Noviembre de 2019
Estado nación y pueblo indígenasPedro Portugal Mollinedo
Este asunto es muy importan-te porque tocamos el tema po-lítico. La política en nuestro me-dio está actualmente desvalori-zada; muchos aceptan la opinióndel dramaturgo francés LouisDumur: “La política es el arte deservirse de los hombres hacién-doles creer que se les sirve aellos” y olvidan lo que indicó laantropóloga Margaret Mead —yque se aplica perfectamente a laacción política—: “Nunca dudesque un pequeño grupo de ciuda-danos reflexivos y comprome-tidos puede cambiar el mundo.De hecho, son los únicos que lohan logrado”.El recelo a la política confundelo malo de un proceso con loque éste debería ser realmente.Tenemos una necesidad de cam-bio en Bolivia. Las frustracionesal respecto solo ponen de relieveesta urgencia. Por ello, es im-prescindible deslindar aspectosteóricos sobre los pueblos in-dígenas y el Estado nación, rela-cionándolos con el tema políticoy la descolonización.Debemos entender la políticacomo la administración del poder.No es sentimiento ni sola ideo-logía. No podemos creer que ungobierno sea “indígena” si ésteno está en la administraciónpública también como directivo,y no solo como portero o recep-cionista, o como elemento co-rrupto —como ocurre actual-mente—, lo que sirve solo paradesmerecer nuestra causa.Surgimiento del EstadonaciónPara entender el Estado naciónen relación a lo indígena previa-mente debemos precisar algu-nas definiciones. El conceptoEstado nación está conformadopor dos términos, el primero espolítico-jurídico, el Estado; elsegundo es histórico, étnico,cultural: la nación.Estamos en momentos en queen la academia y en ámbitospolíticos se difama el significadodel Estado nación. En nuestrocaso, esa difamación se escudaen la propuesta plurinacional.El Estado nación hace parte deun proceso que puede calificarsede universal. El Estado naciónes una forma de organizaciónpolítica que se caracteriza portener un territorio claramentedelimitado, una población rela-tivamente constante, y un go-bierno. Lo que da sentido a esaforma de organización política essu viabilidad.El Estado nación surgió pararesolver problemas de admi-nistración política en contextoscada vez más amplios y hete-rogéneos. Cuando ese procesono se culmina surgen casoscomo España, donde regionescomo Cataluña y el país Vascoestán en permanente procesode disociación. Lo de España esun caso de Estado nación fallidoque contrasta con la situaciónde sus vecinos, por ejemploFrancia, que señala un casoexitoso de Estado nación. ElEstado es, pues, una adminis-tración que para ser viable ne-cesita una base estructural, quees la nación.Existen otros componentes.Pueblo es el sujeto político en elque reside la soberanía consti-tuyente de un Estado. El puebloes el portador de mitos comunesa través de una memoria his-tórica, de comportamiento ge-neralmente solidario. Otro con-cepto es la patria, que en senti-do estricto es el país o lugar enel que se ha nacido o al que sepertenece por vínculos históri-cos o jurídicos, lo que implicauna vinculación de carácterafectivo.Un pueblo automáticamenteno es Estado, pues ello implicaun proceso político a través dela nación. La nación es una uni-dad compleja de varios elemen-tos: conjunto de individuos uni-dos por un lazo común y porun lazo de conciencia que lespermite una convivencia agru-pada.En Bolivia se ha popularizadoel término nación para justificarel apelativo “plurinacional” delactual Estado. Sin embargo, unacaracterística vital de la naciónes la conciencia de ser tal, lo queestá ausente en la mayoría delas “naciones” que conforman laactual plurinacionalidad boliviana.De esa ausencia surge la ins-trumentalización política. Losmiembros de esas supuestasnaciones hacen el servicio militarboliviano, reverencian sus héroesy mitos fundadores y expresanculto patriótico a sus símbolos.El único pueblo en el que sevislumbra un sentimiento na-cional real y fundamentado esel aymara, aunque es más fácilpercibir nacionalismo ideológicoen algunos de sus intelectualesurbanos que en ese pueblo pro-piamente dicho.Se ha banalizado —influencia* El presente artículo es la transcripción,editada por el autor, de su conferenciamagistral en el 1º Congreso de HistoriaIndígena organizado por la Carrera deHistoria de la UPEA. y el Centro deInvestigaciones y Estudios HistóricosLARAMA , el viernes 13 de octubre 2017en el Salón Akapana de la UniversidadPública de El Alto.Pedro Portugal Mollinedo, en ocasión de su conferencia magistral «Estado nación y pueblos indígenas», en el 1º Congresode Historia Indígena organizado por la Carrera de Historia de la UPEA. y el Centro de Investigaciones y EstudiosHistóricos LARAMA.Foto: Hugo Salinas.
Del muticulturalismo posmoder-no— la dimensión de la nación ydenigrado al Estado nación. Laplurinacionalidad es, empero,artificial y sin real manifestaciónsocial. La ausencia de plurina-cionalidad ha querido ser subsa-nada con sobredosis de ideolo-gía, lo que es el pachamamismo.Sin embargo, los verdaderos es-tados de conciencia no devienendel implante de ideologías, sinoque son reflejo de condicionesmateriales.Así, se llama nación a cualquiermanifestación, cuando en reali-dad la nación es algo concreto yevidenciable. La nación es —para utilizar los términos deErnest Renan— un “plebiscitocotidiano”.¿Cuáles son las condicionesmateriales de la conciencia na-cional y del Estado nación? Pararesponder, detengámonos unpoco en la historia del Estadonación, que señala esa construc-ción no como solución existen-cial o resultado de procesosemotivos, sino como expedientepolítico desarrollado primero enEuropa.El concepto de Estado fue utili-zado por primera vez por el ita-liano Nicolás Maquiavelo —lostato— para designar la orga-nización política. Que Maquiavelolo haya utilizado es revelador,pues para él por la naturalezadel hombre solo una organi-zación fuerte puede garantizarun orden social adecuado.Históricamente, el Estado na-ción es consecuencia del tratadode Westfalia, al final de un largoperíodo de guerras en el sigloXVII. Este tratado acaba con elantiguo orden feudal generandonuevas organizaciones territo-riales y de población. Se estable-cen límites espaciales y se ponenen marcha mecanismos institu-cionales que configurarán gra-dualmente esta nueva realidad.Los dislatespachamamistasEl éxito de esta forma políticalo universaliza. Su repetición enotros contextos no se debe úni-camente a la perversidad colo-nial, sino a que inquietudessimilares a problemas análogostienden a generar respuestascomparables. La deformacióncolonial se expresa en la impo-sición del colonizador y en la ani-quilación de la iniciativa delcolonizado.Indico ello porque se ha vul-garizado una interpretación dela descolonización según la cuallos modelos y formas adminis-trativas propugnadas para lospueblos indígenas tienen queser esencialmente diferentes alos de otras partes del mundo.Así, referirse a cualquier expe-riencia europea es rápidamentemotejada de “eurocentrismo”,proponiéndo como alternativaesquemas y modelos “genuinos”,pero fantasiosos e ilusorios.Esta posición es nueva y notuvo lugar en la descolonizaciónque a partir de los años 60 cam-bió el mapa político mundial. Nofue preocupación de los iraníes,por ejemplo, retornar a los de-talles culturales de la antiguaPersia ni reivindicar la religión deZoroastro, sino que su lucha sela realizó bajo la identidad religio-sa del Islam que, en definitiva,es una religión conquistadoracomo lo fue para nosotros elcristianismo.El desenvolvimiento de los pue-blos tiene sentido en un procesoque abarca toda la humanidad.Esa “globalización” explica queaun cuando no se sea parte deuna determinada civilización quecoyunturalmente encabeza elproceso mundial, cualquier pue-blo puede legítimamente asumirsus logros y mecanismos, en lamedida que les sean funcionalesa su propio desenvolvimiento ya su específica coherencia.Recientemente, el intento dealejar a los pueblos indígenas delcontexto general ha adquiridocaracterísticas sorprendentes alenclaustrar la reflexión sobre ladescolonización, como si se tra-tará de recuperar saberes, co-nocimientos y formas de organi-zación propias que, necesaria y“epistémicamente”, tienen queser diferentes a las globales.Ese posicionamiento es estra-falario y contraproducente, puestiende a mantener la coloniza-ción en vez de superarla. Enefecto, la corriente culturalistaposmoderna que ha degeneradoen el pachamamismo tiene suorigen en el Occidente y sirve asus intereses. Cuando pensa-dores o activistas indígenasrepiten esas pachotadas esen-cialistas se inhiben de asumir elrol básico de la descolonización,que es el tema del poder.Ese sin sentido es particular-mente grotesco en el marco teó-rico. Lo ilustraré con ejemplos:Es común creer que existe unavisión lineal de la historia, quesería la occidental, mientras lanuestra sería cíclica. Esa visiónlineal se la ejemplifica con lasucesión de etapas, tan cara almarxismo, mientras que la indí-gena es graficada con abundan-cia de términos exóticos usual-mente en lenguas nativas e ilus-traciones que resaltan ciclos ce-rrados o procesos en los quesobresale un “progresivo retor-no atrás”.En realidad, la noción de histo-ria cíclica es también occidental.Pongamos el caso de Arnold J.Toynbee y sus estudios sobrela historia. Es sabido que la cien-cia necesita de instrumentosconceptuales para interpretar larealidad y en ese campo cuandose propone una teoría no se lohace como reivindicación étnicao como cruzada ideológica, sinocomo propuesta instrumental deconocimiento. Sin embargo, pa-ra muchos la concepción cíclicade la historia es étnicamentenuestra, desconociendo su ca-rácter científico occidental y, porello, vinculándose más con elesoterismo ocultista “ciclístico”,también occidental.De la misma manera, la noción“occidental” de historia lineal tie-ne poco que ver con su caricatu-ra. No es una flecha disparadaal vacío, sino un proceso quegeneralmente toma la forma deespiral y que interpreta tambiénel “retorno atrás”.Pertinencia del Estadonación para los indígenasProgresivamente, el modelo deEstado nación se consolida enEuropa y el mundo. Las institu-ciones políticas del Estado naciónmaduraran en 1789 (Revoluciónfrancesa) y se plasman en laDeclaración de Independencia delos Estados Unidos (4 de juliode 1776) y el texto de su Cons-titución de 1787.Se trata innegablemente deaportes que pueden ser útilesen cualquier contexto, a condi-ción de poseer libertad y capaci-dad de innovarlos. Los pueblosindígenas por la situación colo-nial no disponen esa posibilidady se les propone la receta deodiar al derecho romano y al có-digo napoleónico y reemplazar-los con la justicia comunitaria.Esa fórmula es inculcada a losindígenas por las ONGs, la aca-demia y actualmente el Estadoplurinacional. Se propone unimaginario romántico de la jus-ticia comunitaria, cuando la ver-dadera referencia —para los in-dígenas de Bolivia y de otros paí-ses— es el complejo código civily penal del Tawantinsuyu, el cualestaba en transición de expre-sarse en términos de DerechoPositivo.En la consolidación del Estadonación intervinieron los pueblosindígenas de las Américas comorecursos de inspiración para losdiferentes teóricos de este pro-ceso. Los textos de Colón sobreBajo la impostura de «saber» índígena se han impuesto especulaciones sobre laidentidad indígena que perjudican el empoderamiento de nuestros pueblos. Deesa manera se quiere hacer creer que los indígenas tienen una cosmovisiónhistórica diferente a la de otros países, cuando en realidad se copia laespeculación occidental, y no en sus vertientes científicas, sino esotéricas. Elresultado de esas maniobras se ve en los resultados políticos. Con elpachamamismo el indígena está como exótico y marginal, sin ningunainfluencia en el curso de los acontecimientos sociales y políticos.Fuente ilustración: diversos recursos web
Las comunidades precolombinasen las Antillas alimentaron el mitodel Buen Salvaje; los relatos so-bre El Dorado nutrieron no soloel imaginario de especuladores,sino también las reflexionessobre modelos de sociedad; elTawantinsuyu fue referencia dequienes discurrían sobre la justaadministración estatal y el mo-delo de los Hau De No Sau Nee,la confederación de Seis Nacio-nes Iroquesas, influenció gran-demente el sistema federal nor-teamericano.Los pueblos indígenas del Ta-wantinsuyu no pudieron hacerlo propio. El proceso colonialdestruyó su Estado, les impidióla actualización de sus formasadministrativas y de su pensa-miento creador.Es claro, entonces, que el temacentral es el de la nación indígenay su relación con el Estado. Alser coloniales los actuales Esta-dos y al resultar éstos inviables,la responsabilidad de los pueblosindígenas es de constituir un realEstado. Sin embargo, su formu-lación llega a ser compleja pordiversas razones, en particularpor la especificidad colonial queviven nuestros pueblos.Precisar el concepto«descolonización»Espues necesario detenernosen el proceso colonial y la des-colonización, entendida ésta noen términos culturalistas pos-modernos, sino como la urgenciade Estado para estas naciones.La colonización en nuestros si-tuación reprodujo la clásica pirá-mide colonial, en la que la cúspi-de la ocupa el colono y la baseel indígena. Pero también imple-mentó otro mecanismo, segúnel cual los indígenas ejercencierto poder autónomo, mientrasla administración central la de-sempeñan los colonos. Al pro-ducirse la independencia de losactuales países latinoamerica-nos, esos esquemas no varia-ron, sino que se actualizaron.Ambos mecanismos imple-mentaron y justificaron la explo-tación económica, la opresiónsocial y la discriminación racial.Curiosamente, al segundo re-curso —aislar a las poblacionesindígenas otorgándoles ciertaautonomía— se le ha otorgadoahora nobleza y legitimidadcomo “autonomías indígenas”.Sin embargo, la mayor conse-cuencia de estos mecanismosfue haber impedido la concreciónde un Estado nación viable enesta región.Curiosamente, el sistema deautonomías indígenas se pareceal de los Bantustan en Sudáfrica.Empero, mientras estos últimosfueron objeto de repudio inter-nacional, a los primeros se lesotorga respetuosa considera-ción, creyéndoles erroneamentereivindicación propia de los indí-genas.Es bajo esta consideración quese desarrolla la justificación teó-rica de la plurinacionalidad enBolivia. Se cree que se está in-novando, cuando en realidad sereproduce el «desarrollo separa-do» que imperó en estas tierrasdurante la colonia.Evidentemente, sobre esasbases el criollo no pudo fundarEstado nación alguno.Se debe descartar, entonces,el uso posmoderno —eminente-mente culturalista— del concep-to descolonización y vincularlo,más bien, al ambiente histórico,económico y social. En ese con-texto tendremos un panoramamás complejo, pero más realista.La primera complejidad viene delhecho de que, existiendo al inte-rior de estos países relacionesde tipo colonial, ya sucedió enun acontecimiento histórico detipo descolonizador: la indepen-dencia de los países latinoame-ricanos.Descolonización no consiste,entonces, en expulsar a los crio-llos a su “madre patria”, puesen realidad ya no la tienen en loque fue la Metrópoli. Muchomenos descolonización es en-cerrarse en supuestas autono-mías y recuperar “saberes”. Ladescolonización señala plasmarla tarea incumplida por el crio-llaje: construir el Estado nación.La segunda complejidad se re-fiere a los términos de ese Es-tado nación. Un Estado naciónno puede ser sino contemporá-neo. No podemos pensar ejecu-tar un Estado nacional en cir-cunstancias en que a nivel mun-dial la realidad del Estado mis-mo sufre mutaciones.Entendemos aEstado nacionalcomo la culminación de una solanación en Estado. En realidad,los casos históricos son deEsta-do nación, en el que se crea unarealidad nueva cuyo motor na-cional puede ser uno de sus in-tegrantes sin que ello impliquela desaparición o sujeción de losotros componentes. Se trata,en realidad de una nueva iden-tidad nacional.La constitución dela Alemania actual involucró ladesaparición de más de 300estados independientes, sin queclaramente se pueda discerniruna preponderancia definida. Elcaso de Francia es más elocuen-te: No hubo la “imposición na-cional” de una Francia pre-existente hacia las otras “et-nias”. No hubo recuperaciónmilenaria, pues el mismo nombrede ese país se refiere a losfrancos, quienes fueron elemen-tos germánicos invasores.El Estado nación en términosde descolonización es pues unacreación y no una recuperación,restauración o asunto parecido.Y se construye con materialesreales, existentes. Y eso noslleva a la tercera complejidad.No puede haber naciónsin EstadoLa tercera complejidad se refie-re a la naturaleza de la participa-ción indígena en ese proceso.Si convenimos en que el Esta-do nación es producto de la vo-luntad política, ello no significavoluntarismo, sino acción sobresituaciones y condiciones con-cretas. El criollo ha fracasado ensu responsabilidad de crear unpaís para todos, de constituir unEstado viable. La parte indígenaes el reguardo histórico para eseemprendimiento.El indígena constituye la partede la población que puede en-cauzar y realizar la descoloniza-ción forjando una nueva realidady creando el país para todos.La experiencia que vivimos, elintento “de cambio” del MAS, seha soldado por un fracaso en elterreno descolonizador. Las au-tonomías son pura fachada, de-sestimada por los propios indí-genas. La impostura en los plan-teamientos del gobierno ha ge-nerado una corriente entre gru-pos de jóvenes indígenas urba-nos bajo la consigna de “na-cionalismo aymara”. Evidente-mente, los aymaras son el pue-blo con mayor aproximaciónentre los indígenas para recla-mar los atributos de nación. Sinembargo, no se puede pensarnación sin contemplar el Estado.Ese aspecto todavía no es teo-rizado y menos desarrollado po-líticamente. De no hacerlo ade-cuadamente, esa corriente correel riesgo de volverse marginal eirrelevante.El nacionalismo tiene razón sicontempla la noción de Estado,y si al hacerlo se la incluye enun contexto global, en el quenecesariamente se deben cono-cer las nuevas formas de Estadoque, paradójicamente en la ac-tualidad, no están fundamen-tadas en el nacionalismo. Esa esla última complejidad a la queme refiero en esta ocasiónEn el caso de Bolivia ello implicaque el aymara no se mire solo así mismo, sino al conjunto de lapoblación y al mundo entero.Un término está ya en circula-ción, el dehegemonía qolla.Qolla expresa la raíz de la ay-maridad que puede tener lavirtud de integrar a la poblaciónen términos históricos y noesencialistas. Sin embargo, lapalabra que la acompaña —hegemonía— no es inmediata-mente tan prometedora, a noser que sea felizmente formuladaHegemonía puede indicar lasupremacía de un estado o pue-blo sobre otro. Puede señalartambién la dirección o conduc-ción política que un pueblo pre-tende para guiar a otros haciafines comunes. En este últimocaso, el pueblo aymara —através de una determinadaorganización política— puedepretender la construcción delEstado nación en Bolivia y nonecesariamente solo de unEstado nacional.Esta perspectiva exige visionesglobales a partir de un enfoquenacional particular. Si se partedel nacionalismo aymara es por-que existen tareas incumplidasen Bolivia, no por tribalismo. Lastareas incumplidas deben serresueltas, así sea como parte deproyectos que al final la rebasen.Soslayar ello es, precisamente,mantener la estructura colonialy la situación subordinado de lospueblos indígenas.Acometer la construcción delEstado nación implica discernirde qué manera se vincula elactual activismo indígena con la“memoria histórica”, no la quimé-rica pachamamista, sino la his-tórica indianista y katarista.También, cómo se pone términocabal a las tensiones del pro-yecto indígena con la republicanaBolivia. Ya Fausto Reinaga escri-bía:«De la Bolivia mestiza y dela Bolivia india hay que hacer unasola Bolivia; una sola nación. Yque el Estado no sea, como has-ta ahora, el opresor del indio, sinosu real personificación jurídica».Resulta anecdótico que el ori-gen de la actual bandera bolivia-na haya sido la wiphala a franjas(que procede de la observacióndel arco iris). Curiosamente, es-te símbolo después sería anta-gonizado con la emergencia dela wiphala a cuadros. Ahora lasdos banderas son símbolo de lapostiza coexistencia plurinacio-nal. Como nación, deberíamostener una sola bandera.Para concluir reiteramos: Nin-guna reflexión política sobre lanación tiene relevancia si no seencara la administración de lamisma, que solo puede ser através del Estado nación. Anto-nio Negri lo expresa de maneraclara: “...si la nación se haconvertido en realidad, si lafuerza soberana ha dado origena la nación, solo ha sido a partirdel concepto de Estado-nación”.
PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Noviembre 2019 Qollasuyu Bolivia Año 12 Número 159. Pp. 8,9,10. Visitas: 435