Julio de 2019
Ilustración principal: intervención de la obra “La edad de la ira”, del maestro ecuatoriano Oswaldo Guayasamín
El tiempo me enseñó que la miseria
es culpa de los hombres miserables;
que la justicia tarda y nunca llega
pero es la pesadilla del culpable
“EL TIEMPO ME ENSEÑÓ”
letra de Tabaré Cardozo, murguero y oriental
El invierno cayó sobre la Argentina, con lluvias prolongadas, temperaturas bajas que se hacen sentir, un sol cada día más esquivo y un ambiente generalizado de preocupación, sobre todo por el desempleo y su amenaza sobre quienes todavía mantienen alguna actividad remunerada, por los precios… de lo que sea, y ante la caída en los consumos de todos los sectores sociales: desde la leche hasta los combustibles, de las tarifas a la carne, el colegio privado y los remedios, el pan y la prepaga, la ropa y la conexión a la tv paga o internet.
La lista podría abarcar todo el espacio de esta nota. El Gobierno lo sabe y teme a los efectos electorales de la situación, por eso redactó un documento de “contraargumentos” a las críticas que recibirá durante la campaña electoral que acaba de comenzar, con la intención de permanecer en la Casa Rosada e impedir que lo desalojen el próximo 10 de diciembre.
La suerte está echada, en los cuatro meses que restan para las elecciones generales del próximo 27 de octubre el gobierno de Mauricio Macri no va a cambiar el diseño de las políticas que condujeron a esta situación, y la oposición que concita más adhesiones –liderada electoralmente por Alberto Fernández y Cristina Kirchner- no podrá revertir el rechazo del sector concentrado que prefiere inmolar su futuro antes que acompañar sus propuestas de producción con redistribución de renta. Esa franja, minoritaria, no acepta votar a una ex presidenta cuya imagen está permanentemente arrinconada por el relato oficial de las autoridades y de los jueces, que los medios de mayor peso hacen circular desde que arrancan sus transmisiones, sus impresiones en papel y sus formatos digitales… hasta que vuelven a arrancar.
Sin embargo, hay un espacio que históricamente, con mayor o menor contundencia numérica, se inclina hacia una u otra propuesta, más “liberal”, “de derecha” o detrás de planteos más nacionales, populares, inclusivos. En 2015, al término de 12 años de políticas vinculadas a este último perfil, el proceso de construcción del voto se definió en función de una matriz en el que la acumulación electoral se realizó “en contra de” más que en acompañamiento de determinadas políticas, propuestas o programas.
Los límites del “modelo K”, las desilusiones, los errores y -con mucha influencia- una campaña explícita a través de los medios privados de comunicación, infinitamente más influyentes que cualquier cadena nacional de Radio y Televisión Argentina S.E., hicieron “populares” a los candidatos de la gran economía, las energéticas y las finanzas internacionales, les dieron el atributo del “cambio” y engendraron una reacción contraria a los representantes de aquel capítulo de bienestar con participación del Estado, con Cristina Kirchner -“la yegua”-, como mascarón de proa del barco de lo horrible.1
Tras perder en primera vuelta con Daniel Scioli, entre el 25 de octubre y la segunda vuelta del 22 de noviembre de 2015, Macri convocó las simpatías de 4.387.218 nuevos votantes a los originales 8.601.131. Ganó las elecciones por unos 679.000 sufragios,
Ahí, en esos cuatro millones y medio de personas, está la clave electoral, la preocupación del Cambiemos destruido comunicacionalmente por la realidad adversa y convertido en un “Juntos por el Cambio” y la esperanza de “los Fernández”. En ese sector no solo se alojaron sectores medios y medios altos, sino también, mujeres y hombres de bajos ingresos ya en aquel momento y hoy con vidas mucho más deterioradas que cuando eligieron los globos amarillos, los ojos celestes, la "Ciudad Mágica" de Tan Biónica y las promesas que, después lo supieron, jamás se cumplirían.
El punteo de la mentira
Protegido por los giros del FMI decididos por Donald Trump, el gobierno pensó que podría sacar de las carteleras los temas económicos y limitar su campaña a la exacerbación de los miedos que despierta la “inseguridad”, regodearse con denuncias sobre actos de “corrupción” de sus antecesores y ocultar la “corrupción estructural” de la que participó y lo sigue haciendo el grupo económico que lidera el presidente Macri.
La estantería, sin embargo, se desplomó antes de tiempo y encima del calendario electoral, con una caída formidable del empleo formal que trepó al 10,1% de desocupación, en ascenso hacia el 13% en lo que resta del año, en base a los términos del INDEC y medida con una metodología que considera “ocupado” incluso a quien trabaja solo una hora semanal, no incluye al 49,3% que componen trabajadoras y trabajadores informales, y donde más del 80% tiene tareas de baja calidad, con un 76% sin aportes previsionales y 51% carentes de cobertura de salud. Con esa situación, los salarios llevan año y medio consecutivo de caída, el deterioro del consumo es del 10.3%, se perdió el 5,6% del Producto Bruto Interno, la inflación interanual subió al 54,7% en mayo y se registra una reducción en consumos de alimentos entre más del 90 por ciento de la población total del país.
Como siempre y más temprano que tarde, la realidad se impone. Las autoridades no pueden evitar que estos datos que golpean en cuerpo y alma a la ciudadanía, también repiqueteen en la agenda de los medios, incluso de los que acompañan, protegen y hasta encubren sus actos. Al laboratorio comunicacional macrista no le quedó otra alternativa que ordenar a sus expertos económicos a diseñar argumentos para “responder” ante cada uno de los temas que generan malestar económico y probablemente produzcan pérdida de simpatías entre aquellos votantes de circunstancia y hasta fuga de votos propios.
El producto de esa decisión es un documento de 23 páginas, cada una de ellas cruzada por la palabra “BORRADOR” en letras de agua, al que tuvo acceso este cronista gracias a las heridas que los cierres de listas generan en todas las fuerzas políticas y facilitan las filtraciones a la prensa por parte de los lastimados, en este caso del sector “político” del Cambiemos mutado.
Ante la imposibilidad de explicar la situación sin asumir las responsabilidades que surgen de sus más de tres años de gobierno, el oficialismo distribuyó entre sus cuadros de mayor exposición mediática el papel titulado “Talking points reactivos”, como siempre, apoyado en la metodología y la jerga importada por la mercadotecnia y la diplomacia, a partir de los “catorce puntos” del plan posterior a la Primera Guerra Mundial del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, para poner fin a las disputas territoriales en Europa. En realidad los “puntos de conversación” constituyen un diseño destinado a rebatir los argumentos críticos hacia las acciones propias.
En este caso, los “points de Cambiemos”, pretenden apoyar a sus voceros más importantes, ante las críticas duras y argumentadas sobre los temas de Deuda, Inflación, Impuestos, Pobreza, Tipo de cambio, PyMEs, Mercado interno y Tasas, desarrollados en ese orden y a partir de frases que recuerdan aquel consejo de Jaime Durán Barba al ex titular del Banco Central, Federico Adolfo Sturzenegger, acerca de eludir la realidad o tergiversarla: “Solo di que están mintiendo con la inflación, o decí cualquier cosa, hablá de tus hijos". El documento se puede resumir diciendo que todos los problemas que enfrenta el gobierno que iba a lograr una “pobreza cero” se deben a que “el kirchnerismo dejó un país arruinado”, todo lo contrario a lo que se expresó cuando salió a buscar préstamos internacionales y presentó a la Argentina heredada como una “Tierra de Oportunidades”.
Aquella “Land of opportunities” que el entonces ministro de Economía y Finanzas, Alfonso Prat Gay, presentó en abril de 2016 ante potenciales compradores de los bonos del nuevo ciclo de endeudamiento externo -en esa oportunidad llegó a los u$s 15.000 millones-, forjada a lo largo de los 12 años de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, era “primera en Latinoamérica en ´Desarrollo de capital humano´”, con el coeficiente Gini -mide la desigualdad social- más bajo de la región, “el mayor PBI per cápita en la región después de Chile” y una desocupación “por debajo del 6%”. Al mismo compás, el INDEC macrista reconocía que el PBI había subido 2,1% en valores interanuales durante 2015, con crecimiento del 1,75% en los sectores productivos de bienes, del 2% en servicios, 6,4% en el sector agropecuario, 3,9 en la generación de electricidad, gas y agua y del 5% en construcción.
El discurso interno sostuvo todo lo contrario a lo que se expresaba hacia afuera; en el presente, tras no poder disimular la realidad, la Casa Rosada mandó a redactar un documento que oculta sus responsabilidades en la situación que vive el país, niega aquellas afirmaciones sobre la herencia auspiciosa que recibió y las da vuelta, urgida por la crisis actual, amenazada por los registros de humor social que captan sus laboratorios y las encuestas que dan perdedora a la fórmula Macri-Pichetto entre 6 y 12 puntos ante el Frente de Todos y, precisamente, frente al acuerdo electoral que permitió reunir al Partido Justicialista, Unidad Ciudadana, el Frente Renovador de Sergio Massa, otra docena de partidos políticos, la mayoría de los gobernadores provinciales, los intendentes más poderosos del conurbano bonaerense, los movimientos sociales que representan a los sectores de la economía popular y cuentan con un formidable poder de convocatoria y movilización, los sindicatos más importantes del país y representantes de sectores económicos productivos del campo y la ciudad.
De hecho, el panorama actual hizo que el oficialismo lanzara el globo de ensayo de la suspensión de las elecciones primarias, abiertas y obligatorias (PASO) del 11 de agosto próximo en aquellos frentes que postulen una sola fórmula presidencial. Embozado tras el “ahorro de recursos que pueden ser utilizados para cuestiones más urgentes”, el verdadero objetivo de esa maniobra ilegal es el de evitar un verdadero plebiscito de la gestión presidencial, con una derrota severa que consolide las posibilidades de Frente de Todos de Alberto Fernández.
Negación del deudor y fuga
Portada del Resumen Ejecutivo del Informe Final sobre Deuda Externa, Ecuador 2008
El primer párrafo del documento de excusas de Cambiemos, afirma que “El aumento de la deuda responde a que el kirchnerismo dejó un país arruinado”, frase con la que al ser interpelados, funcionarios y candidatos macristas deben disimular que, entre las emisiones del Tesoro, los desembolsos por el préstamo con el FMI y las emisiones de las provincias y el sector corporativo, el total de deuda contraída desde el 10 de diciembre de 2015 supera los u$s 187.000 millones, y el global de la misma llega al riesgoso 97% del PBI, contra el manejable 53,3% que heredó. Generó obligaciones de pago de 24.400 millones en 2020, 31.650 en 2021, 50.000 en 2022, 30.000 en 2024 y u$s 27.000 millones en 2025, con lo que los próximos dos gobiernos nacionales ya tienen condicionadas su capacidad de gestión. En simultáneo, la fuga de divisas en la etapa alcanza los 133.313 millones de dólares.
Inflación galopante
El segundo punto del guión sostiene que “Kirchner recibió una inflación de menos de 4% y Cristina entregó una inflación de casi 28%, más de 7 veces mayor” y “Nosotros cometimos el error de decir que lograríamos controlarla más rápido, pero lo importante es que lo estamos corrigiendo, estamos haciendo lo que hay que hacer”.
Números nimios si se los compara con 270% que sumará Macri al finalizar sus cuatro años de mandato, liderado por los precios de alimentos y transporte, mientras que el salario, desde noviembre de 2015 aumentó en promedio 143%. Datos del síntoma económico “más fácil” de corregir, además de indicador de un “mal gobierno”.
Impuestos para todos
Los publicistas económicos de Cambiemos afirman que “Nosotros redujimos el gasto, el déficit y la carga tributaria”. Sin embargo, y de acuerdo con estimaciones privadas, la carga impositiva del año en curso será la más alta en, por lo menos, los últimos 60 años.
El discurso escrito asegura que “Bajamos el impuesto a las Ganancias”. En realidad, tras prometer en campaña que los trabajadores no pagarían ese tributo, la verdad es que hoy lo pagan entre 1.200.000 y 2.000.000 más.
Pobreza Cero algún día
Uno de los temas más sensibles de la actualidad es la multiplicación de la pobreza, la indigencia y el hambre. De la consigna propagandística “Pobreza Cero”, los aprestos de campaña pasaron a definirla como “Un problema de largo plazo”, que “es algo que nos entristece, que nos preocupa y que nos ocupa. Y partimos de la verdad, de reconocer el problema”.
En ese caso, el oficialismo, en plena búsqueda de votos, se vería obligado a reconocer que 14,3 millones de personas (3 millones más que en 2017), es decir el 33% de la población, es pobre en función de sus ingresos, en base a una medición muy “prudente”, y que tendrá registros muy superiores al terminar el año, teniendo en cuenta que el cuarto trimestre 2018 fue del 36%, equivalentes a 16 millones de personas). La pobreza infantil medida por necesidades insatisfechas alcanzó el año pasado al 63,4%, es decir a 7,2 millones de niños, niñas y adolescentes y los problemas de alimentación de esa franja saltó del 7,1 en 2017 al 11,2% en 2018.
El mundo prometido a Juanito Laguna (1962). Antonio Berni
La situación se agrava ante la caída acelerada en la indigencia (quienes que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos); por ingresos trepó al 6,7%, equivalentes a 1.865.867 personas, una cifra que sube al 8,5% en el Gran Buenos Aires. El 8,6% de menores vive en hogares que están en esa situación y cerca de la mitad sufre al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales.
Ante esta situación, se le propone a la cúpula macrista que declare que “ponemos al tema en primer plano, no lo ocultamos, lo medimos, y decimos que este debe ser el principal objetivo que debemos tener como país”.
Peso pluma
Al referirse al “Tipo de Cambio” la excusas “reactivas” afirman que “a corto plazo, no hay razones económicas para tener volatilidad cambiaria”, sin reparar que desde que asumió el actual mandatario, el dólar aumentó 370,3%, teniendo en cuenta que el 10 de diciembre de 2015 la divisa estadounidense costaba $9,76 pesos. En poco más de tres años alcanzó un pico histórico de $45,90.
El Fondo Monetario Internacional depositó el 9 de abril pasado los u$s 10.835 millones del cuarto giro del Stand-By Agreement (SBA) firmado con la Argentina en la cuenta del Tesoro en el Banco Central (BCRA). El 17 de mayo, las reservas en moneda estadounidense habían disminuido en u$s 10.487 millones, es decir, el préstamo voló. Ese es el anabólico utilizado para mantener el dólar en niveles estratosféricos pero “estables”, en función de la preocupación que genera en el votante el movimiento del billete verde. Otra forma de explicarlo, es que por indicación de su socio principal, el presidente de los EEUU Donald Trump, el FMI financia la campaña Macri-Pichetto.
Empresas más pequeñas y menos medianas
Al referirse a uno de los sectores más golpeados por sus políticas de apertura a las importaciones y tasas galácticas, el gobierno opta por la mera descripción del volumen del sector: “En la Argentina hay aproximadamente 850.000 PyMEs, que generan más o menos 4 millones de puestos de trabajo”.
Como en todo su relato económico, en el que remite a los varios “semestres” que tiene un año o a “luces al final del túnel”, reconoce que “Hoy la situación es complicada para muchas, porque estamos en el final de una recesión, pero ningún gobierno hizo más que este para las PyMEs”. El discurso oculta que este año la Argentina tendrá la séptima recesión más profunda del mundo, con una caída del producto bruto interno per capita solo superada por Venezuela, Guinea Ecuatorial, Irán, Nicaragua, Sudán y Turquía.
El propio INDEC informó que en el primer trimestre del año la estimación del PBI arrojó una caída del 5,8% en relación al mismo período de 2018, y acumuló cinco trimestres de contracción en relación al periodo anterior.
En ese contexto, a octubre del año pasado cerraron 8484 PyMEs según los datos más conservadores, con estimados del propio sector que elevan el número a 9500. Esos números incluyen 2871 fábricas, pertenecientes a una franja productiva cuyo peso en la actividad económica era del 11% y se redujo al 9,5%.
El fenómeno “industricida” se potencia en la provincia de Buenos Aires, donde los empresarios PyMEs calculan que 40 empresas cierran sus puertas por día. Sus representantes consideran que “literalmente, la Gobernadora (María Eugenia Vidal) dejará tierra arrasada en la provincia más poblada del país y un entramado productivo totalmente destruido”.
A pesar de que “ningún gobierno hizo más que este para las PyMEs”, el panorama se completa con el dato de la disminución de la capacidad instalada de la industria al 56,6%, un registro que es peor que el relativo al mismo mes del 2002, con el país atravesando una de las peores crisis productivas de su historia.
En 2018 la mortandad de empresas llegó al 1.015%, con 10.300 que bajaron sus persianas y la mayoría de ellas (96%) fueron PyMEs. Los informes apuntan que desde la instalación del gobierno se perdieron 140 mil puestos de trabajo.
Mercado interno
En el mercado. Ana Denise
Al intentar explicar la situación de uno de los motores productivos, el documento de respuestas a las críticas generalizadas sobre la marcha de la economía asegura que “Desde hace décadas que el mercado interno argentino es uno de los más protegidos del mundo y cada vez es más chico”. Rechaza las políticas productivistas con redistribución y descalifica los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de la población al afirmar que ”Las recetas de los que lloran por el mercado interno son siempre de corto plazo: metamos estímulo fiscal y monetario para que se mueva la actividad; y se mueve, por uno o dos años, y después tenemos inflación, falta de competitividad y caída del salario real”, en realidad cada uno de esos indicadores pintan la situación presente y no el pasado reciente.
Los “hechos” a los que alude el presidente Macri al agacharse para tocar un centímetro cuadrado de asfalto, en realidad muestran que en el primer trimestre de 2019 la actividad económica fue 5,7% menor que en su equivalente de 2018; el sector que más se contrajo fue el de comercio mayorista, minorista y reparaciones, con un derrumbe de 12,8% respecto al mismo trimestre del año anterior, al tiempo que las ventas en supermercados marcó en marco un descenso del 14,5%, constituyendo el noveno mes consecutivo con caídas interanuales.
Los cálculos globales señalan que la contracción que dejará la gestión de la alianza Cambiemos será superior a la del gobierno de la Alianza que llevó a Antonio De la Rúa a la Rosada, que finalizó con un saldo negativo de 7,2%.
Tasas gigantes
Con actitud de comentarista deportivo y no de responsable político-económico del país, el Gobierno expresa que “Obviamente, sabemos que las tasas son una preocupación para muchas empresas, pero lo primero era conseguir estabilidad: sin la estabilidad lograda la situación hubiera sido mucho peor” y especula con que “A largo plazo, necesitamos tener un sistema financiero sólido, fuerte y mucho más grande, para financiar el crecimiento de las familias y las empresas argentinas”.
Al comenzar la semana, la tasa de referencia diaria de las Letras de Liquidez (LELIQ) a siete días fue de 63,839%, un porcentaje que eleva el crédito por encima del 80% para los usuarios industriales y más allá del 100% para el préstamo personal y hace imposible cualquier emprendimiento productivo.
El Banco Central sostiene esas tasas siderales con la intención de direccionar el flujo de fondos posicionados en divisas a colocaciones en pesos, una medida que complementa con la oferta de dólares, para tratar de evitar la suba de la moneda estadounidense, sostener su precio por debajo de los $45, generar una atmosfera de “estabilidad” y hacer olvidar que sus políticas multiplicaron por cuatro su valor desde su asunción hace tres años y medio.
El documento no le apunta a sus futuros usuarios que en los últimos 3 años los bancos ganaron más de $ 300.000 millones por la diferencia entre los intereses que brindan a sus clientes y los que les cobran.
La fábrica del hambre
Cuando la situación se le fue de las manos, perdió el crédito internacional con el que se sostuvo durante los primeros 24 meses de gestión y temió un estallido hiperinflacionario, con protestas multitudinarias en las calles, la administración Macri se aferró al Fondo Monetario y acordó un programa de doble presión: monetaria y fiscal, en un camino hacia el cierre de la emisión de billetes propios y un déficit primario 0.
El pacto suscripto un año atrás, al que se vieron obligados a corregir en dos oportunidades, incluye un recorte brutal de la inversión pública, considerada “gasto” por el organismo internacional y las autoridades locales, con el objetivo de pagar los intereses de la deuda tomada.
Los 57.100 millones de dólares que el Fondo Monetario Internacional otorgó al Gobierno de Mauricio Macri representan el 57% de todo el dinero que el organismo prestó a la Argentina en toda su historia y el 61% de su cartera de créditos a países.
A cambio, la administración argentina realizó un ajuste reflejado en el Presupuesto nacional, que implica el montaje de una verdadera maquinaria de hambre, enfermedades, pobreza y analfabetismo, en tanto fue definido contra las áreas más sensibles para el bienestar de la población y el desarrollo humano, entre las que se cuenta Salud, Educación, Ciencia y Técnica, Ayuda Social, Obras Públicas, Vivienda, Urbanismo, empresas públicas y provincias. Las planillas que adelantaron lo que sería la vida en la Argentina y que están vigencia, incluyen quitas a subsidios como los del transporte, congelamiento de recursos para los hospitales con financiamiento nacional, junto a una fuerte reducción de la planta de personal del Estado Nacional.
El abrazo a la “querida” por Macri Christine Lagarde, presentado como “precautorio”, terminó siendo una tabla de salvación que, a medida que pasaron los meses y, además, se entró en tiempos de campaña, empezó a transformarse en plomo, el de un bumerán que puede pegarle en la frente a los candidatos que están Juntos por el Cambio: Macri, Pichetto y la abogada francesa que apostó la reputación del organismo del que es directora gerente.
Las urnas argentinas también decidirán su suerte; si es que el oficialismo no decide que es “demasiado caro” consultar al pueblo sobre la gestión presente y acerca del futuro.