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Junio 2019

MÁS ALLÁ DEL EGO


Walter Ritter Ortíz

Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito Exterior de Ciudad Universitaria, Del. Coyoacán, México, D. F., C. P. 04510.  

walter@atmosfera.unam.mx

INTRODUCCIÓN

Para que se produjera nuestra existencia, tuvieron que agruparse de algún modo y de una forma bastante compleja y servicial, miles de millones de átomos errantes.

Estas pequeñas partículas participaron en todos los miles de habilidosas tareas cooperativas que son necesarias para mantener intacto y permitir que experimentes ese estado que se llama “Existencia”.

Tus átomos en realidad, no se preocupan por ti y de hecho ni siquiera saben que están ahí contigo. Ya que son partículas ciegas y que además no están vivas, por lo que si tú te estuvieras deshaciendo átomo a átomo, lo que se produciría, sería sólo un montón de polvo, nada del cual habría estado vivo, pero todo esto habría sido en otro tiempo lo que fuiste tú mismo.

Y por la razón que sea, nos dice Bill Bryson, durante el tiempo de tu existencia, tus átomos responderían al impulso de que tú sigas siendo tú. Pero los átomos son inconstantes y por razones desconocidas, se dispersan silenciosamente dándote por terminado y se van a otra cosa y se acabó todo para ti.

Se trata de algo absolutamente raro, porque algo que tan generosamente y amablemente se ha agrupado para formar cosas vivas, son exactamente los mismos que se niegan a seguir haciéndolo y así vemos que en el mundo de la química, la vida, nada tiene que no podamos encontrar en cualquier farmacia.

Lo único especial de los átomos que te componen es que te componen con determinada organización y ese es, el milagro de la vida. Sin ellos, no habría ninguna de todas las demás cosas que hacen el universo. Y sin embargo, no hay ninguna ley que exija y que produzca propiedades de las que dependa la existencia.

Creer en la existencia de un Dios, implica que es necesario de que exista una Mente que subyace al orden del mundo y un propósito que subyace a su historia inacabada y, que Dios es el fundamento de una esperanza infinita y un asombro provocado como respuesta provocada por el maravilloso orden observado en el mundo.

Nuestra experiencia nos indica que las leyes de la naturaleza se pueden expresar siempre por medio de ecuaciones de inefable belleza matemática.

Harret Swain, nos dice que aunque hicieron falta once mil millones de años para que apareciera la más simple forma de vida terrestre, cabe pensar que el universo estaba preñado de vida desde el principio y de que el desarrollo de la vida basado en el carbono, sólo fue posible porque las leyes de la naturaleza adoptaron una forma finamente ajustada.

Ese potencial cósmico se ha realizado a través de procesos evolutivos, fruto de la interacción entre azar y necesidad, no de la aleatoriedad carente de sentido sino particularmente contingente. Donde un mismo acontecimiento puede ser a un mismo tiempo un evento en el mundo físico, un portador de belleza y un reto moral.

Nadie tiene la más mínima idea de cómo algo material puede ser consciente. De la mecánica cuántica al idealismo o la teoría que nos dice que sólo lo mental es real, en sus esfuerzos por solucionar el problema mediante el “principio de los misterios mínimos” y, si la mecánica cuántica es un misterio y la conciencia es un misterio, quizá sean ambos el mismo misterio.

Walter Freeman y Andy Clarke, buscan inspiración en las ideas de la teoría del caos y la emergencia para resolver el problema del cuerpo/mente y, sugieren que las propiedades de la conciencia surgen de fluctuaciones minúsculas en los elementos que conforman y que en consecuencia, es imposible predecirlas a partir de esos elementos.

La ciencia de los sistemas, nos permite enfoques más amplios del mundo que nos rodea, poniéndonos en sintonía con los complejos sistemas que definen y limitan nuestro mundo. La conciencia de los sistemas puede ayudarnos a comprender el funcionamiento de una organización, de la economía o de los procesos globales que sostienen la vida en este planeta.

La epigenética, la ciencia que estudia la manera en que el ambiente afecta nuestros genes, nos dice que el hecho de heredar un conjunto de genes no es suficiente para hacer predicciones. Los genes poseen un tipo de interruptor bioquímico, pero si no acciona el encendido, lo mismo da, de que no existan.

Se puede decir que nuestra naturaleza es doble en la materia y la energía y es parecida a la de una partícula elemental, que se alterna entre materia y onda, donde el papel de la ciencia siempre ha sido la de tratar de entender el universo e investigarlo desde la mente, suponiendo que existe una coherencia, una simetría o un orden implícito en las apariencias.

Es en esa misma ciencia, que describe la realidad mediante formulas y demuestra que existe una Inteligencia Universal inherente en el cosmos, donde podemos encontrar las claves para entender el mecanismo y la evolución de la conciencia.

Niels Bohr, ofreció un carácter complementario del universo, entre onda y partícula, postulando una naturaleza dual y complementaria de materia y energía para las partículas elementales, que se alternan solamente en su apariencia y, así postular una dualidad espacio-tiempo, partícula-onda desde una fuente no dual, que es precisamente esto, lo que tiene un sentido perfecto a nivel macroscópico.

Para que estés vivo y seas tan listo como para saberlo, tuviste que ser beneficiario de una secuencia excepcional de buena suerte. La supervivencia en la Tierra es un asunto de asombrosa complejidad, ya que de los miles y miles de millones de especies de cosas vivas que han existido, la mayoría, en un 99% ya no existen. Y es que la vida en este planeta no sólo es breve sino de endeble y deprimente fragilidad.

Vivimos en un planeta al que se le da muy bien fomentar la vida, pero al que se le da aún mejor extinguirla. Sin embargo la mayor parte de la vida en la Tierra sigue siendo desconocida. El número total de especies conocidas supera los 1.9 millones y se espera que finalmente alcance los veinte millones. Por lo que, debes estar dispuesto a cambiarlo todo y a hacerlo reiteradamente y donde se supone que el proceso de cambio es al azar.

En 3,800 millones de años, nos dice Bill Bryson, has aborrecido el oxígeno y luego lo has adorado, has desarrollado aletas y extremidades y alas, has puesto huevos, has tenido lengua bífida, has sido peludo, y has vivido bajo tierra, y en los árboles y has sido tan grande como un ciervo y tan pequeño como un ratón y un millón de cosas más.

Un período de tiempo que nos lleva más allá del nacimiento de las montañas, ríos y mares y, donde has sido afortunado al estar vinculado a una línea evolutiva selecta, donde has estado lo suficientemente sano para reproducirte y vivir el tiempo necesario para hacerlo y entregar una pequeña carga de material genético a la pareja adecuada en el momento oportuno y perpetuar la secuencia de posibles combinaciones hereditarias y, así es como pasamos de no ser nada a ser algo.

Es erróneo considerar que la singularidad de la que supuestamente nació el universo es una especie de punto en un vacío ilimitado y oscuro, donde la singularidad no tiene nada a su alrededor y no hay espacio ni lugar que se pueda ocupar; ni siquiera preguntar si ha estado allí siempre y si el tiempo simplemente no existe, por lo que no hay pasado del que pudiera haber surgido.

Fue así como partiendo de la nada, inició nuestro universo.

Donde en cierto momento, la singularidad adquiere dimensiones y un espacio inconcebible; donde el único espacio que existe es el que se va creando al irse expandiendo y en seguida, produce la gravedad y las fuerzas que gobiernan la física y en tres minutos produce el 98% de toda la materia que existe.

Por supuesto que hay todavía mucho que no sabemos, pero el Big Bang en que se originó nuestro universo, no debemos concebirlo como una explosión en el sentido convencional. Donde es posible que nuestro universo, es sólo uno de los muchos universos de un eterno ciclo de expansión y colapso.

Otros lo atribuyen a una cierta “Energía de Vacío”, con cierta cualidad o cosa que introdujo una inestabilidad en la nada y el hecho de que de una vez, que no había nada, ahora hay un universo y, que somos parte de muchos universos mayores de diferentes dimensiones, produciéndose continuamente y, que el Big Bang sólo representa una “fase de transición” en el que el universo pasó de una forma que no podemos entender a una forma que casi comprendemos.

Las reglas físicas que determinan este mundo material existen y tienen una incidencia real sobre nosotros; pero el hecho de que haya reglas físicas no quiere decir que estemos determinados de antemano, ya que las reglas por sí mismas no nos convierten en seres determinados sin posibilidad de maniobra, ya que nuestra mente consciente se acomoda muy bien a las reglas y las leyes establecidas por la física.

Sin embargo, al cabo de un tiempo, descubrimos que seguir las reglas al pie de la letra y hacer lo que se supone que se debe hacer y, actuar con lógica científica o con las premisas morales o filosóficas, siempre razonándolo todo como Descartes, no nos conduce a cumplir nuestros sueños y entonces, nos sentimos frustrados.

En la vida, cada acción y cada pensamiento tienen su efecto en el resultado final y, nos acercan o nos alejan de nuestras metas. Según la teoría del Caos, una pequeña influencia en el sistema puede causar una reacción global modificando la realidad y, lo que antaño fue considerado milagro o magia no es más que la capacidad humana de sincronizar con la potencia creadora del inconsciente colectivo.

Nuestra mentalidad actúa de forma lineal, una forma de pensamiento causal y lógica, donde lo que no tiene sentido lo desechamos automáticamente y, eso es un error, pues en lugar de descartar lo que no encaja según las normas o las leyes, debiéramos encontrarles sentido, nos dice Saint-Aymour.

Falsamente llamamos realidad a lo tangible por sus leyes inmutables, con lo que todo nos parece inalterable y, al final nos resignamos ante la inmensa y monolítica mecánica de la vida, que nos aparta de nuestras metas y de paso, las tachamos de imposibles.

En realidad, nos conectamos con lo inconsciente sin darnos cuenta, pues dicha sintonía se realiza de manera subconsciente, donde nuestro cerebro entabla relaciones continuas, mediante lo que pensamos y lo que llamamos realidad, la parte visible y consciente de la existencia; pero eso no quiere decir que la otra parte no exista.

Con nuestro cerebro racional, distorsionamos los mensajes y las pistas, porque el pensamiento causal nos conduce por la senda del determinismo y, ante un hecho aleatorio, lo dejamos pasar, porque pensamos que un hecho sin causa no puede ser real, pero el error es nuestro ya que no hemos sabido detectar la causa y su vínculo con la realidad.

Lo primero que debemos entender es que hay muchos aspectos de la vida en los cuales la lógica y lo racional no sirven de mucho. Quizá no podamos cambiar algunas reglas, pero podemos establecer otras con las que se superen las limitaciones que nos mantienen encadenados, sugiere Saint-Aymour.

La noción de sentido común, plantea problemas que han llevado a algunos filósofos a preguntarse si es cierto que observamos el mundo exterior directamente. Para ellos, sólo tenemos acceso a “ideas” o impresiones interiores a datos de los sentidos y, de que todos los objetos sensibles, tienen una existencia real distinta de lo percibido.

En la oposición entre “razón y experiencia” como principio fundamental del conocimiento, se ha dado la mayor parte de la historia de la filosofía occidental, constituyendo la manzana de la discordia entre las dos tendencias filosóficas muy influyentes, conocidas como “Racionalismo y el Empirismo”; y así cuando decimos que 2 más 2 es 4, es algo que conocemos “A priori” no es preciso observar el mundo para establecer esta verdad.

Pero, por el contrario, “cuando se requiere tal investigación”, nos encontramos ante algo únicamente cognoscible a posteriori y, aún siendo cierta, es una verdad “A posteriori”; así, si decimos que el carbón es negro, solo tenemos que observar un trozo de carbón para verificarlo.

Una percepción es “Analítica”, si no proporciona ninguna otra información que la que ya contienen los significados de sus términos y, es evidente tan sólo en virtud de la comprensión del significado y de la relación entre las palabras utilizadas, nos aclara Dupré.

Una verdad “Necesaria”, según él, es la que no puede ser de otro modo; debe ser verdadera en todas las circunstancias o en todos los mundos posibles. En tanto, una verdad es “Contingente” si es verdadera, pero podría no haberlo sido si las cosas en el mundo hubieran sido diferentes.

Cuando un juicio Analítico es verdadero, lo es necesariamente y es conocido “ A priori”; cuando un juicio “Sintético” es verdadero, lo es de un modo contingente y es conocido “A posteriori”.

Los principales objetivos de Kant, era demostrar que existen ciertos conceptos o categorías del pensamiento, como el de “Sustancia” y el de “Causa”, que no podemos aprender del mundo, pero de los que precisamos para que todo tenga sentido.

La tarea principal de los “Racionalistas”, consiste en mostrar que existen “Juicios Sintéticos A priori”, es decir, que es posible descubrir racionalmente, sin recurrir a la experiencia, hechos significativos o dotados de sentido sobre el mundo.

En cambio, el propósito de los “Empiristas” es mostrar que los hechos “A priori”, como el de las matemáticas, son Analíticos. Tanto Racionalistas como Empiristas, están de acuerdo en que existe una base, “la razón o la experiencia”, en la que se funda nuestro conocimiento.

Se dice que el conocimiento humano no puede ir más allá de la experiencia. Y de Berkeley, se dice que se consideraba a sí mismo como el campeón del sentido común y para su teoría “Idealista”, “Existir es ser percibido" y de que Todo lo que existe en el universo, es concebido continuamente, de manera que la existencia y la continuidad del mundo están garantizadas.

Para Kant, los sistemas naturales y las obras de arte se caracterizan por una finalidad sin ningún fin. Así también, el viento no está tratando de decirnos nada cuando sopla. Los pensadores renacentistas miraron con nuevos ojos al mundo, preguntándose ¿Cuál es la naturaleza del mundo? Pregunta que hizo que empezaran a analizar aquello que veían.

Para Leonardo da Vinci, la experiencia nunca se equivoca, ya que es sólo tu juicio el que se equivoca al prometer cosas que no son causadas por tus experimentos. O, a saber que todo nuestro conocimiento se origina en nuestras percepciones.

La separación entre el observador y lo observado condujo a un nuevo estado de conciencia, lo que permitió el desarrollo de la ciencia y el arte; desafortunadamente lo cierto es que no existe ninguna separación entre el observador y lo observado, visión de la realidad que separa cuerpo y mente y nos aleja del mundo y de nuestras experiencias interiores.

La separación entre observador y observado, condujo a los cuatro pasos que dieron origen al método científico, los cuales son: La de observar imparcialmente; la de registrar dichas observaciones con exactitud; la de proponer una hipótesis para explicarlas y, diseñar experimentos para comprobar su validez.

El problema era de cómo reconciliar el mundo físico exterior con el mundo interior de la mente. Kant, en lugar de explicar conceptos en términos de la experiencia, se dispuso a explicar la experiencia en términos de conceptos, dando origen a la filosofía moderna.

Dentro de la filosofía occidental existen dos grandes escuelas: La “Idealista” que explica todo con argumentos de tipo religioso y, la “Materialista” con argumentos científicos. En Grecia, Tales de Mileto puso las bases de la filosofía materialista, diciendo que todo tiene un principio en la materia.

Tales, trató de decir que detrás de la realidad material está lo divino y que detrás de lo perecedero esta lo eterno y, que lo “finito” sólo puede nacer de lo “infinito”.

Tales de Mileto aconsejaba que:

Anaximandro pensaba que la Tierra flotaba en el espacio y que todas las creaturas habían salido del mar; que el hombre había evolucionado de los peces; siendo así, el primer “evolucionista”, en pensar que la naturaleza se va transformando de estados simples a más complejos.

Los pitagóricos pensaban que el mundo es pura armonía matemática, que todo en el universo forma parte y son matemáticas y, de que el número está en la raíz de todo lo que existe. Funcionando en base a siete máximas.

Para Eraclito de Efeso: La única realidad permanente es el cambio y, en donde todo en el universo lleva su antítesis y cada cambio va acompañado de su signo contrario.

Para Parmenides, el Ser es lo que Es, fuera del Ser no hay nada. El Ser es eterno y no puede provenir de nada; Es inmóvil, ya que no hay otra cosa en que moverse. La sustancia cósmica (el Ser) es una unidad eterna e inmutable, ajena al tiempo y al espacio y la razón sólo admite la realidad de la inmutabilidad, donde Dios no existe, Dios Es.

Lo que existe es finito, pero lo que Es, no tiene ni principio ni fin. Y si hay algo o alguien que creó todo, no puede ser perecedero: Debe ser Eterno. Para Anaxágoras, “Si las cosas en el universo están tan convenientemente dispuestas, debe ser por obra de una mente trascendente. Para Empedocles, además de los cuatro elementos que componen el “Todo”, agregó “El Amor y la Discordia”, fuerzas que hacían que el universo se moviera.

Los filósofos anteriores a Socrates, estuvieron dedicados a buscar los principios básicos del universo, pero sin preocuparse por el “hombre”. En cambio Socrates, “Bajo la filosofía del cielo a la Tierra”, estaba obsesionado por encontrar la “Verdad”, nos dice Rius, en su filosofía para principiantes.

Transformando la idea de “hombre ideal”, que ya no es el guerrero, sino “el que sabe” El método utilizado por Sócrates para llegar a la verdad se conoce como “Mayeutica” y a la metodología de las “Preguntas”, tenía como interés principal “La Moral”.

Para Socrates, “El hombre es malo, porque no sabe”. Y enseñó a la gente a reflexionar sobre su vida y a encontrar mediante el diálogo crítico, la verdad de cada uno y a vivir de acuerdo con esa verdad.

El método Socratico, recibe el nombre de “Dialéctico”; como un arte de debatir mediante preguntas y respuestas y llegar así a la verdad. Socrates demostró, que la “Moral” no tenía nada que ver con la religión, ya que es asunto de cada quien y su conciencia y, de que el hombre no necesita a Dios para portarse bien. Y de que cuanto existe con una finalidad o efecto útil, viene de una “inteligencia superior”.

Platón utilizando el método socrático, buscaba la respuesta a cuatro interrogantes.

Sus respuestas, las que encontró son:
  1. Sólo la Razón puede conducir al verdadero conocimiento. Es mediante el análisis y la síntesis, donde la razón puede llevar al hombre a la verdad.


  2. Hay dos mundos: Uno es invisible para nosotros, espiritual y perfecto en orden y en designio y, contiene los eternos modelos de las ideas presidido por la idea máxima, la idea del bien o Dios. El otro, es una copia del modelo ideal, un mundo material en perpetuo cambio.


  3. La finalidad del hombre sería recuperar su espíritu divino y reintegrarse a la idea máxima.


Leucipo, enseño que toda substancia estaba compuesta por “átomos” y Democrito, fue quien profundizó sobre los átomos como movimiento. Para él, el origen del mundo estaba en la materia, donde el vacío infinito, átomos separados en número infinito, animados por movimientos erráticos en su inicio, donde serían atrapados por azar en un torbellino que no es causado por ningún principio inteligente, donde al caer por accidente unos sobre otros, se produce la organización por conglomerados a partir de la separación.

Alejandra Llama, nos dice que los pensamientos son energía, que nos visitan, pero no somos ellos, como tampoco tenemos que responder a sus mandatos ya que el verdadero reto es nuestro “Ego”, ya que éste vive de ellos y no necesariamente tenemos que responder y, donde el proceso de la vida es crecer, vivir y morir. Este proceso se vive en cada momento, en cada día y se vuelve “El proceso de la vida”.

Somos parte de la condición humana, donde nos identificamos con la emoción y así con ella, podemos darnos cuenta de lo que sentimos con claridad, seguridad y más tranquilidad al saber quién soy y cómo soy y de que quiero estar en paz físicamente, con fe y con menos dudas y así se abren caminos inimaginables que me llevan a la grandiosa aventura de encontrar que cada día, menos cosas me parecen importantes, mientras que algunas me parecen invaluables, entrando al reto de que el camino sea el de hacer brillar la luz de nuestro interior.

Alejandra agrega que: Ser y no Ser se construyen uno al otro; difícil y fácil, se apoyan uno al otro. Largo y corto se definen uno al otro. Antes y después se anteceden uno al otro; por lo cual el sabio actúa sin hacer nada; enseña sin decir nada.

Tú actúas sin hacer nada. Tú enseñas sin decir nada y cuando algo surge, lo dejas fluir y cuando algo se va lo dejas ir. Tienes todo, pero no posees nada. Actúas pero no esperas, y cuando has terminado de trabajar, lo olvidas todo y por eso perdura para siempre.

Tu Ego crea los miedos; para tu espíritu las metas están en cada momento y, cada momento ya es un éxito; Si reconoces que tienes suficiente, eres realmente rico y si te quedas en el centro y recibes la muerte con todo tu corazón, perdurarás por siempre.

Cuando estás infeliz y desconectado, es por que te aferras a metas y objetivos que tienen que ver con tu ego, con el personaje que has creado de ti. Tratas de confrontarte a ti y a otros. Cuando uno se conoce, reconoce que la fuerza está en la satisfacción interior; cuando uno se conoce, conoce todo. Mira en ti y mira a otros, mira a los que juzgas, mira el universo; todo vive en ti, nos enseña Alejandra LLamas.

Agregando que: Lo más grande puede ser conquistado con un paso a la vez. Hacer poco con gran atención da más vida que hacer mucho sin sentido. No corras hacia el futuro, lo único real es lo que tienes frente a ti. Permanece totalmente entregado a la fascinación del momento presente y date cuenta de que todo lo que la vida te ofrece y, sólo existe en la dimensión de este momento.

Uno de los problemas fundamentales de la humanidad, ha sido la de controlar el tiempo, donde con los calendarios en general, determinan un tiempo cíclico, por lo que resultan ineficaces para pensar en períodos de tiempo más largos y hasta ahora, la humanidad no ha sido capaz de prever con exactitud el futuro.

Cortar el tiempo en períodos, es necesario para la historia, ya que ésta se entiende como el estudio de las sociedades, que expresa también la idea de transición o incluso de contradicción con respecto a la sociedad y de sus valores.

Periodizar la historia es un acto complejo, a la vez que cargado de subjetividad y de esfuerzo por producir un resultado aceptable para la mayoría, según Jacques Le Goff.

Bernard Grenee, nos dice que aquello a lo que nosotros llamamos “historia y ciencias sociales” le tomo tiempo para convertirse en objeto de conocimiento racional, consolidado en el siglo XVIII en las escuelas y universidades.

La tradición judeocristiana propone esencialmente dos modelos de periodización, que utilizan números simbólicos: así el número 4 corresponde al número de estaciones y el número 6 corresponde a las 6 edades de la vida.

Observándose, no sólo un paralelismo sino una influencia entre la cronología individual de las edades de la vida y la cronología universal de las edades del mundo.

En el libro de la Ciudad de Dios, san Agustin distingue seis períodos: El primero va de Adán a Noé; el segundo de Noé a Abraham; el tercero de Abraham a David; el cuarto de David al cautiverio de Babilonia; el quinto del cautiverio de Babilonia al nacimiento de Cristo y el sexto es el actual. Observándose que tanto Daniel como san Agústin, se inspiraron en los ciclos de la naturaleza.

Filosofía, es la búsqueda de respuestas de las grandes preguntas de la vida. Una posición “realista”, sostiene que existen entidades fuera del mundo y que existen independientemente de nuestro conocimiento o de nuestra experiencia. En cambio, los “anti realistas” plantean propuestas en las que existe una relación necesaria e interna entre las cosas que conocemos y nuestro conocimiento de los mismos.

Platón, fue considerado uno de los primeros realistas, donde se propone, sacar a la luz sus puntos de vista sobre la realidad y sobre nuestro conocimiento acerca de ella.

El filósofo generalmente encuentra la burla y el rechazo cuando intenta ilustrar a la gente común y orientarla hacia el conocimiento y la sabiduría; pero para Platón el conocimiento en este mundo no es más que una sombra, ya que el sentido común plantea problemas que han llevado a algunos filósofos a preguntarse, si es cierto que observamos el mundo exterior directamente y según ellos sólo tenemos acceso a ideas o impresiones interiores o datos de los sentidos.

Para Aristóteles, a Dios no le interesa este mundo, ya que Dios no tiene sentimientos. Que necesita ser acto puro, sin mezcla alguna de potencia y por tanto, es forma sin materia. Y como es una forma absoluta, no se puede estar preocupando de nada.

Con Diogenes, aparece la doctrina “Cínica”, que es la renuncia por la verdad, donde el bien del hombre consiste simplemente en vivir en sociedad consigo mismo. Al igual que los cínicos, los “Estoicos” consideran que el bien supremo del hombre es la felicidad; no por los sentidos sino por el conocimiento. Para ellos, Dios es el rector del mundo, pero a su vez su substancia y el mundo, es la substancia de Dios. Donde la naturaleza está regida por el principio de la razón.

Cuando Copérnico, Kepler y Galileo, demostraron con sus descubrimientos que la Biblia estaba equivocada, los filósofos se dedicaron a buscar la verdad, fuera de las escrituras sagradas. Donde Francis Bacón nos dice que: Nuestra tarea no es imaginar o suponer, sino descubrir lo que la naturaleza hace. Lo que fue, un factor decisivo, para liberar las conciencias de la opresión de la autoridad ciega de la Iglesia.

Giordano Bruno nos dice: “Tengo al universo por infinito y sostengo que existen infinitos mundos, además del nuestro. No sería digno de Dios manifestarse a sí mismo en un universo que no fuera infinito”. Y Montaigne, decía que los dioses han salido de la mente de los hombres.

Sólo estableciendo un vínculo directo entre el observador y los objetos externos, puede rasgarse el velo y derrotarse el escepticismo. La falta de fiabilidad de nuestras percepciones constituye una parte importante del arsenal del escepticismo para atacar nuestras percepciones de conocimiento.

Se llama “realismo representativo” al modelo de percepción de Locke, para distinguirlo del “realismo ingenuo” o el del sentido común que se adhiere a cualquiera de nosotros, la mayor parte del tiempo.

Para Pascal: “El corazón tiene sus razones, que la razón no conoce”, abogando por la intuición, en la ciencia.

Y Pascal se pregunta: ¿Qué quimera, es pues, el hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, que caos, que contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, débil gusano; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y error; gloria y desecho del universo. ¿Quién esclarecerá esta confusión?

Para Thomas Hobbes: Los hombres pueden saber que Dios ES pero no LO QUE ES. No compartía con Francis Bacón su razonamiento INDUCTIVO, aduciendo que la EXPERIMENTACIÓN era el único camino hacia el verdadero conocimiento.

Para Descartes, el principio de todo conocimiento es poner en duda todo, pues lo único que es cierto, es nuestra existencia. Por lo que la frase de toda la filosofía moderna, es: “PIENSO LUEGO EXISTO”. Agregando que: El hombre tiene razones para creer en el mundo exterior, aunque nuestros sentidos son engañosos.

El ambicioso plan de Descartes consistía en dejar atrás los viejos dogmas del mundo medieval y establecer la ciencia sobre fundamentos más sólidos posibles; desechando cualquier creencia que fuera susceptible del menor grado de duda, de manera que ni siquiera las verdades aparentemente evidentes de la geometría y de las matemáticas, podían seguir siendo ciertas y así el uso de nuestra capacidad de observación y de racionalidad, nos conduce hacia la verdad.

El método propuesto por Descartes, se basa en cuatro reglas:


  1. Nunca aceptes por verdadera, cosa alguna que no podamos evidenciar.


  1. Utilizar el “ANÁLISIS”, y descomponer lo complejo hasta llegar a todos los elementos que lo constituyen.


  2. La SINTÉSIS, es donde se recomponen todos los elementos, hasta descubrir cómo se relacionan entre sí.


  3. Recorrer continua o ininterrumpidamente, todas las verdades logradas hasta tenerlas juntas en una sola mirada.


Spinoza, explicó el universo como una emanación de la sustancia única o sea, de Dios. Sólo hay una substancia Dios o Naturaleza; Dios o el universo son uno y lo mismo. Y, que Dios se expresa mediante las leyes de la naturaleza, Dios dirige al hombre por medio de la naturaleza y sólo podemos ser felices viviendo con la naturaleza… que es Dios.

Leibniz, contrario a Spinoza, negaba que los átomos de Democrito fuesen los elementos invisibles del universo, negando también La sustancia única de Spinosa. Que eran las Monadas, semillas minúsculas, creadas por Dios, sustancias infinitesimales con alma propia. Universos en sí mismos y que pueden desarrollarse para formar la materia y la vida. Postulaba un Dios que daba al hombre libre albedrío y, con libertad de hacer el mal o el bien. De que el dolor, maldad e infelicidad es insignificante, comparado con las cosas buenas del mundo, por lo que, si hubiera sido posible crear un mundo mejor, Dios lo habría creado. Por lo que vivimos en el mejor de los mundos que Dios pudo crear.

Voltaire, luchó toda su vida contra las religiones confesionales por ser enemigas de la razón humana y la libertad. Para él: “El error y la ignorancia, son la única causa de los males de la humanidad” y los errores de la superstición son los más funestos, porque corrompen todas las fuentes de la razón y el fanatismo que las alienta, empuja a los hombres a matar sin remordimientos.

Para Rousseau, “No hay demonios ni pecados”. Para Locke, nuestras ideas, es a lo único a lo que tenemos acceso, que forman un impenetrable “velo” entre nosotros y el mundo exterior. David Hume, nos dice: Recurrir a la veracidad del Ser Supremo para probar la veracidad de nuestros sentidos es, sin duda, optar por un camino inesperado.

A Descartes, se le ha considerado el padre de la filosofía moderna. Su propósito era disipar las dudas escépticas de una vez por todas, para podernos dedicar tranquilamente a la búsqueda racional del conocimiento.

Las matemáticas muestran conexiones entre las cosas que, si no fuera por la razón, no resultarían nada evidentes. La geometría Euclidiana, fue durante dos mil años el único sistema científico coherente que se conocía. Donde los axiomas no afirmaban nada sobre la naturaleza del mundo físico, ya que eran meras hipótesis que se utilizaban dentro del sistema matemático y, donde tuvo que pasar mucho tiempo, donde no se cuestionaba si la geometría era realmente completa y consistente, ya que dicha matemática comenzó cuando alguien demostró proposiciones de cualquier cosa, sin especificar cosas definidas y concretas.

La gran mayoría de los científicos básicos, definen los problemas que los matemáticos ayudan a resolver, pensando básicamente en imágenes y sólo de manera marginal, en las matemáticas.

Se dice que Descartes, al reducir la geometría, una abstracción de la realidad física a números y a la relación entre los números, se estaba dando el primer paso de la supeditación de la realidad física a los dictados de la mente. La realidad es un flujo continuo y, la geometría no tiene manera de expresar el cambio continuo y tampoco la aritmética puede deducir los cambios de sus propias expresiones.

Berkeley, decía que el cálculo es la clave general con cuya ayuda se puede tener acceso a los secretos de la naturaleza, en tanto que Kant, sugería que la psicología debería ser la más importante de las ciencias.

Las sucesivas generaciones quedamos atrapados en el problema del “exceptico” , ya que incluso en nuestros días, vivimos una auténtica Farsa del calentamiento global, donde los fundamentalistas carbónicos, como Elliot Benedick, nos dice que: ”Debemos implementar un tratado climático incluso si no hay una evidencia científica que sostenga el efecto invernadero, del calentamiento global”, siendo que no está demostrado científicamente, que haya relación entre el calentamiento y el CO2.

Es asombrosa la credulidad de una gran parte de la sociedad, nos dice Zhigniew Jaworoski, ya que una vez expuesta a la concentrada manipulación de los medios, ha aceptado con una inmensa facilidad la mitología del calentamiento global. Sin considerar que el clima y los cambios climáticos, son hechos por el Sol y no por el hombre, por lo que son predecibles, ya que son periódicos y se han venido repitiendo con exactitud, por millones de años. Pero que en realidad, estamos ante el peligro de una Era Glacial inminente, que nos encontrara preparados para un calentamiento y no para un enfriamiento.

Y definitivamente, no hay ninguna relación demostrada entre el caos climático actual y el CO2 de origen humano y el calentamiento de efecto invernadero, tal y como se ha demostrado, con abundante documentación, nos dice Roberto Centeno.

La postura oficial es simplemente dogmatismo, desinformación, ignorando los estudios de vanguardia de las principales instituciones del mundo, donde la abulia, inmovilismo, incultura paleoclimática y visión unilateral, imperan, sin tener en cuenta todos los escenarios posibles.

Gerardo Herrera, habla de cómo se han llegado a manipular los datos sobre el deshielo en Groenlandia, actualmente, con gráficos típicos del engaño a través del uso de números crudos sin contexto de proporción necesaria.

Se nos muestra la pérdida de hielo en miles de millones de toneladas por año, sin ver que se puede estimar de manera razonable, que Groenlandia está perdiendo 0.1% de hielo por década, es decir, 0.01% al año, lo que significa que en un siglo habrá perdido el 1% de su hielo. Para la Antártida, la razón de deshielo es de 0.0045% por año, lo cual significa que en 2 mil 200 años habrá perdido el 1% de su hielo total. Lo cual es absurdo preocuparse por esto.

Por lo que podemos ver, que así no resulta dramático ni difícilmente llegará a conmover a los gobiernos y donantes ecológicos para que depositen en sus cuentas bancarias.

Recurrir a cantidades gigantescas evitando las proporciones, es una de las modalidades del engaño intencional. Y una vez que se empieza a mentir, ya no hay vuelta atrás.

Los momentos de certeza absoluta, a lo largo de una vida, son escasos, nos dice Sascha Arango. El futuro es incierto y quién dice conocerlo, miente. El pasado no es más que un recuerdo y, como tal, pura invención. Lo único que es seguro y que ofrece espacio para el desarrollo, es el presente y, también éste se desvanece de inmediato.

En La Dialéctica de Hegel, hay tres importantes elementos, que son: La Tesis, La Antítesis y La Síntesis, donde se dan las afirmaciones de las contradicciones de los mismos conceptos o sea, de que no hay una razón absoluta ya que en toda razón hay una contradicción.

Para Hegel, el cambio es el principio capital de la vida y la historia, es la dialéctica en el tiempo. “LO QUE ES RACIONAL ES REAL, LO QUE ES REAL ES RACIONAL”; y la Lucha es la Ley del Crecimiento. De que el conocimiento humano es incapaz de conocer a Dios. Que la naturaleza verdadera del amor consiste en abandonar la conciencia de sí mismo, olvidarse, perderse en otro yo y, en esta pérdida y olvido tenerse y poseerse a sí mismo.

Para Schopenhauer, el mundo es el infierno y los hombres son alternativamente, almas condenadas y demonios; donde el mundo es la morada del sufrimiento y el placer es el cese del dolor, pero tan pronto se elimina el sufrimiento el aburrimiento se apodera del hombre y es tan intolerable como el dolor y los caminos de la liberación, como son la Moral, el Arte y el Ascetismo.

Kierkegaard, viene a ser el precursor de la filosofía EXISTENCIALISTA, donde la realidad no es un proceso racional único, sino un conjunto de infinitas posibilidades, entre las que se cuenta la posibilidad de la nada y, donde existir significa salir de la nada y hallarse en la frontera del ser y no-ser.

¿Qué podemos saber del mundo? ¿El mundo es exactamente como lo percibimos? ¿O es como se presenta a nuestra razón?

Todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, pero lo que hay que saber es si hay algún conocimiento de la experiencia. A este conocimiento “a priori” se distingue del “Empírico”, en que las fuentes de éste último son “a posteriori”; es decir, no la obtiene de la experiencia. Y Kant concluye, que nuestra mente no es un pizarrón que acepta sólo lo que le escriben desde fuera, sino que además produce y elabora sus propios conceptos.

La tesis fundamentales del POSITIVISMO, es la de que el Método Científico, describe los hechos que observa, pero esos hechos tienen sus propias leyes, pero valen para cualquier actividad. Y para Marx: “No es la conciencia la de los hombres la que determina su ser, por el contrario es su ser social el que determina su conciencia”.

Ningún filósofo que se respete, ha dejado a un lado las ideas que se han generado desde los griegos, nos dice Rius. Para Nietzsche, el único mundo verdadero es el de los sentidos, donde no existe el otro mundo y no hay Dios ni alma inmortal y, la vida es la lucha por la existencia y el perfeccionamiento del hombre se logra a través de esa lucha.

LA DINÁMICA DEL INCONSCIENTE

¿Por qué estoy aquí? ¿Quién soy yo? Hoy todas estas preguntas y muchas más, parecen converger en una sola ¿Qué es la conciencia?

¿Qué son la conciencia, los pensamientos y los sueños? Son cuestiones que todos, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos planteado y que, sin duda continuarán planteándose en las próximas generaciones. Cuestiones que las tradiciones o mitos han oscurecido durante demasiado tiempo y a las que ahora podemos enfrentar con el mejor instrumento disponible, que es el de la ciencia.

El problema de la conciencia es real y profundo y, distinto de cualquier otro. Pero ¿Cómo es posible que cosas objetivas como las neuronas cerebrales produzcan experiencias subjetivas, como el sentimiento de que Yo camino sobre la hierba?, se pregunta H. Swait.

El mundo objetivo que nos rodea y las experiencias de nuestro interior, parecen ser de naturaleza distinta y, preguntarse de qué modo el uno produce a las otras, parece un sinsentido. La dificultad para tratar este problema, nos dice William James, es que cometemos un error fundamental en nuestro modo de pensar sobre la conciencia, que se encuentra en nuestra innegable experiencia del “monologo interior”; ese fluir continuo y siempre cambiante de ideas, percepciones, sentimientos y emociones que conforman nuestra vida.

Experimentos revelan la llamada ceguera al cambio. Las personas generalmente no detectan el cambio, ya que solamente si estamos mirando directamente al objeto cambiante, lo detectamos, de otra forma, es como si nada hubiera ocurrido. La conclusión es que no poseemos una imagen estable y detallada del mundo que nos rodea y, no vemos detalles más que en un área minúscula que estamos observando. El detalle se desvanece, dejando un recuerdo impreciso de la escena.

Nuestro entorno, contiene demasiada información para que el cerebro sea capaz de almacenar toda ella, además de que vivimos en una especie de aturdimiento y en ese posible despertar, el cerebro confecciona a partir de su memoria, una historia de lo que acabamos de experimentar. Un río de conciencia y un Yo que observa y que aparecen conjuntamente, pero ambos son ilusiones.

Una ilusión, es algo que existe, pero que no es lo que parece, de forma que ese Yo no es que no exista, pero tampoco es el observador con conciencia y voluntad libre que pudiéramos creer. Y cuanto más se busca el Yo que experimenta las cosas, menos obvio parece que exista, hasta el punto de que se pueden alcanzar estados en los que el Yo y los demás no están separados, nos dice Susan Blackmore.

De acuerdo con Aristóteles, “quien soy Yo” está estrechamente ligado a mi existencia corpórea, mente y cuerpo; mente y cuerpo conforman una unidad y la mente participa en funciones vitales que van desde la locomoción a la contemplación filosófica.

En cambio, Pitagóricos y Platónicos separan la mente del cuerpo, conduciendo a la teoría de Descartes de un Yo descorporeizado, que Locke propone a la memoria como mecanismo responsable de la continuidad del Yo en el tiempo. Hume, no encontró más que un atajo de impresiones sin evidencia introspectiva de que realmente existiera y en consecuencia, consideró el Yo como una ficción de la imaginación.

Para Adrian Furnham, la psicología es la reina de las ciencias sociales y que en sus aplicaciones, son clave para la salud, felicidad y progreso. Es una ciencia dotada de un fuerte carácter multidisciplinario; y persigue la solución de los problemas del ser humano.

Pretende analizar y comprender una gran gama de ideas, sentimientos y razonamientos, que van desde el comportamiento social hasta las fobias; desde la memoria y las disfunciones sociales, hasta el problema del alcoholismo; sin embargo sus detractores consideran que los psicólogos son unos charlatanes ilusos e incluso peligrosos, que aplican ideas y prácticas tanto de sentido común como completamente erróneas.

Anthony Kenny, considera que el Yo no es más que un sinsentido de los filósofos, derivado de un malentendido del pronombre reflexivo. Y Robert Nozcick, considera en que el Yo se sintetiza en el acto de auto referencia y, no es otra cosa que un producto de la reflexión.

Para Dennett, la concepción del Yo es una ficción teórica, que sin embargo desempeña un útil papel explicativo. Michel Gazzaniga, demuestran que el concepto del Yo, se construye mediante un mecanismo intérprete, localizado en el hemisferio cerebral izquierdo.

Esta función, se encarga de construir una narración imaginaria, lo bastante coherente como para mantener un concepto estable de la identidad personal, donde los psicólogos han demostrado que el concepto del Yo varía enormemente entre culturas; la identidad personal se construye en el dominio de la interacción social, con lo que no puede haber espejos en la mente si no hay espejos en la sociedad, señala Swain. Y la máxima de Austin, nos dice que: La conciencia evoluciona a medida que el Yo se disuelve.

La seguridad, es la necesidad básica del niño y de acuerdo con Freud, de niños poseemos ciertos impulsos e instintos innatos y, es sólo una parte de nosotros la que tiene esas necesidades en tanto que otras partes las mantienen controladas.

Necesitamos el amor y la aprobación de las personas que nos cuidan y, aprender a defendernos de los impulsos que no coinciden con lo que nuestro medio tolera. Donde disponemos de una amplia variedad de mecanismos de defensa para enfrentarnos a nuestras ansiedades.

Erick From, creía que el niño no sólo reprime los impulsos más obvios, como la agresividad y la sexualidad, sino que también aprende a contener parte de su energía y su curiosidad innatas, e incluso a reprimir formas positivas de auto expresión, para adaptarse a los deseos de su medio.

Se suprimen tanto las cosas buenas como las negativas y optamos por la seguridad a expensas de la libre expresión de nuestra autentica naturaleza.

Los mecanismos de defensa, según Abraham Maslow, no sólo tememos y reprimimos nuestras posibilidades inferiores, también tememos y reprimimos las más elevadas; es decir, el miedo a la propia grandeza, la huida de todo aquello que podríamos ser.

Todos llevamos dentro el impulso de mejorar, una tendencia a actualizar nuestras potencialidades y a realizarnos de mayor medida y sin embargo, con mucha frecuencia hay algo que nos bloquea o que nos detiene y nos obstaculiza el camino.

Green se pregunta ¿Por qué? ¿Por qué tememos nuestra propia grandeza? ¿Por qué vamos por el mundo sin usar más que una fracción de nuestras potencialidades? Si la naturaleza de la vida es infinita e ilimitada, ¿Por qué el hombre, se ha encerrado hasta ver todas las cosas, por la estrecha hendidura de su caverna platónica.

Para Clara Thompson, la agresividad brota de una tendencia innata a dominar la vida; es el deseo de llegar a ser lo que tenemos capacidad para ser; la cual si se ve bloqueada, se convierte en odio, cólera o furia. Cuando eso sucede nos enojamos o nos deprimimos.

Es imposible vivir sin enojarnos, nos dice Liz Greene y, todos necesitamos maneras de expresar nuestro enojo, limpia y directamente. Si hay que reprimir demasiado el enojo, se va acumulando y se revienta de manera violenta y, cuanto más tiempo permanezca reprimida la cólera, más potencialmente destructiva se vuelve y volverse en contra de las personas y formarse en enfermedad y atacar nuestro cuerpo.

Las personas tienen que aprender a reconocer cuándo están enojadas y canalizar su cólera en vez de almacenarlas y desencadenar una explosión violenta.

Todos necesitamos encontrar canalizaciones positivas y constructivas para nuestros instintos agresivos.

Cuando tenemos el Ego herido, nos ponemos una máscara y representamos una función, pero a veces ocupamos un disfraz durante tanto tiempo que nos olvidamos y la pregunta es: ¿Dónde termina la actuación y dónde comienza “Mi verdadero Yo?, ¿Quién soy en realidad?

La respuesta está oculta bajo la máscara, nos dice John Powell. Y agrega que para descubrir nuestra esencia interior, debemos analizar el pasado para eliminar los obstáculos que se presentan para alcanzar el “Autoconocimiento”. Y saber quiénes somos y porqué actuamos de determinada manera y cómo podemos modificar patrones de conducta que nos destruyen e impiden ser felices.

Para Edward Wilson, en su Sociobiología, nos dice que las raíces del comportamiento humano está de algún modo genéticamente determinadas, agregando que es más cómodo y más fácil de comprender de que todas las mentes comienzan exactamente igual, que el potencial es el mismo y que basta con cambiar el ambiente para cambiar la conducta en cualquier dirección.

Las personas seleccionan y configuran su entorno a través de su propio comportamiento, donde los efectos ambientales son generalmente más manifiestos en individuos genéticamente susceptibles. El desarrollo biológico no es determinista, sino probabilístico. El azar y las posibles perturbaciones juegan un papel considerable.

Los registros de violencia impulsiva y destructiva, muestran que cuando se trata de prevenir la violencia, a menudo nos falla la razón y que la racionalidad no sólo no nos ofrece un antídoto efectivo contra la violencia, sino que es la causa directa de una enorme proporción de violencia perpetrada por unos humanos contra otros. Y de que es nuestra capacidad de razonar la que nos dice que apoderarse de las posesiones ajenas por la fuerza y, de modo que se minimicen o eviten enteramente las repercusiones, es una fórmula para el éxito, siendo así que nos aprovechamos de nuestra capacidad de anticipación para tramar estrategias que saquen beneficio de la violencia, lo que también inspira la violencia organizada y la guerra.

Es el mismo neocórtex, nos dice Dolf Zillman, que nos permite reconocer las lacras sociales y los peligros globales de la violencia, como también nos proporciona razones y vías de agresión nuevas y exclusivamente humanas e incluso, la consumación de la más vil de las atrocidades se interpreta y defiende como un mandato moral, quizá dada por una autoridad divina.

Para Anne Treisman, la manera en que utilizamos nuestra atención, determina lo que vemos; es decir “Tu enfoque es tu realidad”. Pese a su enorme importancia en nuestra manera de afrontar la vida, la atención en todas sus modalidades, es poco conocida y poco valorada.

Nuestra capacidad de atención, determina nuestro desempeño al realizar una tarea; nuestra habilidad en la vida depende de esta sutil habilidad. El Autoconocimiento, promueve la autogestión y la Empatía, la habilidad básica para establecer relaciones y, son los cimientos de la inteligencia emocional, que su debilidad puede sabotear una vida o una carrera, mientras que su fortaleza aumenta la realización y el éxito, nos dice Goleman.

La psicología expone que hay tres niveles en la mente humana: El Consciente, el Subconsciente y el Inconsciente. Donde nuestro consciente está ocupado todo el tiempo en las cosas ordinarias, las de hacer y pensar cotidiano y automático.

En el Subconsciente, tenemos los datos que necesitaremos y tenemos disponibles, por si las necesitamos más adelante. Y en el Inconsciente, escondemos todo lo que no queremos enfrentar o revivir. Pero no estamos conscientes de este proceso de cómo los guardamos ni de la posible información archivada en nuestro inconsciente.

Para adquirir autoconocimiento y al tener un ego herido, llega el momento en que nos preguntamos dónde termina la actuación y dónde comienza el verdadero yo.

Ninguna moralidad debería basarse en la autoridad, ni siquiera si esa autoridad fuera divina.

Para decidir qué deberíamos hacer, en vez de qué podemos hacer, tenemos que recurrir a la filosofía. La cual, por lo general aporta claridad y comprensión a asuntos que nos incumben a todos.

Parecería que el inconsciente, sea lo que sea, poseyera su propia sabiduría y sus propias intenciones y además, siguiera un plan propio para dirigir adecuadamente la obra. Y en esta inteligencia oculta, pueda o no coincidir con lo que creemos ser y con lo que nos imaginamos esperar de la vida.

Puede suceder que independientemente de que el ego lo considere como algo creativo o destructivo, un impulso o compulsión inconsciente venga a frustrar el logro de nuestros objetivos conscientes, lo que con frecuencia nos da la sensación de que “algo” se nos está oponiendo.

Según Liz Greene: Aquello de lo que no tenemos conciencia, tiene su propia manera no sólo de aparecer desde nuestro interior sino de materializarse en el exterior, de modo que cíclica e inevitablemente, tropezamos en la vida, con personas y circunstancias, que de una manera extraña e inexplicable, son productos de destilación, de nuestro ser, más desconocido.

Si a un individuo se le repite una pauta en la que ciertos objetivos conscientes resultan siempre bloqueados o frustrados, lo más sensato es que vaya a preguntar porqué al inconsciente. Aventurase por este dominio misterioso, no es solamente un retrato de aquellas partes de nosotros que estamos dispuestos a reconocer o, nos encanta que el mundo vea.

Hace salir a todos los personajes y dejar al descubierto aspectos de nuestra naturaleza que quizá no sólo procuramos ocultar a los demás, sino también a nosotros mismos.

Semónides de Amorgos, identifica diez razas creadas por Zeus para castigar a los hombres, de las que la mayoría se relacionan con animales y, con sus defectos: La mujer-perro es ruidosa e incontrolable; La mujer-asno es testaruda y desvergonzada; La mujer-cerdo es sucia y voraz; La mujer-zorro es versátil; La mujer-comadreja es fea e hipócrita; La mujer-mono es desagradable y astuta; La mujer-caballo es coqueta y despilfarradora.

En este inventario, sólo hay una especie que merezca su favor: La mujer-abeja. Feliz aquel al que le haya tocado en suerte. Sólo ella no merece ningún reproche. Gracias a ella la vida resulta floreciente y larga; amada por su esposo al que ama, envejece con él y da lugar a una bella y noble familia. Brilla entre todas las mujeres y una gracia divina se expande a su alrededor.

Los bloqueos de represión, justificación y negación nos impiden dejar nuestro papel o quitarnos la máscara. Simplemente, no conocemos a nuestro ser verdadero.

Según los psiquiatras, el noventa por ciento de lo que se dice, hace y siente la gente irreflexiva, se basa en la información inconsciente y ésta, permanece activa aun y cuando dormimos.

La información reprimida, permanece en nuestro cerebro e incide en nuestras acciones y reacciones y, es lo que nos hace seguros o inseguros. Si me enojo o tengo envidia, es porque hay ira o envidia, en mi, y lo más probable es que hayan estado conmigo durante mucho tiempo.

¿Quién determina mis acciones y reacciones? La verdadera respuesta se encuentra en nuestra mente o mundo inconsciente o, en nuestro pasado olvidado. No cabe duda nos dice Powell, de que nuestro pasado influye en gran medida sobre nuestro presente.

Nuestro cerebro registra todas nuestras experiencias y registra además la interpretación que le damos. Lo que se ha grabado en nuestro pasado afecta nuestra vida futura, pero nadie te puede hacer sentir inferior sin tu permiso, nos dice Powell.

Para Eduardo Punset: Nuestro inconsciente no se limita a interpretar lo que nos llega a través de los sentidos, sino que lo completa, porque lo transmitido por los sentidos es muy poco de fiar y para que sea comprensible, hay que modificarlo.

El cerebro humano al nacimiento, es ya un libro que lleva escritos muchos códigos de su futuro funcionamiento, sobre las que el medio escribe sus diferentes y múltiples mensajes, con lo que cada ser humano se construye y se va haciendo a lo largo de su vida.

Estos códigos están conformados por la organización de redes neuronales y conexiones sinápticas muy específicas, como otras conformadas por redes neuronales verdaderamente plásticas y cambiantes que permiten al individuo, tras los procesos de aprendizaje y memoria, adaptarse en cada momento a su medio ambiente y social.

Redes que permiten grabar y borrar sus contenidos constantemente. Pero lo que la gente tiende a olvidar es que, sin la ayuda de la intuición, la conciencia nunca podría recopilar, manejar y compartimentar imágenes y conocimientos para tomar decisiones y emitir juicios cotidianos en centésimas de segundos.

Tras un profundo análisis sobre las diversas formas en que los seres humanos nos auto engañamos para protegernos de la ansiedad, el fracaso y el dolor, se encuentran evidencias en todos los niveles, desde la actividad mental individual hasta la dinámica de toda la sociedad. Así entendido, el autoengaño ha de considerarse un mecanismo psicológico de defensa contra los dolorosos embates del mundo exterior, señala Goleman.

El cerebro humano es capaz de manejar selectivamente la información que recibe y, de esa manera disminuir la conciencia de la memoria y las percepciones negativas, mecanismo que bloquea la atención y disminuye el impacto de las decepciones.

El autoengaño se considera beneficioso para la estabilidad psíquica y emocional, a veces puede ser peligroso y perjudicial tanto a nivel individual como social.

Para Ken Wilber, la evolución humana avanza desde un estado pre personal en el útero y durante los primeros meses de vida hasta el desarrollo de una identidad personal. Y una vez establecido este sentimiento de nuestra propia identidad, la etapa siguiente es darnos cuenta de que en verdad estamos conectados e interrelacionados con todo lo que existe en el universo, aceptando la dimensión trans personal de nuestra naturaleza, con lo que vamos de lo pre personal a lo personal y a lo trans personal. Para esto, hay que empezar por tener un Yo antes de poder trascenderlo, pero ¿Cómo se puede trascender algo que nunca se ha tenido?

Algo que la física cuántica también menciona, es la unidad del individuo con el resto de la vida y, de ser parte de algo mayor que uno mismo o, estar a merced de algo mayor que uno mismo.

Según Henry Stapp: Una partícula elemental no es una entidad analizable con existencia independiente, es en esencia, un conjunto de relaciones que se extienden hacia afuera, hacia otras cosas, donde un elemento de unificación conecta la totalidad de la vida y, donde existe aisladamente. A lo que Carl Rogers nos dice, que cuanto más se profundiza en el Sí mismo personal, tanto más se descubre a la raza humana.

Los físicos cuánticos descubrieron que ya no se podía contemplar la realidad como un complejo de cosas distintas y de fronteras, cosas que resultaron ser aspectos entretejidos de un todo, donde cada acontecimiento parecía según Wilber, estar interconectado con todos los demás acontecimientos del universo, un único campo universal gigantesco.

Sin concentración, lo aprendido no se almacena en la memoria. Y cuanto más nos distraemos, tanto más superficiales son nuestras reflexiones y en la medida que son más breves, también son más triviales.

El cerebro es un órgano egoísta, ya que consume más del veinticinco por ciento del requerimiento energético de todo el resto del cuerpo. La realidad es que el fuego y cocinar, significaron un impulso definitivo en la evolución del cerebro humano y se podría decir según Francisco Mora, que el fuego posiblemente coció el verdadero nacimiento del conocimiento y la cultura.

El cocinar debió de tener un valor inestimable en el proceso que ha llevado a la aparición del hombre de hoy. Junto a ello, también la memoria debió de jugar un papel decisivo en aquellos tiempos, de modo que las mutaciones genéticas, medio ambiente y supervivencia debieron de ser el despegue del aumento del tamaño cerebral, hasta alcanzar el que tiene actualmente.

Partiendo del modo en que las células procesan la información, podemos trazar vías biológicas que convierten las percepciones en creencias y en aquello que podría parecer la realidad.

¿La mente domina la materia?

¿Debemos ir a nivel celular para demostrar cómo y porqué la vida funciona como lo hace?¿La programación subconsciente frustra de forma inconsciente nuestras mejores intenciones, donde todos somos inocentes y sin embargo, completamente responsables?

LAS CARAS DEL SER

La mayoría de nosotros a veces nos preguntamos quiénes somos en realidad y en momentos de reflexión, profundizamos acerca de qué estamos haciendo y, qué es lo que nos empuja a hacer lo que hacemos.

¿Quién soy en realidad y qué es lo que quiero en mi vida? Otros nos han dicho cómo ser o qué hacer y lo único que se ha logrado es que nos preguntemos: ¿quién soy?, nos dice John Powell.

El problema para llegar verdaderamente a conocernos, surge de la incapacidad que tenemos de profundizar dentro de nosotros mismos. La interpretación lógica de esta situación es que todos hemos desarrollado defensas que nos evitan una confrontación honesta con nosotros mismos. Y pocas veces discutimos sobre temas verdaderos de importancia.

Todos tenemos tantas ideas diferentes sobre lo que significa el “Yo”. O sobre lo que significa “El sí mismo Superior”, que terminamos en una gran confusión a menos que lleguemos a un acuerdo sobre lo que queremos decir con tales conceptos.

Usamos diversos trucos, estrategias y mecanismos de defensa, para defendernos contra la posibilidad de desplegar plenamente aquello que somos y, de llegar a la vivencia de todo lo que posiblemente podríamos experimentar en la vida.

La palabra EGO (el Yo), se define como aquella parte de la mente que reacciona ante la realidad y, tiene sentido de la individualidad, como “el centro del campo de la conciencia”; según Carl Jung.

Es lo que nos da la sensación de ser un “Yo” o, de que hay un “Yo aquí dentro”. Sin embargo, como fetos, no tenemos un Yo, porque no tenemos conciencia de nosotros mismos como un individuo aparte.

Para el feto, “el universo se centra en sí mismo y él mismo, es el universo”. Pensamos que somos el Todo, nos dice Koestler. Finalmente, nos damos cuenta de que tenemos un cuerpo que es distinto de todas las otras cosas y que es nuestro y que a medida que el tiempo pasa, tomamos conciencia de que tenemos una mente y sentimientos que son nuestros y, hace una súbita aparición un “Yo Mental”.

Sin embargo, una vez establecidos los límites del Yo o el sentimiento de Ser “Yo”, se puede seguir expandiendo nuestra consciencia. Y finalmente llegamos a darnos cuenta de que tenemos un cuerpo que es distinto de todas las otras cosas y, que es nuestro y a medida que pasa el tiempo, tomamos una mayor conciencia de esto.

Es decir, que empezamos con la sensación de serlo todo y gradualmente, empezamos a reconocernos como individuos aparte. Y una vez que hemos desarrollado el sentimiento de un ser aparte, es posible volver a expandir las fronteras del Yo y conectarse de nuevo con el resto del universo, por lo que Einstein nos señala de que:

Los seres humanos formamos parte del todo al que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio, donde nos vivimos a nosotros mismos, y vivimos nuestros pensamientos y sentimientos, como algo aparte de los demás; padecemos una especie de ilusión óptica de la conciencia, que se transforma en una prisión y nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto por unas personas que son las más próximas a nosotros.

Nuestra tarea debe consistir en liberarnos de esta prisión, ampliando nuestro círculo de compasión hasta abarcar a todas las criaturas vivientes y a la totalidad de la naturaleza en su hermosura, dice Liz Greene y Howard Sasportas.

Para Voltaire, la naturaleza siempre ha tenido más poder que la educación. En cambio Rousseau, creía que los hombres eran buenos al nacer pero los corrompía la sociedad en que vivían. Y Descartes, escribe sobre los impulsos interiores en conflicto con la razón consciente. Locke y Stuart Mill, opinaban que el comportamiento se derivaba de la observación del mundo y no de algún impulso innato

Recibimos y procesamos tanta información en la vida diaria, que no nos queda tiempo para reflexionar y no nos atrevemos a dudar de lo que nos cuentan los medios de información. Y aunque sabemos que el mundo material es tan solo una parte pequeña de todo lo que hay, nos resistimos a aceptar todo aquello que va más allá de lo que captan nuestros sentidos.

Las personas que tienen importancia en nuestra vida, son como espejos que reflejan el lugar donde nos encontramos en nuestro proceso de evolución: al mirarnos en el espejo de los demás, aprenderemos de nosotros mismos.

Buscamos fuera de nosotros aquellos rasgos que por alguna razón no se han despertado aún en nuestro propio interior, no hemos integrado o nos parecen inaceptables, señala Richard Idemon.

Desconocemos o rechazamos partes de nosotros mismos y entonces, las vemos en los demás. Se puede proyectar tanto los aspectos negativos como los positivos. Las cualidades que tenemos, pero que aún no hemos desarrollado, quizá sean las mismas que admiramos en otras personas; las cosas que no nos gustan de nosotros mismos, también las proyectamos en los demás, colocándolas fuera, en el mundo.

Las relaciones que establecemos en el mundo no son causales ni aleatorias, no son algo que nos suceda por puro azar. La proyección tiene mucho que ver con la gente que atraemos hacia nosotros. Hay innumerables maneras de explicar una situación determinada y cada persona va por el mundo con su propio sistema de mitos y, la realidad está en la mirada de quién la contempla y esto sin duda es válido, también para las relaciones, porque nuestras relaciones se derivan básicamente de la imagen que tenemos de nosotros mismos y de la que tenemos del mundo que nos rodea.

Las personas pobres muestran una probabilidad mayor de padecer esquizofrenia, en comparación con las ricas. La psicología clínica, es el estudio de los comportamientos que son considerados no normales y, estudia las causas, manifestaciones y tratamientos de los hábitos, razonamientos o estímulos patológicos que pueden deberse a factores ambientales, genéticos o neurológicos.

Un criterio aplicado con mucha frecuencia es la Irracionalidad, es decir, las creencias extrañas o carentes de lógica respecto al mundo físico o social.

La Autoconciencia, es como creamos nuestra realidad relativa con nuestros pensamientos, emociones y acciones, a partir de la nada. Sin embargo, sentimos el vacío existencial ya que el modelo social actual ya no nutre a las personas como se necesita.

Es curioso que sea precisamente en este silencioso vacío, donde todo cobra sentido y te sientes capaz de amar la vida tal y como es. Simplemente es respirar, abrirme al espacio interior y sentir el ser que habita en mí, nos dice Olga Losada.

Para la mayoría de las personas, el Ser o la fuente de vida es inconsciente. El terapeuta consciente, simplemente transforma el subconsciente en consciente, disocia y desfragmenta los programas de sufrimiento y malestar.

El guía espiritual budista, Avi Hay, visualiza el cuerpo físico como una partícula y nuestra alma, como una onda, idéntico a lo que sucede en mecánica cuántica; y en ese espacio cuántico, es donde sucede el tránsito de estas dos manifestaciones y que es la fuente de la vida, de manifestación en un universo holográfico.

El conocimiento llega en ráfagas fuertes, pero la sabiduría sólo habla en el silencio, ¿De qué tienes miedo?, nos pregunta Skip Prichard, agregando que a menudo, estamos en un camino antes que nos demos cuenta conscientemente de ello. Determina quién quieres ser, no únicamente lo que quieres hacer.

Tendrás un enorme poder cuando te permitas ser tú mismo. Las personas que no van a ningún lado fomentan las excusas, por lo que si quieres recuperar tu vida, recupera tus pensamientos, recordando de qué, de quién te rodeas, determina hacia dónde vas, por lo que rodéate de quienes te puedan ayudar a alcanzar tus propósitos.

La mediocridad es el resultado de demasiada comodidad y el viaje hacia el éxito, requiere tanto del riesgo como del fracaso, donde nuestros pensamientos nos pueden empoderar o encarcelar, ya que tus pensamientos controlan tu destino, tratando a todos como portadores de sabiduría y a los fracasos temporales como pasos importantes para el éxito. Y si eres fiel a tu propio ser, naturalmente que destacarás.

Nuestro pensamiento determina el diseño de nuestra vida y hay posibilidades ilimitadas en el universo, por lo que no hay límite para tu potencial. Y de las únicas limitaciones por las que tienes que preocuparte, son las que están en tu mente. Tu propósito es la brújula que señala el camino para usar el tiempo sabiamente.

Tras un profundo análisis sobre las diversas formas en que los seres humanos nos auto engañamos para protegernos de la ansiedad, el fracaso y el dolor, se encuentran evidencias a todos los niveles; desde la actividad mental individual hasta la dinámica de toda la sociedad; por lo que el Autoengaño ha de considerarse un mecanismo psicológico de defensa contra los dolorosos embates del mundo exterior, nos dice Daniel Goleman.

Donde el cerebro humano es capaz de filtrar selectivamente la información que recibe y de esa manera, disminuir la conciencia de la memoria y las perspectivas negativas. Mecanismo que bloquea la atención y disminuye el impacto de las decepciones.

Pero aunque el Autoengaño es, en la mayoría de las ocasiones beneficioso para la estabilidad psíquica y emocional, ya que su función es precisamente preservarla, a veces puede ser peligroso y perjudicial, tanto a nivel individual como social.

Por dos siglos, la población humana ha estado duplicándose y la mayoría de los demógrafos están de acuerdo en que una población de más de diez mil millones de personas haría muy difícil conseguir que el planeta fuera sostenible. Cuando en un estanque lleno de peces, al cabo de treinta días ¿Cuándo podemos decir que está medio lleno? La respuesta es en el día “vigésimo noveno” y, ¿Cuándo estará medio llena la Tierra? Hace ya unas décadas, nos dicen los expertos.

MÁS ALLÁ DEL EGO

Existe la creencia sincera en la necesidad, cada vez más imperiosa, de acercar la ciencia a la sociedad e integrarla plenamente en la cultura de nuestro tiempo. Hay que hacer un esfuerzo especial y conseguir un acercamiento de la gente a la ciencia, como la tiene con el arte.

Colin Blakemore, nos dice que sin la descripción del cerebro, sin una descripción de las fuerzas que modelan la conducta humana, nunca podrá haber una nueva ética verdaderamente objetiva, basada en las necesidades y los derechos del hombre… El cerebro luchando por entender el cerebro, es la propia sociedad tratando de entenderse a sí misma, nos dice Francisco Mora.

Los científicos tienen la responsabilidad de motivar a la gente y hacerla de algún modo partícipe de sus logros. La ciencia requiere de un entorno social que la provoque, es decir la de una cultura. Hay que conseguir que la gente pueda sentir que la ciencia les pertenece, por lo que el sentimiento de propiedad es crucial.

La gente ve la ciencia como algo de una élite, separada y distante.

El proceso evolutivo es un juego entre mutación genética al azar y un determinante que es el medio ambiente y que, en períodos concretos, ha favorecido una determinada línea de mutaciones.

Ver en este proceso un sentido teledirigido hacia un objetivo concreto, es para muchos, un prejuicio antropocéntrico de la peor especie, sin fundamento biológico alguno, señala Gould.

Cada ser humano se construye y hace, a lo largo de su vida. Donde el mundo sensorial es tan necesario para la salud y el buen funcionamiento del cerebro como lo son el oxigeno o el agua para nuestro cuerpo.

El cerebro necesita de ese alimento constante que son los estímulos sensoriales producidos: O bien por ondas electromagnéticas (la visión), ondas de presión (sonido), mecánicas (tacto), o moléculas de diversa naturaleza. Unas veces con significado y otras sin él. Sin esas referencias, según Mora, el cerebro las inventa y las crea porque las necesita para escapar del suicidio mental.

Las culturas se suceden con el tiempo, renovando en esas sucesiones, las lecturas de los valores y las normas que han presidido las interacciones sociales. Y ahora cuando estamos a las puertas o quizá ya entrando en un nuevo ciclo, en el que aparecerá una nueva concepción y, diferente de quienes somos los seres humanos, en él también habrá nuevas respuestas a las preguntas sobre qué nos hace ser animales morales.

Esta nueva cultura, posiblemente presidirá los cambios sociales revolucionarios que se avecinan: esta vez basados en el conocimiento de cómo opera nuestro cerebro, órgano productor de cuanto somos y, origen último de cómo nos comportamos.

Esta nueva cultura, es un proceso en el que, a la luz de los conocimientos que aportan las ciencias del cerebro, se producirá una reevaluación de las humanidades.

Lo que tenemos que hacer, nos dice Mora, es pensar en ese noventa y cinco por ciento de gente que no van a ser científicos. Para ello, rediseñando la educación de la ciencia para que la gente la encuentre aceptable y pase a formar de la cultura general. Se ha podido conocer, con cierta sorpresa, que la gente de un amplio espectro social muestra un alto interés por los temas que se refieren al cerebro.

Es conocer los procesos de nuestro cerebro que tienen que ver con la vida diaria, es decir, la conducta, la memoria y el aprendizaje; asimismo el desarrollo cerebral de los niños, la conciencia y el pensamiento y, lo que se refiere a ese mundo esencialmente humano, de las emociones y los sentimientos.

Somos propensos a emitir juicios lapidarios sobre lo mejor y lo peor, lo elevado y lo ínfimo que hay en nosotros, donde cada persona abarca un espectro de cualidades positivas y negativas, que contiene una teleología y un significado inherente.

Si se interpreta y se entiende a partir de cierta visión en profundidad del complejo funcionamiento del inconsciente, puede ayudarnos a entrar en contacto y ofrecernos la posibilidad de cultivar una actitud diferente, más compasiva y comprensiva, hacia aquellos aspectos de nosotros mismos, que quizá hayamos tenido o malentendidos o que simplemente jamás llegamos a conocer.

Parece que el inconsciente no se limita a ser un desván, nos dice Liz Greene, donde va a parar todo lo malo, sino que es también un “limbo” donde permanecen muchas de nuestras mejores potencialidades.

La envidia ha sido siempre un profundo problema humano. Pero incluso los impulsos malos, son esenciales para la trama y en ocasiones, son malos no por causa de ninguna maldad intrínseca, sino debido al tratamiento que reciben de su ego.

Jung, descubrió que junto a las dimensiones más primitivas de la naturaleza humana, la sociedad civilizada habría proscrito el inconsciente, un deseo no menos apremiante de transformarse y de integrarse en la vida, de transmutarse de escoria alquímica en oro nacido de la alquimia.

Es decir, que en cada uno de nosotros subyace una motivación que pugna con la individualidad y que es con frecuencia, una modalidad de comportamiento que se opone a la norma colectiva.

Es una forma de lealtad hacia nuestra propia naturaleza, con una actitud de abarcar y abrazar a todas las personas, según Liz Greene.

La agresividad, es un impulso hacia la autoafirmación y, es indiferenciada e incontrolada ya que simultáneamente pone en juego los sentimientos y la mente y no tiene el menor sentido de la oportunidad, el lugar o la medida. Sin ninguna preocupación por las consecuencias, no hay sentido de la proporción ni inquietud por el daño que se puede hacer a otros y, se puede desencadenar sobre amigos o seres queridos que en otros momentos han sido leales, bondadosos y serviciales.

La escasez o la abundancia con que construyen, las abejas crean estructuras muy precisas, con las avispas tan descuidadas. La economía se considera una ciencia que estudia el modo en que las personas y las sociedades se enfrentan a situaciones en las que los recursos son exiguos, planteando que la escasez no es sólo una limitación física, sino sobre todo un estado mental y por lo tanto, un factor que condiciona el comportamiento, ya sea para el manejo del dinero, del tiempo de la comida; entendida en un sentido más amplio pero a la vez más sutil.

Para Edgar Shafir, la escasez altera la forma en que juzgamos las cosas y a menudo conduce a elecciones que ponen en entredicho la racionalidad de los agentes económicos; agregando que las personas muy ocupadas, como las de escasez de tiempo, fracasan al organizar su agenda por las mismas razones que los pobres o los deudores, que enfrentan una escasez obvia. Y fracasan al tratar de aprovechar sus limitados ingresos, donde las decisiones tomadas de forma apresurada dentro de la necesidad, reproducen e incluso magnifican, la misma escasez que las originó, que muestra la compleja dinámica de un fenómeno que opera por encima de fuerzas sociales, políticas e incluso culturales.

Para Jean-Paul Sartre, el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Donde toda tentativa que no se apoya en una experiencia probada, está condenada al fracaso.

La existencia precede a la esencia, por lo que hay que partir de la subjetividad. La esencia precede a la existencia, pero ¿Qué significa que la existencia precede a la esencia?

Si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Todos los hombres están sujetos a la misma definición y poseen las mismas cualidades básicas, donde la voluntad sigue más o menos al entendimiento o por lo menos, lo acompaña.

Debemos ver el misterio de la existencia con nuevos ojos, pues como hijos orgullosos de la ciencia y la razón, hemos quedado huérfanos de sabiduría. Las células nos han superado en inteligencia durante millones de años. Algo desconocido quiere darse a conocer, nos dice Sherlock Holmes.

Para Descartes, no todo lo que sabemos está equivocado, pero tenemos que examinar lo que creemos saber, reflexionar sobre ello y reconsiderarlo. Para Kant, una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto. Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas. Y para Deepak Chopra, somos el ser más importante del mundo, ya que en el plano del alma, somos el mundo.

No estás en el mundo, el mundo está en ti y por más convincente que parezca, el mundo material nadie ha podido demostrar que es real y para los neurólogos el cerebro no ofrece ninguna prueba de que el mundo exterior exista de verdad y sí, muchas de que no existe. En lugar de investigar el misterio de la vida, actuamos como si no existiera.

El anarquismo supo que el Estado había sido un mal necesario durante un tiempo y que su abolición completa era, más pronto que tarde, igualmente necesaria. Los liberalismos independientes colmaron cuando en los dos últimos siglos, optaron por la oposición en lugar de la revolución pacífica, un arte que requería una imaginación infinita, señala Punset.

La meta es el cambio y en lo que muchos dudan, es en los métodos para hacerlo efectivo, aunque pocos cuestionan que ese cambio debería empezar ya.

Esta nueva cultura conocida como neurocultura, es un proceso en el que, a la luz de los conocimientos que aportan las ciencias del cerebro, se producirá una reevaluación de las humanidades: la filosofía, la ética, la sociología y el derecho, la economía y el arte y, la religión.

Un puente de unión de las humanidades y la ciencia, que nos llevará a reevaluar nuestra concepción del mundo, porque hoy comenzamos a saber, según Mora, que nuestro cerebro es a su vez creador y espejo de cuanto sucede y, que todo pensamiento y conducta humana residen en su funcionamiento y los códigos que los sustentan, siendo el cerebro donde se crea cada ser humano.

Se avecina una nueva forma de pensar y entender la conducta humana y es, precisamente, a través de la contestación que demos con los nuevos conocimientos, como necesariamente acaecerá una nueva y revolucionaria concepción del ser humano.

El problema conlleva la solución, nos dice Avi Hay. Y si en lugar de insistir en resolver un problema, con las mismas premisas que lo generaron, nos permitimos contemplarnos desde un nivel más alto, descubrimos que la lección es una lección que podemos llevar a cabo directamente desde la conciencia.

Cuando vemos la vida como una lucha, sólo proyectamos más lucha. Y debemos mejor mirar hacia dentro de nosotros y llevar la conciencia al conflicto interior que vivimos y hacer el aprendizaje que nos corresponde, sabiendo que la diferencia entre fuera y dentro, dice Hay, está en tu mente.

Para transformar nuestra civilización, necesitamos empezar por cada uno de nosotros y, asumir la responsabilidad sobre quiénes somos de verdad. Donde vivir implica servir a la Inteligencia Universal y desmantelar completamente el concepto de felicidad basado en tener, en lugar de ser.


 







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