedad.


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Yo como mujer pido que por favor nos escuches. Yo no me siento sola, porque la lucha ha sido justa de todos los pueblos mestizos, campesinos, negros, afros, pueblos indígenas, sectores sociales. Todos nos hemos unido con una sola voz.


*
Uno de los policías me disparó; fue un intento de asesinato en el que me apuntó a la cara. Yo viré la cara, por lo que la bala me dio aquí, dañó mi oreja, me rompió el cráneo. Tengo una ruptura de cinco centímetros, un hematoma en el cerebro; perdí el olfato absolutamente, parte del gusto; no puedo escuchar casi nada con el oído izquierdo; además está también fracturado un huesito y escucho un pito constante, pues me hace sentir mucho dolor.


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Que acabase la oligarquía en este país. Que este país es de todos, este país es plurinacional, intercultural. En el cual debe reinar la paz entre indios, mestizos, indígenas. Todos los pueblos somos indígenas en Ecuador.


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Es un engaño [el] que los recursos de los subsidios que dicen que no van a cobrar se va[n] a invertir en los pueblos. Es pura falacia.


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Nosotros estamos aquí por el pueblo; por un futuro, mejor dicho, y por un pasado que hay que dejar atrás. Estamos aquí porque representamos la voz de los que no pueden hablar, de la gente pobre, de quienes van a ser tratados y son tratados como esclavos.


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Nuestras vidas han sido amenazadas, pero eso no ha hecho que nosotras bajemos la cabeza. Nos hemos enfrentado sin taparnos la cara. Le hemos dicho al gobierno [que] aquí estamos las que luchamos por los derechos colectivos; aquí estamos las mujeres exigiendo los derechos que en la Constitución y en las leyes nos ampara[n] a nosotras como mujeres, pero lamentablemente es letra muerta para las mujeres, específicamente para las mujeres indígenas.


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Salí desde el día jueves en respaldo porque no [les] van a quitar el estudio, la salud y el alimento a mis hijos. Yo salgo a luchar por mi pueblo, es mi pueblo el que está [luchando]. No me conformo con que los ricos se hagan más millonarios y el pueblo siga abajo; no, no. El pueblo primero, los ricos abajo.


Tan intensas fueron las protestas en Quito y a lo largo y ancho del país que el presidente Moreno transfirió primero su gobierno a Guayaquil, una ciudad más conservadora, luego se vio obligado a negociar con la CONAIE, y finalmente tuvo que abrogar las draconianas medidas de austeridad.

Pero el costo fue alto. En los primeros diez días de protestas ocho personas fueron asesinadas, mil 340 heridas y mil 192 encarceladas. Armas de fuego, bombas de gas lacrimógeno y toletes: todos estos fueron usados contra manifestantes pacíficos mientras Moreno ponía en marcha un “estado de excepción” y dejaba sueltas a sus fuerzas del “orden”.

¿Hacia dónde ir ahora?



Manifestación en Ecuador

Ésta no es la primera vez que el poderoso movimiento indígena ecuatoriano ha desafiado a la autoridad. Los levantamientos indígenas previos de 1990, 1994, 1997 y 2000 han, de hecho, derrocado gobiernos. Pero ésta fue la primera vez que tal fuerza bruta gubernamental ha sido usada contra los manifestantes.

Si bien el gobierno ha sido forzado a echar atrás sus medidas de austeridad, la pregunta ahora es: ¿cómo puede el movimiento de protesta —que no es sólo indígena, incluyendo fuertemente a mujeres indígenas, sino también de jóvenes, trabajadores y organizaciones sociales en la ciudad—transformar a Ecuador de profundas y duraderas formas emancipadoras?

Esto no será fácil. El FMI no sólo buscó abiertamente hacerle daño a la clase trabajadora, a los pobres, todos ellos principalmente indígenas. También ha exigido cambios en las leyes para hacer más fácil el invertir y obtener ganancias en las industrias extractivas. En el séptimo día de la huelga general nacional, la conaie escribió:

La clase empresarial, vende patria y pro imperialista, que quiere asegurar los préstamos del Fondo Monetario Internacional para que sus deudas, su crisis, la paguemos la clase trabajadora, los indígenas y los sectores populares.

Esta lucha no es por hoy, por el precio de la gasolina solamente, es para evitar que nos hipotequen el futuro y que paguemos con hambre y pobreza de dos a tres generaciones, o que no frenamos a tiempo hoy (Declaración de la CONAIE, 10 de octubre de 2019).

Y Acción Ecológica, una organización no gubernamental ecuatoriana de justicia ambiental, ha sostenido que “el acuerdo con el fmi implica pagar la deuda financiera con la explotación minera y petrolera, acentuándose el modelo extractivista, agravado por las medidas económicas que generarán mayor pobreza al pueblo ecuatoriano y destrucción de la naturaleza” (http://www.accionecologica.org/editoriales/2402-subsidios6).

Lo cierto es que un gran impulso fue dado en esta dirección por el presidente anterior, Rafael Correa, quien aceptó este modelo de desarrollo capitalista neo-extractivo. A pesar de que él era un así llamado progresista en ayudar a los pobres ecuatorianos, se enfrentó fuertemente con los indígenas en torno a la cuestión del “desarrollo”, que éstos habían cuestionado.

En contraste, hay fuerzas sociales en Ecuador que entienden la necesidad de una transformación social de raíz y no meramente de un cambio de gobierno, de nuevas elecciones. El que este tiempo de conciencia, de diálogo, de pensamientos emancipadores, se pueda convertir en la base para una transformación social más completa en Ecuador es la cuestión crucial.

B. Chile: “No son 30 pesos, sino 30 años”; “No son 30 años, sino 527 años”

En respuesta al incremento en el precio del metro —representativo de la creciente desigualdad en la sociedad chilena, con continuos incrementos en los costos de la salud y la electricidad, y con un sistema de educación superior que es casi enteramente privado y caro—, los estudiantes en Santiago iniciaron una protesta tomando las estaciones del metro, organizando una evasión masiva al rehusarse a pagar. Se les unieron rápidamente miles de manifestantes a lo largo del país. El presidente de derecha Sebastián Piñera respondió decretando estado de emergencia en seis ciudades principales del país, buscando restringir la libertad de asamblea y las movilizaciones (“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”, bramó) y ordenándoles a miles de fuerzas militares que salieran a las calles por primera vez desde la infame dictadura militar de Augusto Pinochet en la década de 1990. El resultado: al menos 23 personas asesinadas, miles heridas (incluyendo a muchas cegadas de un ojo) y miles arrestadas.



Mujeres mapuche en Chile

Desafiando el toque de queda, primero miles, luego centenas de miles y finalmente millones de personas han tomado las calles. Durante más de un mes desde las protestas iniciales, la lucha sólo se ha intensificado, con manifestaciones y choques en todo el país. Se han llevado a cabo huelgas generales.

Hay varias dimensiones importantes características del presente momento: 1) Estas protestas son contra las políticas neoliberales impuestas por Pinochet, las cuales, a pesar de los gobiernos “socialistas” post-Pinochet, han continuado haciéndole daño a la masa de chilenos trabajadores. 2) Han sido los estudiantes, los jóvenes de secundaria y universitarios, quienes han sido los más militantes, encabezando las protestas sociales en educación y cuestionando la dirección entera de la sociedad chilena post-Pinochet. 3) Las mujeres y las organizaciones de mujeres han tomado roles prominentes en las protestas, y 4) La dimensión indígena es crucial: la de los mapuches.

En suma, Chile, a menudo considerado un “oasis” de estabilidad en Sudamérica, está mostrando abiertamente las profundas contradicciones sociales que hay en su centro. He aquí algunas de las voces de la revuelta:

Estas últimas semanas han sido física y emocionalmente agotadoras. Hemos estado protestando cada día, asfixiados por el gas lacrimógeno y sin saber cómo puede terminar esto, pero el ver que la gente se reúne a discutir un mejor futuro me da esperanza.

*
Estamos subyugados por los ricos. Es tiempo de que esto acabe.


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El legado del dictador [Pinochet] y los subsecuentes gobiernos fue crear una clase política que no ha sido capaz de responder a nuestras demandas, así que nos estamos organizando para recobrar la soberanía en nuestras comunidades y territorio.


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Necesitamos cambiar la Constitución y la gente quiere desempeñar un papel activo, pero simplemente no podemos hacer esto sin una asamblea constitucional. Si queremos ver un cambio real, es ahora o nunca.


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La gente que hace ruido con las cacerolas y que levanta los brazos no es militar, no está armada. Incluso nosotros, armando barricadas, ¿qué tenemos? Palos y piedras… éstas no son armas. ¿Qué guerra? ¿Contra quién están peleando?


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No se trata sólo del metro. Se trata de una acumulación de situaciones y de la crisis del modelo económico desde que volvimos a la democracia. Han privatizado la salud. Las pensiones para la gente mayor son miserables. Tenemos conflictos en cada parte de nuestra vida diaria. Sufrimos día a día. La dictadura se acabó. Nuestra generación no tiene miedo. Pero ahora el ejército está usando la misma estrategia que usaron durante la dictadura, están disparando.


*
Tenemos que seguir luchando hasta que esto se resuelva para todos, no sólo para un sector de la sociedad. No para los privilegiados, no para los empresarios.


Cientos de reuniones estilo municipal —cabildos— están llevándose a cabo para debatir las causas y soluciones del malestar actual. Cientos de chilenos se sientan inmersos en la conversación, reflexionando sobre el pasado, presente y futuro de su país. Mientras las huelgas y protestas continúan en todo el país, decenas de miles de personas han asistido a estas reuniones municipales espontáneas para buscar una salida a más de un mes de, en ocasiones, violento disturbio político.

Ha surgido la exigencia de deshacerse de la vieja Constitución creada por Pinochet y de escribir una nueva. El gobierno ha sido forzado a aceptar esta demanda, pero ha buscado mantenerla dentro del límite de los políticos durante su escritura. Las masas resistieron, exigiendo una asamblea popular para crear una nueva Constitución.

Un eslogan popular que surgió, “No son 30 pesos, sino 30 años”, se refiere al hecho de que las protestas no eran simplemente en torno al aumento del costo en el metro, sino contra los 30 años de la así llamada democracia post-Pinochet. No obstante, los indígenas, los mapuches, le han agregado al eslogan: “No son 30 años, sino 527 años”. Así, han extendido la lucha al más de medio milenio desde la Conquista.



Para los mapuches, éste no es un simple eslogan, sino la realidad de sus vidas. En la lucha actual, mujeres y hombres mapuche han hecho visible la lucha histórica que han llevado a cabo, principalmente, por la restauración de sus territorios ancestrales y por la recuperación de la dignidad y la vida como parte de un pueblo originario. Es una lucha que han realizado por siglos, y no es menos cierta en el momento actual:

Con el golpe de Estado de 1973 y el transcurso de la dictadura militar, se terminaron por liquidar los territorios comunitarios indígenas en el sur de Chile. A través de la división de las comunidades y su asignación a propietarios individuales, se buscó sin éxito borrar la identidad indígena del territorio histórico mapuche. Así, gran parte de estas tierras comunitarias fueron devueltas a las élites locales y latifundistas, sentando las bases para las industrias forestales y los megaproyectos […] Las comunidades mapuche en resistencia han logrado visibilizar su lucha histórica a partir de la construcción de sus memorias, la restitución de la vida y la dignidad, y el respeto a sus derechos colectivos como pueblo mapuche.

https://ojarasca.jornada.com.mx/2019/11/08/contra-el-pueblo-mapuche-multiples-violencias-del-estado-chileno-3355.html ¿Puede la profunda rebelión en Chile continuar hacia un pleno nuevo comienzo?

C. ¿Tendrán alguna vez los haitianos oportunidad de determinar su propio destino?

Una vez más los haitianos han salido a las calles:

¡Todos somos víctimas en muchas formas! ¡Somos víctimas bajo las macanas de la policía! ¡Somos víctimas del gas lacrimógeno! ¡Somos víctimas porque no podemos comer! ¡Somos víctimas porque no podemos dormir!

*
No es sólo que tengamos hambre de pan y agua. Tenemos hambre de desarrollo para Haití. Haití es muy frágil


*
Exigimos borrón y cuenta nueva para cambiar el sistema. La potencial partida del presidente haitiano Jovenel no significa que las cosas simplemente vayan a cambiar. Continuaremos luchando para lograr el cambio en este sistema diabólico. No podrán matarnos a todos. Estoy seguro de que venceremos


Durante meses, los haitianos se han estado manifestando contra la más reciente injuria que les han infligido: la fraudulenta elección presidencial de Jovenel Moïse en 2017, un intento más de un líder corrupto por enriquecerse a sí y a sus compinches, incluso cuando esto ha significado reprimir a los manifestantes: algo así como 35 personas han sido asesinadas y un sinnúmero han sido golpeadas por las fuerzas de seguridad. Barricadas callejeras han sido construidas para detener la represión armada.

¿Pero se trata sólo de una cuestión de corrupción, un gobierno autoritario y violencia en las calles, una historia muy a menudo difundida sobre Haití? El encabezado de una reciente nota de Al Jazzera cuenta una historia más compleja: “¿Qué está realmente detrás de la crisis en Haití? Décadas de neoliberalismo, neocolonialismo y ahora injusticia climática han llevado a Haití al borde del abismo”

El núcleo de la realidad haitiana es la vida en el sistema económico capitalista en su forma neoliberal, así como el neocolonialismo en su manifestación racista desde que Haití se atrevió a tener su revolución encabezada por esclavos a inicios del siglo XIX; la ocupación militar de Estados Unidos siguió por décadas al imponer y apoyar la dictadura de Duvalier.



Manifestación en Port-Au-Prince exigiendo la renuncia del presidente Jovenel Moïse

Cuando el pueblo haitiano buscó una vez más tomar las riendas en sus manos al elegir como presidente al sacerdote teólogo de la liberación Jean-Bertrand Aristide, Estados Unidos limitó severamente las posibilidades de cualquier cambio radical necesario.

Después del devastador sismo de 2010, llegó “ayuda” racista/paternalista/neocolonialista a la que Haití ha estado continuamente sometido. Y ahora la “injusticia climática”.

Que no nos sorprenda que Haití sea desde hace mucho el país más pobre del continente americano, con cerca de un cuarto de sus 11 millones de habitantes viviendo por debajo de la línea de extrema pobreza de 1.23 dólares al día, y con 60% viviendo con menos de dos dólares diarios. Ello, a pesar de la riqueza de su tierra y la creatividad de su gente.

La más reciente crisis no fue sólo la cuestionable elección de Jovenel Moïse como presidente. Tuvo también su raíz en la más capitalista de todas las mercancías, el petróleo, así como en la crisis climática. Desde 2006, Haití había recibido petróleo bajo términos favorables dentro del programa de solidaridad venezolano Petrocaribe. Como observa la nota de Al Jazeera:

Se suponía que esto liberaría recursos para las iniciativas de desarrollo económico en infraestructura y para promover la producción agrícola. No obstante, la corrupción a gran escala se tragó billones de dólares de ganancias que el programa le generó al gobierno […]

Con la economía venezolana hecha pedazos, Caracas tuvo que detener los cargamentos de petróleo en marzo de 2018, lo cual provocó faltas de combustible en Haití. La crisis se agravó con la medida del gobierno en julio de ese año de quitar los subsidios a la energía, lo cual incrementó los precios de la gasolina en más de 50%.

La decisión fue tomada bajo presión del fmi, el cual prometió un paquete de préstamo financiero de 96 millones de dólares para ayudar al país a repagar su deuda, así como del G20 y de agencias internacionales, los cuales habían estado exigiendo el fin de los subsidios a la gasolina […] Los subsidios a la energía les estaban brindado un apoyo muy necesario a los más de seis millones de haitianos empobrecidos que viven con 2.41 dólares al día. Desde mediados de 2018, la crisis ha empeorado progresivamente y, recientemente, las protestas contra el gobierno se han intensificado […]”

https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/crisis-haiti-190927092336787.htm Todo esto está teniendo lugar en el contexto de un devastador cambio climático: “Los huracanes destruyeron casas, la producción de comida, los víveres básicos y la infraestructura, y una intensa sequía agotó los recursos acuíferos de la isla […] injusticia climática”.

¿Cómo puede el pueblo haitiano tomar el destino en sus propias manos?

D. Colombia: trabajadores, estudiantes, indígenas, mujeres y afrocolombianos salen a las calles contra el régimen de derecha del presidente Duque

Por cientos de miles, colombianos en las ciudades y en comunidades de todo el país salieron a las calles el 21 de noviembre para realizar un paro masivo contra el gobierno autoritario del presidente Iván Duque. Entre las demandas inmediatas estaban las protestas en contra de posibles cortes en las pensiones y cambios en las leyes laborales que disminuirían los salarios de los jóvenes. El Comité Nacional de Paro, una organización colectiva de agrupaciones indígenas, agrarias, civiles y laborales había convocado originalmente a la protesta. A la vez, tal como observó un manifestante:

Esta marcha y este paro nacional no fueron convocados por ninguna sola organización. Somos toda la gente de este país los que estamos hartos, así que sólo nos pusimos una fecha y nos convocamos a nosotros mismos a salir a la calle. Nadie, ningún partido político, ningún movimiento social, ningún grupo o estructura controlan esta huelga. Es un sentimiento que todos tenemos contra el gobierno.



Una de las recientes movilizaciones en Colombia

Siguiendo los pasos de las explosiones masivas en Ecuador y Chile, los colombianos están desafiando las políticas autoritarias de Duque desde su elección como presidente en agosto de 2018:

Ustedes han visto el levantamiento en Chile. Lo han visto en Ecuador, en cualquier parte de América Latina. Todo lo que se les ha hecho injustamente a las personas en otros lugares se nos ha hecho a nosotros en Colombia durante muchos, muchos años.

Esto no quiere decir que los colombianos no tengan preocupaciones y exigencias concretas en relación con su propio país. Colombia es parte de una América Latina en rebelión continua a finales de la segunda década del siglo XXI; al mismo tiempo, los colombianos tienen sus propias preocupaciones y demandas concretas ligadas con su propia realidad, las cuales se remontan varios años atrás, incluso décadas:

Están matando a nuestros líderes sociales, nuestra identidad cultural. Nuestras comunidades indígenas están en peligro y las reformas económicas, políticas y laborales no benefician al pueblo colombiano.

Previamente este año ocurrió el asesinato de seis activistas indígenas en la región de Cauca. Eso desató protestas masivas. Cerca de 800 líderes sociales indígenas y populares han sido asesinados desde que los acuerdos de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron firmados en noviembre de 2016. Las negociaciones fueron llevadas a cabo sin la participación de los movimientos sociales colombianos, quienes tenían sus propias demandas y preocupaciones. Ha sido evidente que Duque —siguiendo a su mentor, el expresidente Álvaro Uribe— ha buscado sabotear la implementación de esos acuerdos de paz.

Vilma Almendra, una mujer nasa-misak y líder indígena, habló recientemente de la realidad del presente momento:

Como mujer nasa-misak, les pediría a las personas, procesos y movimientos que entiendan que lo que está pasando en Colombia, la guerra que nos están imponiendo, es precisamente para garantizar la reproducción del sistema patriarcal, colonial y capitalista para acumular riqueza allá en Estados Unidos. ¿Quién se está beneficiando con esta sangre, con la muerte, con los desplazamientos, con la destrucción de nuestra autonomía aquí?

Otros manifestantes les están dando voz a sus preocupaciones:

Que pare el asesinato selectivo y sistemático de activistas, hombres, mujeres, indígenas, afrocolombianos, agricultores y estudiantes, quienes están defendiendo el derecho a vivir en sus territorios, el derecho a que la biodiversidad sea respetada, a que los acuerdos de paz sean respetados.

*
Vivimos en un país que mata niños, que mata líderes sociales, con un gobierno que está en contra de la paz. Ésta es la razón por la que algo tenemos que cambiar. No podemos seguir viviendo así.


*
No tenemos miedo de luchar por la justicia y la paz, y tomaremos las calles hasta que las obtengamos. ¡La gente no se rinde, carajo!


*
Las cosas se están calentando. La gente cree ahora que esto puede verdaderamente cambiar. Pero necesitamos estar firmes y exigir que Duque renuncie de inmediato. No tenemos nada que negociar con él. ¿Por qué deberíamos? […] Este gobierno tiene que caer.


En Colombia, como en todas partes de América Latina, muchos están preguntando: ¿Hacia dónde vamos ahora? Éste es el gran reto al que todos nos enfrentamos en nuestro continente.

II. ¿Puede estar a la vista la revolución permanente en América Latina?

En la parte I, hemos examinado brevemente unas cuantas de las muchas revueltas y resistencias que están ocurriendo hoy en América Latina. Al buscar discernir el significado, la importancia de estos momentos y procesos de rebelión desde abajo, no estamos tratando de imponer sobre ellos una abstracción externa llamada “revolución permanente”. Más bien, vemos en estos movimientos no sólo la demanda “¡Ya basta!”, o incluso “¡Que se vayan todos!” —tan importantes como son estos llamados a destruir, a deshacerse de lo viejo—, sino igualmente las semillas, el exhorto implícito por una forma de vivir totalmente diferente: la construcción de una forma de vida basada en nuevos comienzos humanos.



En este momento, no se trata necesariamente de un pleno llamado abierto, si bien algunos sí expresan tal deseo. Pero no hay duda de que hay un surgimiento de lo nuevo: semillas e incluso brotes que nacen, presentes en las explosiones masivas contra lo viejo, lo positivo en lo negativo. El reto que se presenta ante nosotros es ¿cómo podemos tomar lo que está implícito en estos levantamientos masivos desde abajo —el deseo de una libertad plena— y desarrollarlo en una forma explícita tal que pensar y actuar en torno a la libertad plena se vuelva la única vía auténtica para seguir adelante? Precisamente esto es lo que nosotros llamamos revolución en permanencia.

Al denominarla así, nos relacionamos con y exploramos los orígenes y el desarrollo más revolucionario del término en el pensamiento y la práctica de Karl Marx. Cuando Marx estaba rompiendo con la sociedad capitalista (burguesa), él expresó la necesidad de que la humanidad fuera más allá de la emancipación política hasta la totalidad de la emancipación humana. Al hacerlo, Marx escribió sobre la necesidad de declarar “la revolución como permanente”:

La emancipación política es, en efecto, un gran progreso; aunque no sea la última forma de la emancipación humana, lo es en el actual orden del mundo […] Pero no hay que engañarse sobre los límites de la emancipación política […] constituirse como la vida real y coherente de los hombres a nivel de especie. Esto, sin embargo, no puede conseguirlo más que contradiciendo violentamente la base de su propia vida, es decir, declarando la revolución como permanente […] Sólo cuando el hombre real, individual, reabsorba en sí mismo al abstracto ciudadano y, como hombre individual, exista a nivel de especie en su vida empírica, en su trabajo individual, en sus relaciones individuales; sólo cuando, habiendo reconocido y organizado sus “fuerzas propias” como fuerzas sociales, ya no separe de sí la fuerza social en forma de fuerza política; sólo entonces se habrá cumplido la emancipación humana (Karl Marx, 1843)

Páginas malditas. Sobre La cuestión judía y otros textos. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2013, pp. 23-24, 37.
Durante las siguientes cuatro décadas, Marx desarrolló y concretó este original llamado a la revolución permanente. Entre los elementos cruciales que desarrolló estaban los siguientes:

La revolución permanente tenía como fundamento la filosofía de un “naturalismo realizado o humanismo”. Sólo la realidad de la emancipación humana podía liberar este humanismo en su totalidad. La revolución permanente y la emancipación humana estaban por tanto plenamente interconectadas.

La revolución permanente era para Marx un concepto de clase. Él vio la necesidad de superar al capitalismo por medio de la actividad emancipadora del proletariado. La necesidad de arrancar de raíz al capitalismo se centraba en acabar con el trabajo explotado, alienado, que los seres humanos realizan en la sociedad capitalista de clase.

A la vez, la revolución permanente implicaba para Marx la búsqueda y el descubrimiento de múltiples sujetos humanos de la transformación social: campesinos, gente afro esclavizada en Estados Unidos, pueblos indígenas, mujeres, etc. Tal como él lo expresó: “Nuevas fuerzas y pasiones que se agitan en las entrañas de la sociedad”.

Asimismo, la revolución permanente incluía a países y sociedades en varios estados de desarrollo a nivel global, como puede verse en el interés de Marx por la forma colectiva social del campesinado ruso —el mir—, así como en su interés por las sociedades precapitalistas, como se ve en su comentario sobre los iroqueses en América del Norte y en sus varios comentarios en sus Apuntes etnológicos en sus últimos años.

Para Marx, la revolución permanente también abarcaba la cuestión de la organización revolucionaria, como puede verse en su Crítica al Programa de Gotha, donde Marx cuestionó fuertemente un programa supuestamente socialista cuya visión era un reformismo limitado como camino al socialismo, en vez de una perspectiva sobre destruir la ley del valor capitalista y, con ello, crear las bases para que el trabajo fuera una fuerza creativa en seres humanos en desarrollo.

Lo que le permitió a Marx fundir estos elementos en el concepto de revolución permanente fue el fundamento sobre el que estaba parado: su atención en el humanismo de los seres humanos y su determinación a recrear la dialéctica revolucionaria como una filosofía de la revolución en permanencia.

¿Cómo puede el llamado de Marx a la revolución permanente tener significado en la realidad actual de América Latina?



Mujeres zapatistas

Desde la Conquista, el humanismo en América Latina se ha expresado como luchas de emancipación: en la resistencia de la multitud de pueblos originarios a su esclavización en las minas y haciendas; en los pueblos africanos traídos en cadenas y en sus descendientes a través de una resistencia rebelde, incluyendo la revolución, tanto en el continente como en el Caribe. El humanismo como lucha por la emancipación humana sigue siendo expresado en nuestros díaspor hombres y mujeres trabajadores en la fábrica y en el campo, por mujeres que exigen el fin del sexismo, por jóvenes que exigen el derecho a la educación y a una vida decente, por las masas que protestan en las calles de nuestras ciudades y en el campo a lo largo y ancho del continente latinoamericano.

No puede haber duda de que las clases y la lucha de clases son puntos nodales en nuestro continente. Uno ve esto en la abrumadora desigualdad en tantos países: pobreza para millones, riquezas sinnúmero para unos pocos. Las protestas masivas contra la austeridad en Argentina que llevaron a la caída de Macri, así como los levantamientos masivos en Ecuador y Chile, son una muestra de que la cuestión de la lucha de clases es significativa; las protestas en Colombia y las continuas protestas en Haití son también evidencia de ello.

A la vez, lo que ha caracterizado a estas luchas en curso es que la clase, entendida sólo como la clase trabajadora, no es el único determinante de estas revueltas. Una multiplicidad de sujetos revolucionarios —mujeres, indígenas, jóvenes, entre otros— están en primer plano. También los afros, como en el caso de las masas afrobrasileñas, afrocolombianas y haitianas.

Estas luchas emancipadoras no se dan sólo en los países más grandes de nuestro continente, o sólo en las ciudades, sino que son llevadas a cabo en los países más pobres, como Haití, o en las comunidades rurales que buscan proteger sus recursos y su forma de vida. La lucha por la autonomía en México, como en las comunidades zapatistas en Chiapas y en las organizaciones de autodefensa independientes en Guerrero, muestran que la lucha en el campo es crucial.

Otra característica de estas luchas latinoamericanas es que son predominantemente llevadas a cabo independientemente de partidos políticos o grupos vanguardistas. Formas de organización surgen desde abajo en la lucha: concejos vecinales, grupos de autodefensa, grupos de mujeres y de jóvenes. A menudo, estos movimientos están en contra del “vanguardismo machista” que en ocasiones ha buscado controlar y limitar las luchas de masas.

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Así, podemos ver que las revueltas continuas de América Latina contienen las semillas para la construcción de una sociedad plenamente humana sobre nuevos comienzos. ¿Cómo tomamos lo que está implícito en estos movimientos emancipadores y lo hacemos plenamente explícito, lo llevamos a la totalidad de la revolución permanente?

No parece que tengamos en este momento a un Marx vivo que nos ayude, pero sí tenemos el cuerpo de ideas emancipadoras que nos dejó. El reto es: ¿cómo nosotros, en tanto involucrados en las luchas de liberación, en tanto revolucionarios vivos, podemos trabajar para recrear para nuestro tiempo y lugar el legado de revolución permanente que Marx elaboró, no como una receta para ser seguida, sino como una herencia viva para que la concretemos en nuestros días? Esto plantea más preguntas importantes:

¿Quién asumirá la responsabilidad de levantar la bandera de la revolución permanente en una forma que auténticamente confluya con el movimiento de revueltas continuas desde abajo?

¿Podemos convertirnos en revolucionarios pensadores-activistas que se alineen históricamente con aquéllos que han estado con y han apoyado a los movimientos masivos?

¿Podemos volvernos proyectores de teoría revolucionaria y ayudar al desarrollo de una filosofía total de liberación para nuestros tiempos?

¿Podemos ayudar a construir organización revolucionaria, no de una forma “vanguardista-machista”, sino como individuos y organizaciones que practiquen la revolución en permanencia en convergencia con las masas en movimiento emancipador?

Éste, argumentaríamos nosotros, es el reto absoluto de nuestros tiempos

¡Que viva la revolución en permanencia!

Nota editorial. Las citas de voces desde abajo en este artículo son de La Jornada, Democracy Now, Desinformémonos, Roar Magazine y The Guardian.
https://praxisenamericalatina.org/america-latina-en-2019-2020-un-continente-en-rebelion-continua/

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