LOS ESPACIOS Y LOS TIEMPOS DE AMÉRICA .
( DEL POLICRONOTOPOS AL POLILOGOS INTERTRANSCULTURAL)

Cristián Gallegos Díaz (*)

RESUMEN

El espacio y el tiempo original de cada cultura, al interactuar en forma compleja dentro de un polilogos Intertranscultural real, sufre distorsiones. El espacio antropo-cultural histórico real se representa como un policronotopos poliglósico donde el tiempo y el espacio de la cultura hegemónica, dominante, impone la mera representación y la mera instantaneidad destemporalizada .Predomina el aquí-ahora por sobre el vivir compresente de cada cultura. El espacio-tiempo se concibe como hipertextualidad. Los discursos eventualmente críticos se subordinan y se ideologizan, los pueblos-personas se representan como comunidades hermenéuticas. Toda filosofía que se precie de ser crítica del presente, debe promover la superación de estas asimetrías y virtualidades, re-territorializar el espacio cultural, sincronizar el tiempo discrónico, recuperar el presente, promover la unidad diversa de los pueblos-personas , recuperar la dignidad de los pueblos sucedáneos, deconstruir el policronotopos poliglósico, y fundamentar la con-vivencia de pueblos distintos en un espacio antropo-cultural ético coincidente con la construcción de un polilogos intertranscultural verdadero. Ello implica la transformación de los modos de filosofar.

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Los americanos del centro y del sur dejamos el tiempo pasar. El americano del Norte globaliza su tiempo, nos proyecta su eternidad. Sin embargo, el tiempo de nuestras vidas sigue deviniendo y, nosotros, americanos del centro y del sur, estamos entre la ucronía temporal y la utopía intemporal. Entre la eternidad mercantilizada del norte, y la eternidad esperanzada del centro y del sur, el tema del ser americano se obnubila en un presentismo encubierto,porque el presente percibido es el miedo. América es hoy, miedo al presente real. Por ello somos exentos mediatizados. Nuestro tiempo sincrético es tiempo judeocristiano que pasa en función del futuro, tiempo helénico que es presente devenido, tiempo originario que es presente sincrónico .Ese sincretismo perceptivo nos lleva a aceptar acríticamente el tiempo presente del otro, pues hemos relegado nuestro presente esencializando el pasado y el futuro .Esencializamos el miedo al nosotros, interiorizamos el tiempo de ellos. Aún no re-descubrimos el ahora-nuestro. Somos el tal vez. Ausentamos realidad. Presentalizamos la realidad temporalizada del otro. Ya no somos nosotros. Estamos en la era de la distorsión del tiempo y del espacio. América vive la dicotomía del espacio-tiempo experienciado y el espacio-tiempo representado. Habitamos lo terrestre entre un antes y un después definidos en función del pasado y el futuro. Del pasado que no fue, pero quisiéramos que hubiera sido : somos ucrónicos. Del futuro que quisiéramos pero que no trabajamos : somos utópicos. ¿Cual ha sido nuestro intervalo?. La reafirmación permanente de un no-ser: todos queríamos ser el tiempo nórdico. Nuestro tiempo ha sido realidad absolutizada,ajena. Nos hemos desvinculado, desrelacionado con el espacio-tiempo original.

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La corporeidad americana no es reductible a alguno de sus atributos espaciales ni temporales.El nexo original de la bioculturalidad corpórea espacializada y temporalizada del hombre americano ( unidad material del mundo americano),se expresa en el concepto de habitante que está siendo. La rotura de esa originalidad ,se expresa en un dejar de ser, para estar siendo lo que otros quieren que seamos. Nuestro espacio y nuestro tiempo, atributos esenciales de nuestro ser, se ha tornado un pluriverso de espacios y tiempos impropios. Hemos reducido lo irreductible de cada cultura, de cada pueblo, globalizándolo en la palabra América, tras la cual se diluyen las especificidades y unicidades de cada concepción del mundo. Cada habitante americano, como unidad singular –universal, ha perdido el derecho al cultivo de la libertad, pues ella termina donde comienza la libertad del otro. Esa libertad del otro se globaliza y excluye la propia ,la nuestra .De lo que se trata es de recuperar la unidad misma del habitante deviniente, dentro de un marco de respetuo mutuo, y el de recuperar el derecho a cambiar por decisión propia. La pérdida de esa libertad es lo inaugural de la exigencia de una ética crítica de esta vida enajenada. Cada cultura ha visto pasar su tiempo original. De cierta manera, ha presencializado el tiempo del otro. La experiencia habitual es la restricción del derecho a nuestra propia experiencia. No es posible ejercer nuestros derechos en un espacio- tiempo que no es el de nosotros.

El sentido de la vida americana reside en el habitante que interactúa en su espacio-tiempo. Los pueblos fuera del tiempo no existen .Se inventan .Por ello el habitante originario, al ser obligado a vivir en el tiempo del otro, necesariamente fue inventado. Se perdió el des-cubrimiento del sí mismo. ¿Es posible un habitante americano apriorístico?. ¿Es posible conjugar pasado y futuro como un no-ser?. Eso es lo que estamos haciendo. El americano no está siendo un ser real, se refleja, aún ,como descendiente-ascendiente de míticas razas cósmicas .Sólo será real cuando comprenda su ser, su pensar, su estar, desde el presente, construyendo su tiempo, explicándose sus transformaciones, cuando descubra lo histórico como diversidad desigual, conjugada, yuxtapuesta, asimétrica. Cuando redescubra el sentido de totalidad del espacio y del tiempo, cuando entienda que lo fragmentado es su mito,que el mundo ritual actual es su propio pero impropio mito.La ruptura con el mito del eterno retorno al mito se va constituyendo como fundamento de lo real situado a lo trascendente del ahora que no es lo actual. El hombre de este mundo americano comprenderá que su tiempo forma parte de su ser interior, y es recuperable, porque siempre ha estado allí, en el devenir de cada cultura que es una forma espacio-temporal del ser, y como tal, mudable. El tiempo de cada cultura no es causa ni efecto. Es atributo, propiedad de esa cultura, deformable por el espacio-tiempo de otra cultura. A la totalidad atributivo-distributiva conformada por el conjunto de culturas, tiempos, espacios interactuantes la hemos denominado espacio antropológico intertranscultural americano, y la interacción real entre culturas diferentes, polilogos intertranscultural americano.

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¿Por qué eternizar el tiempo de un único logos?.¿Por qué globalizar un único modo de ser-estar-pensar-deber ser?. El tiempo de cada cultura no es eterno. Hemos visto extinguirse pueblos. Hemos extinguido pueblos. Los actos de habla anglosajónicos expresan la intencionalidad de eternizar la instrumentalización de la otredad. Eso es no dejar ser. El tiempo eterno sólo tiene sentido para una humanidad eterna. Cada pueblo, cada cultura es única y transitoria. Todas las contradicciones internas , todas las asimetrías que divergen y convergen en las interacciones de los hombres concretos configuran el devenir factual de ese pueblo, de esa cultura. La arqueología es para las generaciones futuras. La comprensión del presente tan único de cada forma humana organizada en situación americana es exigencia ética no exenta de ese presente que no tiene por qué ser reducido a su presente. La resistencia cultural es la forma paradigmática de defender ese presente tan suyo pero tan distorsionado que cada pueblo tiene. No deja de ser un problema ontológico toda tradición cultural eventualmente transculturizable. En cada presente todo hombre tiene derecho de exigir ser llamado y tratado como persona. Personas humanas que coexisten con personas no humanas ,con sus dioses. Toda cultura tiene el derecho de defender a sus dioses, aunque no todo dios defienda a los suyos de divinidades impuestas. Por eso es que hoy lamentamos la pérdida irremediable de personas humanas y no humanas, nexo indisoluble. Hoy sólo hablamos del Hombre Muiska, del Hombre Maya, del Hombre Azteca, del Hombre Selknam, del Hombre Inca. Son culturas extrasómicas, son humanos ya despersonalizados. Son, aún, pero en el ámbito de lo gnoseológico. Por ello estudiables. Y sin embargo debieran seguir siendo personas en el ámbito de lo axiológico. Ello lo entienden mejor los pueblos sucedáneos, y hace explicable el controvertido esencialismo étnico. El tributo más noble a los pueblos-personas es la construcción permanente del polilogos, donde cada persona humana concreta sea respetada como ser humano integrado a la singularidad de su cultura, y a la universalidad de la especie humana. El genoma humano es único pero diverso en sus expresiones fenotípicas. No hay culturas inexorablemente superiores a otras. Cada pueblo expresa su propia idea de nexo entre persona e individuo. Los así denominados por el logos aún pre-dominante,”hombres primitivos”, conservan, todavía, un nexo congruente entre persona e individuo. La escisión dicotómica de ese nexo predomina, aún en nuestra cultura. Por eso estamos más cerca de la alienación, de la locura etno-cultural. No hay cultura que no sea etnocéntrica y antropocéntrica. Lo que debiera llamarnos poderosamente la atención es qué clase de etnocentrismo y qué clase de antropocentrismo es promovido como paradigma. El contenido etno-antropocéntrico implícito en el paradigma del mercado es muy distinto al acto de intercambio solidario. El mercado de la ideología neoliberal se extiende desde la persona humana misma tratada como mercancía ( América también provee material humano en la trata de blancas para el mercado europeo) hasta el eikos,el hábitat transable y sobreexplotable. La cultura dominante ha perdido el sentido del equilibrio. No es mera vanidad estética luchar por la preservación razonable de la selva amazónica, del bosque nativo, sino exigencia ética ,pues de ello depende la sobrevivencia de muchos pueblos-sucedáneos, y no es exagerado decir, de la humanidad misma. Las asimetrías de poder dificultan la efectividad del polilogos, más no por ello debe renunciarse a la construcción permanente de la unidad de lo diverso. Ese mismo poder causal de asimetrías puede influir en los discursos. Siempre intentará deconstruir el polilogos real, presencial, transmutándolo en un reino de discursos posibles, en metafísica ,donde finalmente se impone el tiempo intemporal del logos predominante. Siempre se intentará cambiar el polilogos unitario por la poliglosia hegemonizada. Su tiempo se mide en tecnología. La asimetría tecno-científica es debida,en gran parte, a la expoliación ya conocida de los pueblos-personas y pueblos sucedáneos .El Hombre del logos dominante vende esa mercadería altamente tecnificada,porque “ el tiempo,su tiempo, es oro”.Los pueblos transculturizados no tienen para pagar ese tiempo tecnificado.Su tiempo es medible sólo por la dignidad humana, la que también, por desgracia, es transable. La tecnologización del espacio existencial y el tiempo del vivir han afectado las pautas culturales mismas de organización y coordinación social .Ello ha posibilitado intervenir hasta en el nivel de dictaminar normas reorganizativas de las propias formas de organización de cada cultura.

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¿El tiempo americano es irreal?. El ahora aristotélico ¿ implica que el tiempo es ficticio?.Sólo es posible considerarlo así, si separamos, lingüísticamente, conceptualmente el tiempo, de su soporte espacial y material. Todo fenómeno tiene sentido como acontecimiento histórico, expresable mediante la serie cotidiana de pasado-presente-futuro, la cual se yuxtapone a la serie vivencial de antes-ahora-después, y a la serie existencial de sido-presentar-advenir. La objetualidad de la vida humana cambia en el espacio y dentro de esas series.El hombre no puede dejar de ser un ser histórico, ello no es controlable por su conciencia. Puede controlar ciertos contenidos y formas del cambio. Por eso nos interesa la compresencia, la simultaneidad,el ahora de los pueblos americanos, en su conjunto, interactuando en un polilogos intertranscultural. Cada cultura, tomada en forma aislada, vive su tiempo .En el polilogos real, cada cultura vive tiempos distintos. A la dinámica social se le imprime una velocidad de cambio que es el tiempo de la cultura, de la sociedad pre-dominante, la cual se yuxtapone a la velocidad de cambio de cada cultura en sí. Esta contradicción presente,simultánea, del ahora, tensa el devenir de cada cultura, la distorsiona. En un polilogos ideal, cada cultura debiera ser respetada en sus decisiones respecto a la forma y a los contenidos de su cambio en todo aquello en lo cual es posible tomar decisiones propias.

El discurso dominante de la cultura pre-dominante, interviene dexcontextualizando. Promueve la condensación del espacio hasta el aquí y la condensación del tiempo hasta el ahora. La cronotopía del aquí-ahora se torna la necesidad, su necesidad que emerge de las estructuras económicas mismas de la cultura monológica.Virtualiza el espacio-tiempo de todas las culturas.¿Qué pasa con el espacio-tiempo del habitante ya transculturalizado? Su espacio deja de ser su geoexistencia, su habitáculo territorial, se fractura la vinculación simbólico-ritual con lo terrestre. El lugar, el topos, se torna el no-lugar, la utopía..Los pueblos-personas tienden a transterritorializarse, con lo cual el proceso mismo de lo identitario se transculturaliza. Su tiempo ligado a su territorio es dominado por el tiempo de la simultaneidad. La percepción del tiempo como proceso de crecimiento y de maduración en equilibrio con el eikos, transmuta de lo circular a lo lineal,o a lo instantáneo. El espacio de la cultura dominante se desterritorializa, extiendiéndose como representación. El espacio se representa, ya no se vive. El tiempo se inmediatiza. El espacio-tiempo se concibe como mera virtualidad.La cronotopía dentro del espacio antropológico intertransculturizado se caracteriza por una distopía y una discronía anacrónica y sincrónica. Se construye-deconstruye un mundo deshistorizado. De allí que hemos sido tratados como pueblos sin historia. Hasta es posible invertir la representatividad del tiempo : desde un presentismo inmediatista, se instrumentaliza el pasado. El aquí-ahora,la simultaneidad de acontecimientos que ocurren en topos distintos y extensamente alejados, ya pueden influir en la dinámica de la totalidad atributiva del pluriverso de culturas humanas. La crisis identitaria que esto produce, es enorme. El espacio y el tiempo concebidos por la cultura occidental como condiciones apriorísticas implica la imposición de una homogenización del sentido de la vida, donde la subjetividad del hombre burgués, paradigma de la subjetividad universal, construye una teleología del tiempo ,el llamado“ progreso histórico”.La contracción de los espacios y los tiempos es funcional al modo de producción capitalista, donde predomina la concepción del mundo como un gran mercado (desterritorialización productiva ),y el incesante acortamiento, mediante la informática, del tiempo productivo. Dentro de este nuevo campo transculturizado, el polilogos real tiende a la virtualidad, transformando los discursos reales en discursos glósicos ideologizados que hacen factible la hegemonía monológica del discurso dominante. La tolerancia, expresión que revela la asimetría real , la igualdad desigual o formal, expresión de la existencia factual de privilegios, impone un polilogos monológico que torna los fenómenos reales en una comunicación discursiva rapsódica.Sería demasiado evidente la presencia de un soliloquio... El espacio polilógico necesario se deconstruye en policronotopos, y como tal, virtual. La contemporaneidad necesaria de un polilogos intertranscultural,se distorsiona,se mediatiza,se descontemporaliza . Sabemos del Otro, pero no vivimos con el Otro.Practicamos una lectura textualizada de la otredad mientras la cultura real se descontextualiza. La multimatricidad cultural implica multirepresentatividad de lo temporal Ello subyace en los discursos y en los cursos reales de lo étnico-cultural.Una de las formas que las culturas han encontrado para minimizar este atentado a lo ontológico, es retornar a lo mitico.Los relatos y los discursos míticos intentan reestablecer la circularidad de la vida, circularidad basada en lo ciclos del mundo natural.

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La distorsión de nuestro espacio-tiempo impulsada por la cultura hegemónica-dominante nos lleva a concebir una sociedad policronotópica heterogénea, donde coexisten distintas representaciones de la temporalidad, y distintas formas de percibir el lugar, el topos, el territorio. Los espacios se contraen, acercándonos al habitante lejano, pero alejándonos del cercano. Se va perdiendo el sentido de la contigüidad y, a través de una teletopía sabemos más del extraño, que se desextrañiza sólo como representación, como virtualidad. La tendencia a la simultaneidad deconstruye el convivir. Se desvirtúa la noción de contemporaneidad. Por ello hablamos acerca de los pueblos-personas sucedáneos de los pueblos originarios, o de los pueblos originarios pervivientes, como “nuestros futuros”o como “fósiles humanos vivientes “o como “ex -primitivos”.Y por eso, a lo más, los estudiamos. Las asimetrías reales coexistentes en el espacio antropológico no debe hacernos creer en la supuestamente innecesaria contemporaneidad, proximidad contigua, la interacción mutua directa,no mediatizada. El mito comunicacional de la cultura dominante nos hace creer en supuestas relaciones de fraternidad entre pueblos que nos reconocemos distintos. Pero acentúan lo distinto como intento de no poder re-conocernos. Las prioridades tele-visivas de los medios de comunicación masivos, pueden hacer importante lo que no lo es : a una escala planetaria, los suicidios místico-religiosos de sectarios o el asesinato de escolares norteamericanos, son actos humanos reprobables que se hacen muy importantes y se transmiten al mundo. Pero esos actos son transmitidos al mundo no porque sean importantes, sino que se hacen importantes porque se transmiten a todo el mundo. Y lo real, que treinta y cinco mil niños mueren de hambre cada día en este planeta, ya no es importante. El chamán es tele-visivo, cree en su capacidad de hablar cara a cara con sus antepasados, y en su mundo, para nosotros imaginario, el pasado es compresente, es la raíz de su existencia, pero no lo manipula ni lo instrumentaliza. Tampoco lo convierte en mercancía. El psiquiatra que practica la regresión también es tele-visivo. Pero su tele-visión es mercancía: es curioso que ninguna regresión temporal mítica de reencarnación llegue hasta la vida pasada de un homo habilis, como sería lógico esperar, pues es más comercial tener una supuesta vida pasada de lama o guerrero japonés. El homo habilis sería demasiado ex-temporáneo para la vanidad occidental. El chamán americano está indisolublemente ligado a su vivir mítico, ritualizado. Necesita de un tiempo cíclico perenne que le permita crecer de cara al pasado. Nosotros, a lo más creemos avanzar de cara al futuro. No es preciso que volvamos al mito. En nuestro mundo hemos inventado los suficientes como para des-virtuarnos. Necesitamos comprendernos y explicarnos a tra vés de ( dia) lo interlógico. La contigüidad cultural de lo intercultural es lo real que puede devolver los sentidos perdidos, y construir los nuevos sentidos para configurarnos verdaderos seres humanos. El policronotopos poliglósico heterogéneo debe ser deconstruido como polilogos intertranscultural.

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Los actos lingüísticos totales, como fenómenos reales, convergen en el campo antropológico-cultural y son formas expresivas, significativas, formas de sentido, que fundamentan lo ontológico-social de cada cultura. Su conocimiento, comprensión, abre las posibilidades de desanclarse de las meras representaciones que nos hacemos de las otras comunidades de hablantes. Superamos el fetiche de lo verdadero/falso del discurso único, monológico, así como el fetiche de lo normativo y lo fáctico. Las riquezas simbólicas y semióticas de cada pueblo, subyacentes en la aparente homogeneidad del logos discursivo, de los mega actos de habla extendidos, desterritorializados, inmediatizados,de la cultura hegemónica dominante, deben ser capturados en el polilogos intertranscultural, inaugurando el espacio del entendimiento mutuo. La aparente intemporalidad se torna real temporalidad : el aquí-ahora, lo instantáneo-eterno,tiene que deconstruirse, para relocalizar y retemporalizar al hombre americano. Es imprescindible hacer legible cada cultura,lo que es congruente con la búsqueda de autenticidad cultural. Cada pueblo tiene derecho a la reterritorialización, a la reconquista de su hábitat, su topos ,su lugar. El no-lugar es el no –ser. Cada pueblo tiene derecho a ejercer su propia temporalidad.,vivir en lo sincrónico con su ethos, superar la discronía. El encuentro polilógico intertranscultural es el espacio de afirmación y construcción de identidades, de sincronía, de contemporaneización, de reterritorialización.En dicha totalidad concreto-situada puede construirse una unidad de lo diverso. Es más que una mera poliglosia.Más que un hipertexto,más que un sincretismo semiótico. Es la base de la convivencia respetuosa, de pueblo a pueblo. Es el principio que posibilita la superación de la mera representación del otro, la superación del espacio-tiempo virtual,la mirada hacia la otredad tratada como mera comunidad hermenéutica. La dignidad es terrestre y es presente.

Cristián Gallegos Diaz.
Médico-cirujano
Magíster ( c) interdisciplinario en estudios latinoamericanos
Universidad de la Serena.
Septiembre de 2000.
cocol@entelchile.net

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