Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Agosto de 2019

Puntualizaciónes sobre la trayectoria histórica Indianista Katarista



El golpe de García Mesa y el movimiento político indígena



El golpe militar de García Mesa, el 17 de julio de 1980, es considerado el inicio de una de las peores dictaduras en Bolivia. Ese suceso es evocado en nuestros días por la aprensión de que las conquistas democráticas puedan ser vulneradas por una nueva dictadura, esta vez del MAS y de Evo Morales.



Es necesario, sin embargo, diferenciar lo que es una dictadura de una tiranía. El dictador asume el poder sin el voto popular, mientras que el tirano llega a gobernar con apoyo popular. Empero, el dictador puede llegar en determinado momento de su gobierno requerir el apoyo popular; por ello no son raros los referendos o incluso los llamados a elecciones democráticas como concesiones para estabilizar su poder. De igual manera, el tirano frecuentemente se convierte en dictador, al ignorar la voluntad popular en su empeño en perpetuar su gobierno.



García Mesa es un caso ejemplar de dictador y su corto gobierno de dictadura. Estamos ahora en un periodo en el que tememos un retorno a la dictadura embadurnada con legitimidad indígena. Para contribuir en ese debate, hablaremos sobre la relación entre ese golpe militar y el naciente movimiento político indio de entonces.



Los fines de la década de los 70 e inicios de los 80 fue el marco temporal de vigencia del más importante movimiento político indígena en Bolivia, el Movimiento Indio Tupak Katari, MITKA.



Este movimiento, que tiene sus orígenes en el Partido Agrario Nacional de 1960, significó una ruptura en los parámetros de la vida política boliviana. Hasta entonces, el indígena no tenía voz política propia ni proyecto explícito. Con todo lo heroico de las guerras de Tupak Katari en 1781 o la de Zárate Willka en 1899, estas adolecían de un sistema programático propio y elaborado.



El MITKA, fundado en 1978, rompió esa característica, motivando la sorpresa y el rechazo de la totalidad de la clase política boliviana al enarbolar una simbología propia y proponer algo inusitado: el derecho del indígena a gobernar Bolivia.



MITKA participó en las elecciones de 1978, logrando 12.207 votos. Cantidad importante para una organización nueva y con características de cambio radical. En su autobiografía Luciano Tapia –candidato y uno de los fundadores del MITKA– señala: “Con todo, ocupamos un lugar a la misma altura que otros partidos mestizos que entonces también intervenían, como por ejemplo, el Partido Socialista de Quiroga Santa Cruz. El PS-1, según las publicaciones de prensa, estaba en una posición más o menos igual que el nuestro en cuanto al número de votos se refiere”. En realidad, en esas elecciones el PS-1 obtuvo sólo 8.323 votos.



Bolivia vivía un periodo de elecciones seguidas, tanto en su realización como en su inhabilitación. Hubo nuevas elecciones el año 1979, en las que el MITKA obtuvo 28.344 votos.



En las siguientes elecciones de junio de 1980 también participó el MITKA, pero esta vez dividido entre MITKA y MITKA-1. Varios son los elementos que explican esa prematura división: La poca experiencia en el manejo orgánico e institucional, que debía compatibilizar las prácticas tradicionales que atenuaba el fraccionalismo constitutivo de las sociedades andinas con las modalidades de organización partidaria impuestas por la normativa legal boliviana; las tensiones internas entre diferencias ideológicas y aspiraciones de liderazgo y, también, el impacto del acontecer político boliviano en una organización que –discursivamente– se declaraba ajena e inmune a esa realidad.



En esas elecciones MITKA tuvo 17.023 votos (1,30 %) y MITKA 15.852 votos (1,21 %). Ambas lograron 32.875 votos, lo que señala una progresión del electorado indianista. Esa votación fue también mayor a la recibida por el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacionalista-Autén-tico, PRIN-A (15.724 votos), que postulaba a los antes gloriosos dirigentes del MNR Juan Lechín Oquendo y Aníbal Aguilar Peñarrieta.





Sin embargo, la democracia no se consolidará pues el 17 de julio de 1980, 18 días después de las elecciones, los militares encabezados por Luis García Meza y Luis Arce Gómez protagonizarán uno de los más sangrientos golpes de Estado en la historia de Bolivia.



Ese golpe militar tenía características nuevas, en particular su estrecha relación con el narcotráfico, su íntima relación con la dictadura militar en Argentina y la implementación de grupos paramilitares, como el llamado “Los Novios de la Muerte”, asesorados por el criminal nazi Klaus Barbie y el mafioso italiano Marco Marino Diodato. La dictadura de García Meza es conocida sobre todo por haber ordenado el ataque a la sede de la COB, en el que murieron el diputado y militante trotskista Carlos Flores Bedregal, el dirigente minero Gualberto Vega Yapura y el dirigente del PS-1 Marcelo Quiroga Santa Cruz. Durante su gobierno se calcula que fueron asesinados por los servicios represivos más de 500 opositores.



El suceso que analizaré es la implicación del indianismo en ese golpe militar.



En su autobiografía Tapia escribe: “En medio de la brutalidad de la dictadura de García Meza, el asalto a la COB, el apresamiento y tortura de dirigentes políticos y sindicales, lo peor de todo para nosotros fue que mi acompañante de fórmula, el tal Eufronio Vélez, apareció comprometido con el golpe de García Meza. Fue para mí tan triste, realmente indignante el verlo por la televisión cómo aparecía con el nombre de MITKA apoyando a García Meza. Pero no fue solamente eso: en los días que siguieron al golpe, los dos hermanos Vélez se convirtieron en agentes del Ministerio del Interior y con todo descaro me mandaban encargos de que me estaban buscando para agarrarme.



”El impacto en el naciente movimiento indio de militantes al servicio de esa dictadura es relatado con mayor crudeza en el testimonio de Felipe Quispe, en su libro El Indio en Escena: “...me quedé bastante sorprendido y horrorizado al ver la presencia de Eufronio Vélez Magne, Medrano Vélez Magne, Víctor Machaca Quispe, Lucio Ayza, Gloria Zurita, etc., por las pantallas televisivas, hablando ‘sobre la salvación de Bolivia del extremismo y dando su apoyo incondicional al gobierno de la reconstrucción nacional’. Nos conmina a los Mitkistas con ‘extirparnos los testículos’, luego nos invita a ‘abandonar el país e irnos a la Unión Soviética y Cuba’. Si hacemos caso omiso tendríamos que atenernos a las consecuencias en nuestras Co-munidades y Ayllus.”



Esa vergonzosa participación en el golpe de Estado de estos militantes, fue, probablemente, preparada y luego justificada por Fausto Reinaga, considerado el principal ideólogo del indianismo. Este escritor tenía ya un distanciamiento con las organizaciones indias políticas, que data desde inicios de los años 60, con sus enfrentamientos con Raymundo Tambo, un ilustre organizador de este movimiento, prematuramente fallecido. En todo caso, Reinaga hace explícito su apoyo a García Mesa en su libro Bolivia y la Revolución de la Fuerzas Armadas (1981) en el que manifiesta su esperanza de que García Mesa lleva a cabo la “revolución india”, al tiempo que niega el fenómeno dictatorial, pues –según él–: “¡¿En qué parte de la Tierra hay semejante milagro para la libertad de pensamiento como en la República de Bolivia de esta hora?!”



Constatamos, pues, cómo la organización india más importante estuvo inmersa en conflictos y atravesada por contradicciones que en ese momento no supo ni administrar ni resolver. Contrariamente a los postulados pachamamistas que en nuestros días son prescripciones en la academia y en la actividad política, el indio y sus organizaciones no son encarnaciones de singularidades comprensible sólo para ellos mismos, ni de impenetrables “epistemes” y otras divagaciones posmodernas.



Las organizaciones indias sufrían los mismos problemas de organización y estructura que cualquier otra, con la agravante de que interfería en ello particularidades y culturas propias, que volvían el tema más complejo, no por un sustancial distanciamiento con lo universal, sino por la situación colonial intensa en esos momentos, situación que todavía la vivimos hoy día. Por ello mismo, las organizaciones indias estaban atravesadas por las tendencias ideológicas que también afectaban a las otras (en esos momentos derecha – izquierda), aunque sus manifestaciones eran “diferentes” y “exóticas”, justamente por el problema de dominación colonial.





Es sintomático constatar que muchas de las ideas que ahora son comunes sobre el indígena, se derivan de esa experiencia, aunque no sean entendidas en la cabalidad de lo que realmente significan. El actual dogma posmoderno de que el indio está más allá de la derecha y de la izquierda tienen su origen no en las definiciones políticas contra la derecha y la izquierda que desarrollaba el MITKA, buscando implementar una nueva idea para quebrar el colonialismo y racismo imperante, sino en las elucubraciones de Fausto Reinaga que, como vimos, reproducía menos el pensamiento colectivo de los grupos políticos indianistas nacientes, que sus atormentadas expectativas personales. Muchas ideas centrales del reinaguismo fueron producidas en ese momento político, en el que Reinaga no solamente atacaba a la izquierda para alimentar su alineamiento con García Mesa, sino que se enfrentaba también con el indianismo en el que había militado. Es dogma para algunos que “el indio debe sacar a Marx y a Cristo de su cabeza”. Si entendemos el contexto en que Fausto Reinaga escribe esa sentencia, seguramente comprenderemos el valor de las coyunturas para entender la esencia de las posiciones ideológicas.



En el libro que citamos, Fausto Reinaga difama lo que antes vanagloriaba, el indio: “El indio es una lacra social; y como tal, elemento propicio para la conquista de Bolivia por la URSS”. Vanagloria lo que antes difamaba, el mestizo: “No sé si el indio o el mestizo es el peor elemento, el elemento más dañino y destructor de Bolivia; pero sí sé, que la salvación de Bolivia está en las manos, mejor, en el cerebro del mestizo...”Y dictamina el deber del golpe de estado de García Mesa: “...La Revolución del 17 de julio de 1980, tiene el imperativo categórico: sacar del cerebro de Bolivia a Cristo y Marx. ”Empero, de la misma manera que el golpe de García Mesa radicalizó a unos indios hacia la dictadura, orientó a otros hacia la izquierda. Demetrio Barrientos, entonces máximo dirigente de la Confederación de Colonizadores de Bolivia, instaurará un efímero y poco conocido “Gobierno de Resistencia Popular”, en el que funge de Presidente y, Jaime Apaza (uno de los fundadores del MITKA) de Vicepresidente. Frustrada esa iniciativa, Barrientos y Apaza propiciarán el viaje y estadía en Cuba de varios militantes del MITKA, entre ellos Felipe Quispe Huanca. Felipe Quispe organizará luego el EGTK y será uno de los elementos fundamentales en los cercos de La paz del 2000 al 2003, que concluirán con la huida de Gonzalo Sánchez de Lozada y el posterior acceso del MAS al gobierno. Sin embargo, el MAS llegó al gobierno reclamando una legitimidad indígena... ajena a la experiencia histórica indianista y katarista. Lejos de interpretar la cuestión indígena en términos históricos, sociológicos y políticos, digiere la interpretación culturalista posmoderna de precedentes gobiernos neo liberales. Así, se impuso el pachamamismo como ideología y el escarnio administrativo, del cual el Fondo Indígena es su manifestación más elocuente. El actual gobierno ha perdido la oportunidad de resolver problemas estructurales en Bolivia, entre ellos el de la descolonización. El movimiento indígena resurgirá –en consecuencia–, pero con facetas y propuestas novedosas. Ello significa tomar en cuenta situaciones concretas en el que todos los componentes de nuestra sociedad –indígenas y no indígenas– asuman la tarea del cambio pendiente. Es la única manera de parar la tentación de una nueva dictadura en Bolivia.



1 El presente texto es la transcripción corregida y con texto añadido por el autor de su exposición en el Foro Debate: ¡Dictadura, nunca más!, que tuvo lugar el 17 de julio de 2019 en el Auditorio de la Casa Marcelo Quiroga Santa Cruz, La Paz.



PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Agosto 2019 Qollasuyu Bolivia Año 12 Número 156. Pp.7,8.




http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-156.pdf

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