Noviembre de 2019
Guerra siempre, guerra por doquierAna Esther Ceceña, David Barrios, Alberto Hidalgo
Los estrategas estadounidenses han identificado claramente dos ejes del mal. El primero concierne a los países que tienen capacidad potencial de poner en riesgo la hegemonía de Estados Unidos sobre el proceso de reproducción tanto de las relaciones de poder como del sistema. El desafío mayor consiste en afianzar su superioridad, particularmente en los campos tecnológico y económico, frente a China, Rusia e Irán –Corea del Norte en menor medida–, para inhabilitar una posible coalición que podría resultar cada vez más difícil de enfrentar. Ya las competencias en varios campos de tecnología militar muestran grietas en el monolito estadounidense, pero las dimensiones globales aún distan de anunciar la caída del imperio. Si bien con distintos estilos y dinámicas, es evidente que ambos lados deben apresurarse para definir posiciones.
Geográficamente, uno de los espacios que marca los términos de la disputa es América Latina, donde por cierto se ubica el segundo eje del mal conformado por Venezuela, Cuba y Nicaragua, de acuerdo con los documentos militares estadounidenses, y dibujándose un poco en las sombras, Bolivia.
La apuesta aquí es distinta. Nadie en esta región tiene condiciones de disputar el liderazgo mundial. Lo que sí se asoma son proyectos de organización sistémica no capitalistas que, aunque en ciernes, coartan la libertad del hegemón para disponer de territorios, poblaciones, riquezas y voluntades. Peor aún, las tensiones generadas y las piezas en juego han acercado las posiciones de los integrantes de ambos ejes y el espacio históricamente monopolizado por Estados Unidos ahora alberga proyectos de infraestructura, de comunicación, económicos, tecnológicos y culturales prescindiendo de la participación de la potencia del tío Sam. América Latina adquirió capacidad para disputar narrativas mediante la creación de Telesur, en alianza con HispanTV y Russia Today, y a la vez es una ventana para vislumbrar las visiones no americanas del mundo.
La construcción de sistemas de comunicación lo más independientes posible, y el blindaje del espacio cibernético han sido parte de los campos de trabajo conjunto que buscan evitar ataques financieros o a las infraestructuras críticas.
La ciberguerra y la guerra sobre terreno
En este contexto, es interesante observar algunos de los movimientos y de las declaraciones del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. En sus propios términos, la definición de los desafíos a enfrentar, de acuerdo con el documento Estrategia del Comando Sur actualizado en mayo de este año, se identifica con el creciente papel que tienen sus competidores más cercanos, pero también otros países y amenazas no estatales.
…China está aumentando rápidamente su comercio e inversión, y ahora es el mayor acreedor de la región […] ha expandido su iniciativa One Belt, One Road en América Latina y el Caribe a un ritmo que algún día podría eclipsar su expansión en el Sudeste asiático y África. Rusia e Irán han aumentado contra Estados Unidos esfuerzos de información en la región, e Irán ha exportado su apoyo estatal al terrorismo en este hemisferio […] China emplea las mismas prácticas de préstamos extranjeros depredadores y opacos que ha implementado en todo el mundo para ejercer influencia política y económica en este hemisferio. El control de China de los puertos e infraestructura de aguas profundas asociados con el Canal de Panamá mejora su postura operativa global. Sus inversiones en telecomunicaciones y el acceso a instalaciones de rastreo espacial ponen en riesgo las operaciones militares, la propiedad intelectual y los datos privados. China y Rusia también apoyan a sus aliados autoritarios en Cuba, Venezuela y Nicaragua, a menudo a través de propaganda y otras herramientas relacionadas con la información. Rusia difunde la información para sembrar la desunión, recolecta inteligencia y despliega activos estratégicos como buques de guerra y bombarderos con capacidad nuclear en la región para demostrar su alcance global […] El representante de Irán, el Hezbolá libanés, mantiene redes de facilitación y recauda fondos en el hemisferio, a menudo a través del tráfico de drogas y el lavado de dinero. Irán sigue siendo el patrocinador estatal más importante del terrorismo en todo el mundo. (Southcom, 2019)
Al hegemón le preocupan los 56 acuerdos portuarios que, de acuerdo con sus estimaciones, China tiene en la región como parte de su estrategia de desarrollo denominada One Belt, One Road y que ponen en riesgo su posición de dominio. Pero además de ello, se señalan insistentemente las inversiones del gigante asiático en tecnología e infraestructura informática y de información para “conseguir ampliar su influencia” a la que atribuye una clara dimensión militar. En el mismo sentido, son señalados los esfuerzos de Rusia e Irán por construir plataformas de comunicación, en articulación con Telesur, que logren contrarrestar el relato hegemónico.
A este discurso en torno a la pérdida de control sobre el área, subyace una lógica que aunque actualizada, remite al mismo viejo imperialismo de Estados Unidos. Esto quedó patente en el discurso pronunciado por el Mayor Daniel Walrath, jefe de las fuerzas de tierra del Comando Sur desde julio pasado:
[En tanto América Latina constituye el área de responsabilidad del Comando Sur], es nuestro vecindario, y la misión del Ejército del Sur es dirigirse hacia los retos de seguridad en común en cooperación con nuestros socios, lo que representa la versión actual de la Doctrina Monroe. (Dotson, 2019).
No obstante, el trabajo regional ha ido quedando bajo la responsabilidad de los aliados locales. Muchos de los países del área participan en distintos intercambios, ejercicios, convenios y entrenamientos con Estados Unidos, pero las actividades conjuntas con Colombia, Chile, Honduras y Brasil han tenido un carácter más de socios corresponsables. Colombia resalta por su protagonismo en la guerra con Venezuela y por el papel que tiene al entrenar a las fuerzas de otros países del área, en este caso, a partir del U.S.-Colombia Action Plan for Regional Security Cooperation. De acuerdo con información del Ministerio de Defensa del país andino, entre 2013 y 2017, Colombia entrenó a 16,997 efectivos, de los cuales el 85% provenían de países de Centroamérica (Beittel, 2019).
Operaciones Especiales
Las modalidades de guerra contemporánea, en muchas ocasiones sin la participación de ejércitos explícitos, han llevado a la proliferación y generalización de las Operaciones Especiales. Entre otras razones porque éstas, que parten de un principio de clandestinidad, permiten intervenir en escenarios en los que no se puede o desea actuar de manera abiertamente militar. Es decir que se trata de formas de intervenir que pueden apuntalar discretamente el proceso de derechización o de conformación de regímenes y sociedades afines con los intereses del hegemón.
En nuestra región, el seguimiento que de manera permanente hacemos sobre distintas actividades militares nos permite señalar que en lo que va del año se han llevado a cabo 7 intercambios, ejercicios y entrenamientos dedicados a este tipo de tareas.[1] En marzo se realizó en Tolemaida un curso de dos y tres semanas de duración en este tipo de tácticas dirigido a suboficiales colombianos, mismo que fue replicado en el mes de septiembre en Canto Norte, Bogotá. En esos mismos días un entrenamiento en Operaciones Especiales facilitado por el componente aéreo de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (Base de Soto Cano en Honduras) se llevó a cabo en El Salvador, dedicado especialmente a lanzamientos en paracaídas aire-tierra y en escenarios anfibios. También en marzo el Comandante Militar Adjunto del Southcom Michael Plehn, visitó Colombia, donde sostuvo reuniones con la División de Operaciones Especiales del país. Otro intercambio de este tipo se dio en Goiânia en el mes de abril, entre el Ejército brasileño (que cuenta con el primer batallón de Operaciones Psicológicas de la región) y el Comando Sur. Específicamente fueron abordados temas relacionados con Operaciones de apoyo de información, mismas que son definidas como:
…planificadas para transmitir información e indicadores seleccionados a audiencias extranjeras para influir en sus emociones, motivos, razonamiento objetivo y, en última instancia, el comportamiento de gobiernos, organizaciones, grupos e individuos extranjeros de manera favorable a los objetivos de quien las origina. También son conocidas como MISO (dod, 2019).
En junio se llevó a cabo el ejercicio Fuerzas de Operaciones Especiales-Fuerzas Comando, en esta ocasión en Chile con participación de 20 países. Los “juegos de competencia” son acompañados de seminarios entre militares con mayor perfil con el objetivo de fortalecer las alianzas y alcanzar la “seguridad regional”. Finalmente en lo que corresponde a lo que va de este 2019, se llevó a cabo un Entrenamiento de Intercambio Combinado Conjunto sobre Operaciones Especiales de carácter bilateral en Paraguay.
Como se ve, si bien las Operaciones Especiales regularmente se asocian con la introducción de grupos de acción específica y acotada, lo que propicia crecientemente el uso de mercenarios, para desestabilizar los escenarios de la guerra, esas actividades van orientándose cada vez más hacia intervenciones cibernéticas, o de manejo de información y contrainformación para la contaminación o fabricación de narrativas.
Fuentes consultadas
Beittel, S., June, 2019, “Colombia: Background and U.S. Relations” (actualización a febrero de 2019), Congressional Research Service
Dotson, Ashley, 2019, “U.S. Army South Welcomes New Commander”, Southcom, 16 de julio.
Department of Defense, 2019, DOD Dictionary of Military and Associated Terms, enero.
Southcomm, 2019, “Southern Command Strategy: «Enduring promise for the Americas»", Florida.
[1] Las referencias a las actividades del Comando Sur fueron consultadas en todos los casos en el sitio electrónico www.southcom.mil
https://www.alainet.org/es/articulo/202950Visitas: 472