Agosto de 2019
Un análisis de los cambios producidos en los últimos 10 años en el sector de la energía en América Latina: por qué se redujo el consumo de petróleo y de las emisiones de CO2?
Unas semanas atrás publicábamos un breve análisis general sobre el último reporte energético de BP, uno de los análisis estadísticos más completos acerca de la energía mundial
(https://www.alainet.org/es/articulo/200377). Allí recogíamos expresiones del economista jefe de la empresa alertando que el mundo transitaba un camino insostenible en tanto el consumo energético y las emisiones de gases de efecto invernadero continuaban aumentando a pesar de todos los esfuerzos internacionales en contrario. También anotábamos que América Latina y Europa eran las únicas zonas del mundo que habían presentado una leve reducción de sus emisiones respecto al año anterior.
En este artículo intentaremos hacer foco en Latinoamérica y analizar las razones que explican esta singular situación en la región. Para ello iremos un poco más allá de la comparación entre 2017 y 2018 utilizada en el texto anterior y analizaremos la última década del sector energético en América Latina y el Caribe (excluyendo México), comparando el quinquenio 2009-2013 con el quinquenio 2014-2018 tratado de descubrir la “película” más que la “fotografía”.
Economía y energía
Históricamente, el crecimiento del consumo de energía en América Latina ha seguido la tendencia mundial: crecimiento constante, con excepciones en algunos años puntuales signados por las crisis económicas. Sin embargo, esta línea tendencial de crecimiento tiene sus particularidades según los períodos. El último quinquenio ha sido complejo para la economía de la región por diversas razones. Pero sin duda una razón fundamental ha sido la caída en los precios de las materias primas exportadas, que ha traído consigo una disminución en los ingresos nacionales de los países, una reducción del PBI y consecuentemente una desaceleración o retracción de las economías. Y esta realidad tiene su reflejo en el área de la energía, tanto en su producción como en su consumo, así como en sus emisiones de CO2.
Si se analiza el comportamiento del sector energético de América Latina en los últimos 5 años puede verse que, si bien continúa su senda de crecimiento, este ha sido menos acelerado que en años anteriores. De 2014 a 2018 el consumo energético aumentó 1,5%, de 693 a 702 Mteps (millones de toneladas equivalentes de petróleo), un porcentaje bastante menor que el quinquenio anterior cuando creció 15% (de 594 a 686 Mteps). Razonablemente, el menor crecimiento del consumo de energía está relacionado con el también menor crecimiento económico. El aumento del PBI regional que había sido en promedio de 15% entre 2009 y 2013 cayó al 5% en el período que va de 2014 a 2018, según los datos del Banco Mundial en valores constantes. En consecuencia se puede afirmar que la menor actividad económica en Latinoamérica ha ido de la mano de un menor crecimiento en el consumo energético.
Otro dato a tener en cuenta en el análisis es el aumento de la población, otra variable que puede dar cuenta de las variaciones en el consumo de energía. El crecimiento poblacional en América Latina se mantuvo relativamente estable durante la última década: 5% en el primer quinquenio y 6% en el segundo. Evidentemente, con un bajo incremento del consumo de energía y un mayor porcentaje de aumento poblacional la tasa de crecimiento del consumo de energía per cápita fue cayendo: de 9% en el primer quinquenio a -3% en el segundo. Es decir, en el período que va de 2014 a 2018, a pesar de haber aumentado el consumo de energía en la región, se ha reducido su consumo por habitante.
Petróleo vs. Renovables
Sin embargo, no solo cuantitativamente el crecimiento energético ha sido distinto en ambos períodos; también hubo un cambio cualitativo. En el último quinquenio hay una reducción del consumo de petróleo de 5% y este no es un dato menor. Hay que remontarse a la crisis de la primera parte de la década de 1980 para encontrar un descenso del consumo de petróleo por cinco años consecutivos en América Latina.
Sin embargo, no solo cuantitativamente el crecimiento energético ha sido distinto en ambos períodos; también hubo un cambio cualitativo. En el último quinquenio hay una reducción del consumo de petróleo de 5% y este no es un dato menor. Hay que remontarse a la crisis de la primera parte de la década de 1980 para encontrar un descenso del consumo de petróleo por cinco años consecutivos en América Latina.
El crecimiento del consumo de energía con una retracción del consumo de petróleo se explica por un crecimiento de las fuentes renovables de 14% entre 2014 y 2018 (otras fuentes como el carbón, la energía nuclear y el gas natural se mantienen relativamente estables). La matriz energética sigue siendo esencialmente fósil (71% en 2018), es decir, gas, petróleo y carbón, pero hay un notorio aumento de la participación de la energía hidráulica, eólica y solar. El consumo de petróleo cayó de 331,9 Mteps en 2014 a 315,3 en 2018. Mientras tanto las fuentes renovables pasaron de 176,8 a 200,9 Mteps en el mismo período.
Para tener un punto de comparación, en el quinquenio 2009-2013 el consumo de petróleo había aumentado 11% (pasando de 284,5 a 316,8 Mteps) mientras la hidráulica aumentó 7% en ese lapso (de 157,8 a 169,6 Mteps). Las otras renovables eran muy poco significativas aún en ese entonces. Es decir, hay un cambio tendencial en la composición de la matriz energética si se comparan la primera y la segunda parte de la última década.
Desde el lado de la oferta, la producción de energía también tuvo un comportamiento similar: una reducción importante en la producción de petróleo, una reducción menor en el carbón, estable en el gas natural, pero un aumento significativo de las renovables. La producción de crudo cayó de 393 a 335 millones de toneladas entre 2014 y 2018 (-17%). Sin embargo hay que anotar que la incidencia de Venezuela es clave en este dato regional y prácticamente da cuenta del total de la caída en la producción petrolera latinoamericana. Sin embargo, a excepción de Brasil, todos los países han reducido su extracción de crudo, probablemente porque los costos de extracción son excesivamente altos para los precios internacionales del petróleo: en el primer quinquenio el valor del barril de petróleo alcanzó un pico máximo para la década de USD 130 y en el segundo quinquenio alcanzó su pico mínimo de USD 36.
La producción de gas por su parte, se mantuvo relativamente estable en 151 Mteps entre 2014 y 2018. Sin embargo la producción de energía hidroeléctrica creció de 686 a 731 TWh (7%) y las otras renovables pasaron de 87 a 156 TWh (80%). Sin duda los menores precios internacionales de algunas de estas tecnologías, así como un entorno financiero más favorable derivado de las políticas internacionales sobre el cambio climático, crearon un ambiente más auspicioso para el crecimiento de este tipo de fuentes.
Emisiones
Concomitantemente con este cambio en la matriz, se percibe un cambio en la trayectoria de emisiones de dióxido de carbono del sector energía. En el primer quinquenio (2009 – 2013) estas emisiones aumentaron de 1093 a 1308 MtCO2 (20%); mientras que en el período que va de 2014 a 2018 estas se redujeron de 1331 a 1261 MtCO2 (-6%). No hay antecedentes de un descenso por 5 años consecutivos en las emisiones energéticas de la región, al menos desde el año 1965 que es el primer año que releva el reporte de BP. No obstante nótese que estas estadísticas solo dan cuenta del CO2 derivado de la quema de combustibles fósiles, pero no considera otras emisiones del sector como pueden ser las emisiones furtivas de metano (CH4) en la producción de gas natural o las emisiones que se generan durante la creación y llenado de un lago para una hidroeléctrica. Tampoco las emisiones de otros gases de efecto invernadero de otros sectores como puede ser la Agricultura o la Industria.
Sin embargo esta reducción de las emisiones energéticas latinoamericanas también está muy influida por la particular situación de Venezuela y lo que incide en el panorama de la región. Venezuela pasó de un consumo energético de 87 Mteps en 2012 a 64 Mteps en 2018. Por su parte el consumo de petróleo cayó de 37 a 18 millones de toneladas en el mismo período y sus emisiones energéticas se redujeron en 35%. Si excluimos a Venezuela del análisis, el consumo de energía mantiene su tendencia a aumentar pero el consumo de petróleo y las emisiones se mantienen relativamente estables.
El tráiler
Un resumen de la “película” del sector energético latinoamericano de la última década podría ser el siguiente:
-En los últimos cinco años la región ha mostrado un cambio en su matriz energética respecto del quinquenio precedente, reduciendo el uso del petróleo y aumentando la participación de las fuentes de energía renovable.
-Acompañando ese cambio en la matriz, se observa en la región una reducción sostenida en los últimos 5 años de las emisiones energéticas de CO2.
-El crecimiento económico durante la última década, ha sido un factor más influyente en el consumo energético que el aumento de la población. Mientras la tasa de crecimiento poblacional se mantuvo estable, las variaciones económicas acompañaron las fluctuaciones del sector energético: mayor consumo y producción en el primer quinquenio y menor consumo y producción en el segundo.
-El menor aumento del PBI y la crisis venezolana son los dos elementos más significativos para explicar la reducción de la producción y el consumo de petróleo en la región en la segunda mitad de la última década, así como la reducción de las emisiones energéticas de CO2
La pregunta que queda flotando es, qué ocurrirá en el futuro si se retoman los índices de crecimiento económico de los años previos. ¿Se mantendrá la tendencia de reducción de uso de petróleo y aumento del uso de renovables? ¿Seguirán reduciéndose las emisiones de CO2 energéticas? ¿Qué ocurrirá una vez que Venezuela recupere su estabilidad económica? Seguramente sean respuestas a develar en la próxima temporada de esta saga.
*Gerardo Honty es analista de CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)